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Archive for 5 de noviembre de 2009

Los inquietantes acontecimientos que esta mañana han tenido lugar a bordo del Alakrana, nos están situando a todos frente a un dilema que se presenta con una nitidez creciente. Tras la nefasta gestión gubernamental del asunto de los dos piratas somalíes detenidos en aguas del Indico y trasladados a la Audiencia Nacional por orden del juez Garzón, los captores del Alakrana lanzan un ultimátum: O se les libera de inmediato, o los secuestradores pondrán a los tripulantes del atunero a disposición de sus familias, en las lejanas tierras de  Somalia, para que les den un trato equivalente al que sospechan que el sistema judicial español estará deparando a los miembroso de su clan. Ojo por ojo.

piratas

No sé cuánto tiene la amenaza de aparatosa puesta en escena. Ignoro hasta qué punto pretende provocar, tácticamente, una convulsión social que presione al Gobierno español para arrancarle algo a lo que, en el fondo, están dispuestos a renunciar siempre que se eleve un poco el precio del rescate. Lo desconozco. Pienso, por tanto, que no hay que perder los nervios y que conviene actuar con frialdad y mucho tiento. Pero hay una cosa que tengo clara.  Si la amenaza fuese real, a mi juicio no habría dilema. Prefiero salvar la vida de cualquiera de los tripulantes secuestrados, que mantener en prisión a dos piratas somalíes -que, ni saben castellano, ni entienden lo que les está sucediendo- por defender el prurito de que el sistema judicial español funciona eficazmente en la persecución de los delitos, se produzcan donde se produzcan.

Si las cosas se hubiesen hecho bien desde el principio, podríamos habernos ahorrado esta penosa situación. Pero a la vista de que el Gobierno que no supo prevenir el secuestro, tampoco puede decirse que se haya lucido a la hora de gestionarlo, mi posición es clara. No hay dilema. Prefiero un tripulante vivo a un preso desconcertado. Y ya saldremos después del atolladero. Porque no estoy dispuesto a aceptar la excusa de que no existen fórmulas jurídicas para salir airosos del atolladero.

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