El pasado lunes, El Correo nos ofrecía una entrevista con el presidente del PP en el País Vasco. Basagoiti ofrecía una imagen más bien mustia. Muy distinta a la del líder exultante que exhibió en los meses previos al verano, cuando comparecía sonriente ante los medios de comunicación, para marcar el rumbo que había de seguir el Gobierno vasco, anticiparse a sus portavoces oficiales e incluso corregirles. Muy diferente, también, a la que lucía en primavera, cuando gozaba dirigiendo puyas irónicas al PNV, al que pedía, con sonrisa burlona, que recapacitase, pisase suelo, rescatase su proscrita alma pragmática y abandonase la actitud enfurruñada e irresponsable que -a su juicio- había adoptade tras ser desalojada del Ejecutivo de Vitoria.
En la entrevista publicada el lunes, muestra una actitud derrotada y defensiva. Admite que no ha sido capaz de convencer a su partido para que apoye el blindaje del Concierto Económico y alega, como si se tratase de un gran logro, que ha conseguido que «el PP a nivel nacional haya tenido que sopesar pros y contras de un tema que se iba a avotar que no, sin ningún tipo de debate, dudas y críticas». Y se muestra satisfecho por algo tan irrelevante como que sus superiores de Génova le hayan autorizado a pedir a los diputados vascos que «no tengan que votar eso». Se conforma, según parece, con haber dejado claro que el PP vasco es «un partido coherente, que defiende lo que cree hasta el final». Magro logro, ciertamente. Tan magro, que a Basagoiti no le queda más remedio que reconocer que la coherencia simbólica sin resultados reales, que es todo el balance que está en condiciones de mostrar, «puede ser una complicación de cara a las elecciones forales y municipales en el País Vasco». Eso sí, no repitió aquella advertencia tan gráfica que lanzó semanas atrás, cuando anunció que, si las autoridades del PP en Madrid desatendían su demanda de apoyar el blindaje, iba a pedirles que en las próximas elecciones vascas «se presenten ellos». Parece claro que se comerá el sapo y no tendrá más remedio que seguir presentándose él mismo, aunque admitiendo que en los temas neurálgicos que afectan al autogobierno vasco, sus superiores de Madrid continuarán despreciando, como hasta ahora, las tesis del PP vasco.