Me asalta una imagen chocante. Veo a un hombre empeñado en arrancar ikurriñas. ¿Ikurriñas? Sí, ikurriñas. Está sumido en un trabajo tedioso y pesado, porque las ikurriñas están muy bien pegadas. Han sido soldadas sirviéndose de la fuerza adherente del calor. Y son dos mil. Una inmensidad, si se tiene en cuenta lo que cuesta despegar cada una de ellas.
Patxi López, en un cartel electoral, junto a la misma ikurriña que, ahora, su Gobierno intenta arrancar de los buzos de los ertzainas
Inmediatamente me imagino una estancia lúgubre. El oscuro sótano de alguna comisaría ocupada por la policía política franquista. Un jefe enfurecido ha dictado la orden de arrancar las ikurriñas clandestinas de algún objeto delictivo. ¡No quiero ver ni una sola!- ha decretado. ¿Me han entendido? ¡Arranquenlas todas! ¡Sin contemplaciones!
Blog de Josu Erkoreka 