Esta semana hemos recibido en el Congreso de los Diputados, la visita de una delegación del Parlamento turco. El grupo estaba presidido por el diputado Afif Demirkiran, perteneciente al Partido de Justicia y Desarrollo -el partido del primer ministro Erdogan- e integraba, junto a otros electos de la formación política que se encuentra en el Gobierno, a dos parlamentarios de la oposición: Alí Öztürk, del Partido Republicano Popular y Muharrem Varli de Acción Nacionalista. Entre los actos protocolarios que incluía la visita, la cámara ha dispuesto la celebración de un encuentro con los portavoces de la Comisión de Asuntos Exteriores, que ha tenido lugar esta mañana.
En este tipo de delegaciones, la portavocía suele recaer, casi en exclusiva, sobre el presidente de la misión. Demirkiran, un hombre de notables dimensiones que exhibe ademanes de líder, ha hablado in extenso sobre las expectativas que Turquía abriga en el plano internacional. Su primer objetivo se cifra, por supuesto, en culminar el proceso de integración en la Unión Europea. Son conscientes de las dificultades que ello ha de entrañar, pero creen que el sueño es posible y confían en ello. Dicen que están desarrollando un amplio cuadro de reformas legislativas y sociales con el fin de acomodarse a criterios de Copenhague. Su vocación europea, sin embargo, no les impide mantener una estrecha relación con los EEUU, ni es óbice para que se encuentren inmersos en un procesos de intensificación de los vínculos que les unen con los países vecinos: Irán, Irak y Siria, fundamentalmente. La encendida defensa que hicieron del programa de investigación nuclear que viene desarrollando el Estado persa -del que aseguraron que sólo persigue fines civiles y, por supuesto, plenamene pacíficos- fue un indicador elocuente del entusiasmo con el que afrontan el campo de las relaciones vecinales.
El moderno Estado turco, diseñado por Mustafá Kemal en torno a la idea de la República laica, se mueve sobre un delicado juego de equilibrios. La fe islámica, ampliamente mayoritaria en la población, tiende hacia una confesionalidad incompatible con el riguroso laicismo que preconizó el padre fundador. Y su querencia por la Sharia tampoco parece conciliable con los requerimientos de una democracia al estilo occidental. Sin embargo, el garante de los postulados laicos es el Ejército que, en los últimos veinte años, ha interferido varias veces en la vida política, para desplazar a las autoridades legítimamente elegidas bajo la acusación de que estaban quebrantando el modelo política instaurado por el fundador de la República. Como se ve, el régimen de libertades está acosado por todos los flancos.
Por otro lado, tampoco puede decirse que Turquía sea precisamente una referencia modélica en los modos que practican sus Fuerzas Armadas y en el respeto a las minorías étnicas que ocupan el territorio del Estado. Baste citar el caso kurdo para darse cuenta de ello.
No será fácil que Turquía pueda solventar los obstáculos que dificultan su plena integración en la UE. Y no sólo porque las condiciones establecidas para el acceso imponen cambios de complicada factura para un país como este. Intuyo, además, sin entrar ahora en más consideraciones que, algunos países, como Francia, Austria o Alemania, que no puede decirse que sean irrelevantes en el edificio comunitario, no están por la labor de ponerles alfombra roja para facilitar su entrada en Bruselas. Fueron muchos los que pensaron que, cuando Francia acordó someter a referéndum la ratificación de las nuevas incorporaciones a la Unión, estaba pensando en salpicar de vallas el camino de Turquía hacia el horizonte europeo.
Pero hay dos asuntos confictivos que preocupan sobremanera a los turcos: el Chipriota y el armenio; sobre todo este último. Turquía se resiste a aceptar que, en 1915, durante el gobierno de los Jóvenes Turcos, se llevó a cabo en su territorio una política de exterminio y deportación forzosa sobre la población armenia, que provocó la muerte de más de un millón de personas y la expulsión de varios miles, cuyos descendientes sobreviven en la diáspora cultivando el recuerdo de aquel brutal genocidio y reivindicando su reconocimiento y reparación. Su actitud negacionista ha llegado hasta tal extremo, que la afirmación del genocidio armenio constituye, hoy en día, un delito tipificado en el Código Penal turco. El propio Nobel de Literatura, Orhan Pamuk, hubo de sufrir un proceso judicial y fué acusado de traidor, por haber reconocido la realidad de esta masacre.
En Europa hay países que quieren exigir Turquía el reconocimiento públiico del genocidio armenio, como requisito sine qua non para ser admitidos en la Unión. En Francia, sin ir más lejos, la causa armenia, defendida por una nutrida y activa diáspora, es compartida, entre otros muchos, por Patrick Devedjian, descendiente de armenios deportados en 1915 y asesor personal de Sarkozy y Édouard Balladur, nacido en Esmirna e hijo de armenios. En Francia se ha debatido en el parlamento la posibilidad de sancionar con un año de cárcel a l quienes nieguen el holocausto armenio.
Recientemente, la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los EEUU -un histórico aliado de Turquía- adoptó un acuerdo reconociendo el genocidio armenio. La iniciativa había fracasado en anteriores ocasiones, pero esta vez prosperó, aunque no fuese más que con un voto de diferencia.
Los turcos están irritados con todo ello y me sorpendió constatar personalmente el elevado grado que alcanza su preocupación por la envergadura que puede llegar a adoptar este asunto en el plano internacional. Dicen que el pasado debe ser estudiado por los historiadores, pero no ha de condicionar el presente y, menos aún, las decisiones que ahora se adopten para diseñar el futuro. Son partidarios de crear una comisión mixta, integrada por historiadores de ambos países -Turquía y Armenia-, para llevar a cabo una investigación rigurosamente científica que estudie todos los archivos existentes sobre la materia y recoja todos los testimonios disponibles en relación con este doloroso episodio histórico. Pero se niegan en redondo a que la política actual se diseñe en base a la memoria de esos hechos. Al final del encuentro, nos entregaron un documento escrito en castellano, en el que se recoge la versión turca sobre lo sucedido en 1915. Algún día hablaré de él. En cualquier caso, no parece que el clamor de Armenia y de los armenios de la diáspora vaya a menguar. Y tampoco parece probable que ese clamor no aspire a hacerse notar a la hora de definir la posición de Turquía en el escenario global.
Se te ha olvidado anadir un pequeno detalle. Después de Estados unidos, el gran abogado de la integración -cada vez día que pasa más improbable- de Turquía en la UE es el Reino de Espana. O sea, Zetaparo y Rajoy, en su caso.
El PP-SOE están en contra del reconocimiento de Kosovo y está a favor de la integración cuanto antes de Turquía en la UE por las mismas razones que el gobierno espanol del PP torpedeó la visita del Parlamento Kurdo en el exilio al Eusko Legebiltzar siendo Atutxa presidente y el del PSOE mintió cuando dijo que Jon Anza se fue con la tela a Brasil.
Sí, Turquía y Espana tienen cosas en común, pues son dos Estados bicontinentales, mediterráneos y criminales, pero Turquía además tiene un papel geopolítico a futuro mucho más relevante que Espana:
Turquía no entrará en la UE porque no querrá hacerlo finalmente, pues su vocación es la de una potencia regional privilegiada de categoría global, para la que necesita la independencia plena de Europa.
D
Te recomiendo el libro de Orhan Pamuk » Nieve». Te resultará muy entretenido.
Saludos.
No falla. Como este post no critica a Patxi López, ni hace incursiones en la actualidad política, la brigada cibernética del PSOE, ni lo ha tocado. ¿Dónde están Borja, Desdelaserena, Daniel, Ramón? No les interesa la política. Sólo quieren revolver en los corrales ad majorem Patxi gloriam. Su lema es: «PATXILO Y CIERRA ESPAÑA»
Madre mía Donatien Por favor deja de hacer espiritismo,ouija,tarot,viajes de Lsd,etc.,etc.,que no te sientan nada bien…Tampoco leas tantos libros de caballería tipo Gestas de Roldán que acabarás como el Quijote.Te aconsejo retiro,tranquilidad y que no pienses más en Hugo Chavez,El Che Guevara y Jon Idígoras que solo harán que empeores mentalmente.
-Tómate unas vacaciones y descansa.Ya veras como te pondrás mejor.
L’Osservatore, gracias por echarme en falta. Estaba de vacaciones en una preciosa isla española. Pero me pondré al día.
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