Como ya anticipé a principios de año (véase el post titulado «1812ko Konstituzioaren berrehungarren urteurrena dela eta«, publicado el 2.01.12) la conmemoración del bicentenario de la Constitución de Cádiz -conocida también como La Pepa, porque fue proclamada el día de San José- está siendo aprovechada por los partidarios de la patria única e indivisible de todos los españoles, para la organización de numerosos actos y celebraciones de encendido tono nacionalista. Políticos, periodistas y publicistas de toda laya aprovechan la ocasión para ponderar con entusiasmo las virtudes de un texto constitucional que -se nos dice y repite- sirvió para incorporar a España a la modernidad, estableciendo las bases normativas de una nación liberal, ilustrada, democrática y acorde con los tiempos, cuya actualización política se ha llevado a cabo a través de la Constitución de 1978.
Pero en el jolgorio general rememorativo de aquellos «¡viva la pepa!» que acompañaron a su aprobación, poca gente recordará las reticencias que el texto de Cádiz provocó en la sociedad vasca en los meses siguientes a su aprobación. Como ha hecho notar recientemente el profesor Gregorio Monreal -véase el excelente trabajo titulado «Los diputados vascos y navarros (El Reino de Navarra y las Provincias Vascongadas en las Cortes y en la Constitución de Cádiz)», in Cortes y Constitución de Cádiz, Espasa, Madrid, 2011, Tomo I, pp. 347 a 418- en las Cortes de Cádiz «no existió un debate propiamente dicho respecto de los Fueros del Reino de Navarra y de las Provincias Vascongadas». Tampoco consta que se intentase incluir «alguna cláusula de salvaguarda del sistema foral vigente». Los diputados que representaban a los territorios forales, «bien por prudencia o por percatarse de que sus propuestas no iban a hallar eco, guardaron silencio sobre lo que concernía al sistema político-administrativo que regía en sus respectivos distritos». Los territorios forales se incluyeron, sin nota distintiva alguna, en la relación alfabética del artículo 1o de la Constitución, que enumeraba las entidades territoriales que integraban la Monarquía: «El territorio español comprehende en la Península con sus posesiones e islas adyacentes […] Navarra […] Provincias Vascongadas».
Paradójicamente, sin embargo, el Discurso preliminar dedicó pasajes elogiosos a la «Constitución de Navarra, como viva y en ejercicio» y a las «Provincias Vascongadas [que] gozan igualmente de infinitos fueros y libertades». Y algunos estudiosos sostienen que el texto de Cádiz se inspiró en la tradición foral a la hora de regular algunos aspectos de la organización institucional como la Diputación Permanente de las Cortes y la planta provincial.
Pero el hecho de que los representantes vascos no planteasen la cuestión foral en el debate constituyente, no significa que no la tuviesen presente. La tuvieron, y mucho. El caso del diputado suplente por Bizkaia, el mariscal de campo Eguía, resulta muy elocuente. Cuando llegó el momento de prestar juramento al texto constitucional, en los días previos al día 19 de marzo, Eguía adoptó una actitud que alteró los ánimos de los reunidos e irritó a más de uno.
Durante los debates previos se había dejado claro que sólo cabía el voto afirmativo y que la prestación del juramento era obligatoria para todos los diputados. Una clara muestra de tolerancia y liberalidad. Pero según se consigna en la crónica que escribió el diputado valenciano Villanueva, cuando llegó el turno del señor Eguía, este «expuso que no podía firmar la Constitución por no haber asistido a las sesiones en las que se había discutido, y porque su voto era que se conserven sus fueros a la provincia de Vizcaya cuyo Diputado es«.
Los concurrentes le hicieron ver su malestar y le sometieron a todo tipo de presiones, advertencias y amenazas. Ante lo cual, Eguía no tuvo más remedio que ceder. El escrito de Villanueva observa con un fondo irónico que «…estos señores, sin duda sabedores de lo acordado por las Cortes y mejor informados en su obligación, acudieron a firmar como se les había mandado, y también a prestar el juramento el día 19«. La sutileza de la expresión es sublime. La expresión «mejor informados en su obligación» es digna de Vito Corleone.
Pero la actitud de Eguía no era algo excepcional. Dos meses antes, en enero de 1812, el comisionado alavés en la Corte, Trifón Ortiz de Pinedo tuvo ocasión de leer el texto de lo que el 19 de marzo pasaría a ser la Constitución de la Monarquía española e hizo notar a la Regencia que «advierte con dolor que la Constitución que VM está trabajando para la toda la Monarquía Españolal comprehende también a las Provincias Exentas, y por consiguiente a la de Álava, tan zelosa de sus derechos y los de su Soberano. Esta destruye de raíz toda la Constitución de Álava«. Y no satisfecho con ello, desautorizaba al diputado alavés suplente que no se había decidido a plantear la cuestión foral durante el debate constituyente, alegando que carecía de poderes «para asentir a cualquier contrafuero o mudanza de la Constitución de aquélla [Álava]: pues para una cosa tan ardua no solamente se requierenpoderes especialísimos en que renunciando a todos sus Fueros se facultase para formar una nueva Constitución; sino que la Provincia en un asunto tan grave ni aún otorgaría poderes a nadie, sino que entendería por sí misma… La Constitución formada por VM no puede ni debe obligar en manera alguna a la Provincia de Álava«.
Pero la máquina constitucional avanzaba inexorablemente y los impulsores de La Pepa tenían claro que su texto había de ser suscrito, jurado y lealmente asumido sin demora por todo el mundo. Y conforme los territorios vascos se liberaban de la ocupación napoleónica, se planteó la necesidad de que sus Juntas Generales jurasen la nueva Constitución. Las de Bizkaia se reunieron el 16 de octubre de 1812. Pero no juraron el texto de Cádiz. Tras constatar «la maravillosa uniformidad que había entre los principios esencialmente constitucionales de la Constitución política de la Monarquía Española, y los de la Constitución que, desde la más remota antigüedad ha regido y rige en toda esta Provincia«, hizo notar «la ciega veneración que el Pueblo Vizcayno tributa a las instituciones de sus mayores» y acordó posponer el trámite del juramento hasta que se aclarase lo que realmente entrañaba:
«poseyendo este Señorío desde un tiempo inmemorial la Constitución privativa de este suelo y debiéndola la felicidad todas las generaciones que han gozado de ella, no sabiendo la Junta si recibida la Constitución política de la Monarquía española es necesario renunciar absolutamente a la vizcaina, o si son conciliables en todo o enparte las ventajas de las dos, resolvió obtener de SM o de SA las explicaciones aclaratorias de su Real Agrado y justificación sobre este asunto»
Insensibles a la aclaración solicitada por la Junta que representaba al cuerpo social de Bizkaia, los regentes comunicaron al general Castaños -el Force Comander de la época- que la Diputación de Bizkaia debía jurar la Constitución sin ninguna restricción. El día 1 de noviembre la Constitución había de ser leída y jurada solemnemente en todos los pueblos. Y así debió hacerse. Manu militari.
Las Juntas Generales de Gipuzkoa se reunieron el 31 de julio de 1813 bajo la supervisión del general Castaños y juraron -vaya sin juraron- pero no sin antes dejar constancia de que la Constitución de Cádiz y la Constitución foral de la Provincia «tienen una íntima analogía y se conforman esencialmente» y plantear la necesidad de expresar al Gobierno «las variaciones que la situación y esterilidad de este país fronterizo hacen necesarios para su existencia«. La Junta observó igualmente que para la Constitución general de la Monarquía, «el Código particular de Provincia» presentaba «un modelo digno de que también sea seguido del mismo modo«. No se podía ser más explícito con el general Castaños blandiendo su brillante espada en el lugar reservado para la presidencia.
Cuando en mayo de 1814 se publicó el Real Decreto por el que se abolía la Constitución de Cádiz y se disolvían las Cortes, el cuerpo provincial de Navarra remitió una representación el rey en la que se expresaba con claridad, lo que sus miembros opinaban sobre el obligado juramento prestado a La Pepa:
«Sólo se puede con violencia, extorsiones y artificios, pintar como voluntaria la aceptación de una Constitución nueva que siempre detestó el Reino, y aun de hecho no llegó a efectuarse por sus legítimos representantes, que son los Tres Estados, congregados que debían ser al efecto en Cortes generales, en quienes con su Soberano residen únicamente las facultades para variar, añadir o aclarar el precioso tesoro de sus instituciones fundamentales.
Si el tiempo, Señor, permitiese correr el velo que cubre esta farsa o aceptación, hecha entre el tumulto y la fuerza, aparecería uno de los méritos más brillantes que ha podido contraer el Reino […] Le jos de haber suscrito a la aprobación de dicha Constitución nueva, ha dado siempre señales exteriores de una desaprobación expresa, separándose del sistema que observaron la mayor parte de las Provincias de felicitar a las Cortes por el establecimiento de ella…»
De todo esto, nada se dirá en las ruidosas celebraciones que se están llevando a cabo estos días.
Muy interesante, Josu. El encaje de los vascos en las Españas constitucionales siempre ha sido difícil, digan lo que digan los patxilópeces de turno. Al general Eguía habría que rendirle un sentido homenaje. Hace falta genitales parai plantarse ante los constitucionalistas y decir que no se va a jurar más que la Constitución de Bizkaia.
Hola. Te recomiendo que corrijas lo de «vicentenario». Entiendo que por tu relación con la política hayas confundido el asunto con «vicepresidente». En el caso de la Pepa el «bicentenario» es por los dos siglos trancurridos desde su aprobación. Un saludo.
Estimado Josu. Efectivamente la Constitución de 1812 fue una Contitución Unitaria y salvo la mención a las dos orillas, nada que ver con la diversidad de la piel de toro. Navarra y las provincias Vascas fueron tan obviadas como Canarias o Cataluña y las regiones historicas como Galicia o Andalucia, simplemente enunciadas. LA PEPA es la Constitución de un Estado que abarca no solo la metropoli, sino también los paises de ultramar y en esa dimensión reune a todos. Es fruto de la tragedia de la guerra de independencia y del republicanismo napoleonico en la formulación de los derechos de la idea de nación: española o hispanica. Fruto de un pensamiento ilustrado que miraba mas hacia al futuro que al antiguo regimen. Se puede desmenuzar su construcción y los ingredientes aportados por los diputados allí presentes, pero el resultado es la renovación frente a la decadencia. Las libertades que consagraba eran nuevas y nada parecidas a las existentes entonces en los territorios del reino. En definitiva es un texto unificador y regeneracionista, que intentó aglutinar a todos los nacionales, en la idea de la soberania popular frente al derecho divino, como legitimidad para gobernar del Rey. Sin terminar con la Monarquía la legitima, pero subordinada a la voluntad de los nacionales. Fue un desesperado intento de superar el atraso de un pueblo, que no aprovechó las oportunidades historicas de una revolución como la francesa, para equiparase al tempum historicum. En cierto modo es el epitafio del siglo XVIII y el anuncio del frustrado XIX. Habría de llegar 1898 para comprender y admitir que la Constitución de 1812 fue el deseo de una Nación Española. Entonces ya trasnochada.
SALUDOS
1812. ¡Viva la Pepa y muerte a los franceses!
2012. ¡Viva la Constitución y abajo los nacionalistas!
De nuevo por nuestra independencia.
vicentenario de la Constitución de Cádiz.
bi- (var. «bis-, biz-«) Prefijo derivado del lat. «bis», que significa «dos»: «bilateral, bilingüe, bicentenario».
Los nacionalistas son anticonstitucionales; el fundador del nacionalismo escribió:
Etnográficamente hay diferencia entre ser español y ser euskeriano, la raza euskeriana es sustancialmente distinta a la raza española.
Es preciso aislarnos de los maketos. De otro modo, aquí en esta tierra que pisamos, no es posible trabajar por la gloria de Dios.
El bizkaino no vale para servir, ha nacido para ser señor («etxejaun»); el español no ha nacido más que para ser vasallo y siervo (pulsad la empleomanía dentro de España, y si vais fuera de ella le veréis ejerciendo los oficios más humildes).
La fisionomía del bizkaino es inteligente y noble; la del español inexpresiva y adusta. El bizkaino es nervudo y ágil; el español es flojo y torpe. El bizkaino es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el español, es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos. Preguntádselo a cualquier contratista de obras, y sabréis que un bizkaino hace en igual tiempo tanto como tres maketos juntos».
Artículo 14, de la Constitución Española.
Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
El nacionalismo que dice ser de izquierdas y que no es más que nacionalismo a secas. Desde que cometió el primer asesinato en junio de 1968 hasta ahora ha asesinado a 879 seres humanos y ha dejado a miles de heridos.
Artículo 15, de la Constitución Española.
Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las Leyes penales militares para tiempos de guerra.
(En 1995, después de una larga campaña de Amnistía Internacional, de acciones de distintas organizaciones sociales y de iniciativas individuales, quedó totalmente abolida la pena de muerte con el acuerdo final de todos los partidos políticos. La Ley Orgánica 11/1995, de 27 de noviembre, que abolía la pena de muerte en tiempo de guerra, vino a completar la abolición y a convertirla en absoluta).
No me voy a extender más, ya que el nacionalismo va en contra de muchos más artículos. No sólo de la Constitución Española, sino de cualquier Constitución que haya en el mundo. Ninguna Constitución puede amparar un estado xenófobo, asesino y cruel como el que ellos representan. A no ser que sea el estado de la Alemania de 1933, el estado de Corea del Norte o similares y que no son más que estados asesinos y brutales.
Las últimas palabras citadas del «cuerpo provincial de Navarra», dignas del requeté, no son para que ningún navarro se pueda sentir orgulloso.
Parecen dar coba a quien gobernaba según «le salía de su real pecho».
Mis mejores saludos Sr. Erkoreka.
La nacionalista española VICTORIA PREGO, escribió, ayer, un artículo en EL MUNDO titulado «NACION ESPAÑOLA».
Se destacan dos ideas fundamentales:
1.- Alegría porque se vuelve a reivindicar la «Nación española»
«Regresa de nuevo la reivindicación de la Nación española. Regresa con el más amplio apoyo institucional que haya conocido nuestra democracia. Regresa de la mano del presidente Rajoy, un convencido profundo de que sólo una España socialmente articulada, y administrativa y políticamente vertebrada, tiene posibilidades de recuperar su sitio en Europa y en América. Y regresa con más fuerza que en el año 2000, bajo la presidencia de Aznar, porque el partido que hoy gobierna lo hace en todo el país y a todos los niveles, y no digamos ya si a partir del próximo domingo asume también el poder en Andalucía… Son 200 años los que cumple la Pepa y había motivo sobrado para la celebración de los fastos, eso no se discute. Pero el enorme eco político que ha tenido este aniversario tiene que ver, sobre todo, con las carencias e incertidumbres de hoy; con los desgarrones que se le ven desde lejos a nuestra actual Constitución y con los miedos de muchos a que la España en la que vivieron sus abuelos, sus padres y ellos mismos no esté suficientemente apuntalada y no se pueda mantener firme y reconocible cuando la habiten sus nietos»
2.- Los nacionalistas catalanes y vascos no celebran el aniversario de la Constitución de Cádiz, porque les gustan los privilegios y la Pepa estableció la más total igualdad entre los ciudadanos,
«Los nacionalistas catalanes y vascos no asistieron a los actos de ayer en Cádiz. Y no porque tengan ni un pero que ponerle a muchos de los valores que el texto de 1812 consagra. No vinieron porque lo qu ese conmemoraba, de verdad, era la constitucionalización de la Nación española -Cataluña y las Provincias Vascongadas incluidas- y los efectos que de esa realidad se derivaron entonces: el fuero legal único para todos, las contribuciones repartidas sin excepciones ni privilegios y un plan de enseñanza igual para todo el Reino. Todo eso que acompañó en su día a aquella declaración de soberanía popular y proclamación de las libertades individuales supone hoy una amenaza para los proyectos políticos del nacionalismo que se formulan ya en términos abiertamente secesionistas»
Interesante…
Si el año 2012 hay que gritar «abajo los nacionalistas», propongo que se empiece por la propia Constitución española («Artículo 2: La Constitución se fundamenta en la unidad indisoluble de la Nación española…») y por el nacionalista español intransigente e insultón que firma como dfebehhdkdieljnhfmby@hotmail.com.
El post me parece excelente. Pone las cosas en su sitio. La constitución de 1812 quería ser liberal, moderna e ilustrada, pero acabó siendo una expresión del más oscuro imperialismo hispano, con esa obsesión por poner bajo la marca España a las tierras conquistadas de «ambos hemisferios».
L´Osservatore:
No es verdad, como dice la Prego, que a los nacionalistas vascos nos guste el privilegio. Todo lo contrario. Queremos la igualdad. Sólo queremos que si los españoles tienen su Estado y su Constitución, nosotros los vascos podamos tener nuestro propio Estado y nuestra Propia Constitución. Sólo pedimos para nosotros, lo que ellos ya tienen para ellos. Igualdad pura y dura.
Pero entiendo que esto sea difícil de entender para un españolazo cerril de mente obtusa que todo lo ve a través de las orejeras unitaristas e imperialistas del español ortodoxo.
Parece mentira que un español como febehhdkdieljnhfmby@hotmail.com, cite precisamente el artículo de la Constitución española que prohibe someter a los seres humanos a torturas y a tratos inhumanos y degradantes. Me daría vergüenza hacerlo si fuera español.
España figura en todos los listados internacionales que hablan de países en los que se tortura. Amnistía Internacional tiene decenas de denuncias y recomendaciones que España se las pasa por el arco del triunfo. Pero desde la propia Oficina del Alto Representante de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos se le ha recriminado a España para que deje de torturar y de aplicar una legislación que facilita los malos tratos y su ocultación posterior. Y aquí no pasa nada. Y encima tienen el morro de vendernos la Constitución española, que nadie cumple, como si fuera la quintaesencia de la progresía. TIene cojones.
Las obligaciones de la pepa (y comentarios):
1. amar a la patria (española)
2. Obedecer a las autoriadas (sólo a las que emanaban de esa constitución, quedaban fuera cortes de nabarra, juntas generales, concejos abiertos, etc)
3. Cumplir con el servicio militar (ya saben, que te saquen de tu pueblo, ten suban en un barco y te envien a Cuba o Filipinas a morir de asco, hambre y fiebres. Si tenías dinero te podías librar)
4. Pagar impuestos (así los espadones de la época podian hacer negocios y enriquecerse con suculentos contratos con el ejército y el nuevo estado. Los Jaume Matas no son de ahora)
Y algunos se extrañan que gritaran en Valencia aquello de: «si esto es la libertad, vivan las cadenas!» De guatemala a guatepeor.
Las instituciones navarras y los navarros fueron traicionados en 1841 (ley «paccionada»), las constituciones de las provincias vascongadas abolidas en 1878.
Así pudo enviar Cánovas de Castillo soldaditos vasconavarros a Cuba porque «Si el ejército español abandonase Cuba, serían las ideas sensatas, fecundas, liberales, progresistas de Europa las que abandonarían este país que ha sido el más rico y el más próspero de la América española»
Pero lo peor es eso de la «soberanía nacional», la gran coartada para el crimen desde entonces, recien Libia y Siria.
Interesante comentario del historiador Fernando Mikelarena sobre el mismo asunto
http://www.deia.com/2012/04/21/opinion/tribuna-abierta/el-primer-incidente-con-el-juramento-de-la-constitucion