El 2o de noviembre (2o-N) es una fecha emblemática por muchos motivos. Cuando yo era niño, la propaganda oficial acostumbraba a reseñarla para conmemorar el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera. Años después, en 1975, resultó que Franco murió también ese día, solapando en el recuerdo póstumo, a quien ya solapara en vida. Y transcurrido algún tiempo, la fecha de marras nos deparó otra noticia impactante: los diputados y senadores electos de Herri Batasuna eran objeto de un atentado en el hotel Alcalá de Madrid, asesinando a Josu Muguruza e hiriendo a Iñaki Esnaola.
En julio del año pasado, Zapatero decidió anticipar el fin de la legislatura y convocar elecciones para el 20-N. Algunos le criticaron por su mala sombra, pero no faltó quien esbozó la tesis de que era la elección de la fecha no era más que una expresión más -probablemente la postrera- del estilo travieso y juguetón con el que había desarrollado toda su labor política gubernamental. Lo cierto es que los comicios se celebraron el 20-N -jornada, como hemos visto, de múltiples aniversarios- y que ayer cumplía la legislatura su primer anualidad.
En puridad, la legislatura no da comienzo hasta que se celebra la sesión parlamentaria solemne que la inaugura con carácter oficial, pero los medios de comunicación, que buscan más la primicia que la noticia, ya se han apresurado a dar por cumplido el primer año del mandato de Rajoy, emplazándonos a hacer balance.
El año, a mi juicio, se puede caracterizar sintéticamente como el de las tres erres (3-R): recortes, recesión y recentralización. Todas tres, por cierto, francamente negativas para la prosperidad, la cohesión social y el desarrollo político. Y de las 3-R han derivado otras tantas consecuencias negativas: paro, incertidumbre y tristeza.
Durante este período de tiempo, todos los indicadores económicos y sociales han empeorado. Todos. Ha subido todo lo que no debería subir -el desempleo, la inflación y la primera de riesgo- y ha bajado todo lo que no conviene que baje: el crecimiento, la actividad económica y la bolsa.
Pero lo peor no es el balance sino el vaticinio. Porque si el primero es claramente negativo, tampoco el segundo autoriza a ser optimista.
Por lo demás, se ha confirmado lo que anuncié en los albores de la legislatura a propósito de la marginación que iba a experimentar el Parlamento en el escenario político. Transcurrido un años, el arrinconamiento de la institución parlamentaria es un hecho. El Congreso ya no es el centro de la vida política. Y tampoco el Senado, evidentemente.
En un año, el Gobierno ha sacado adelante 28 reales decretos-leyes. Y frente a ello, sólo ha remitido a la cámara 21 proyectos de ley. El desequilibro, como se puede ver, es evidente. El Ejecutivo sólo recurre al Parlamento cuando y como lo necesita. Y a partir de ahí, prescinde de él todo lo que puede, provocando, en ocasiones, situaciones auténticamente chocantes. Un de los casos más llamativos es el del rescate financiero, que ha sido estudiado y debatido en parlamentos de otros Estados miembros, como el Bundestag alemán, y ni siquiera ha sido considerado aún en el Congreso de los diputados, más allá de las puntuales referencias que se le hayan podido hacer en la Comisión de Economía.
Resumiendo: mal balance. Los resultados son negativos y las expectativas no son mejores.
Una pena. Para los ciudadanos la democracia en este pais se ha convertido en votar cada cuatro años, poco mas.
No se como, pero si no cambiamos el sistema electoral , esto no tiene remedio. La mayoria absoluta en algunas mans es equivalente a despotismo.
¿Por qué este requisito? Porque la localización de nuestras actividades es peculiarmente deficiente para favorecer un desarrollo sano, y porque es peculiarmente costoso. El costo social de seguir haciendo crecer el Distrito Federal y sus industrias, es un costo que no debe seguir recayendo sobre las espaldas del pueblo mexicano, y por último punto, con la descentralización va el perfeccionamiento de nuestro Sistema Federal. La solución de ese problema de centralización económica que tantos trastornos nos puede causar.
Erkoreka Lehendakari Jaun txit gorena,….
No se preocupe, hombre. No hay mal que cien años dure… ya volverá a estar la pelota en su tejado, … Lo malo es que para cuando se den o quieran dar cuenta de lo que está pasando y hacia donde nos llevan, quizás sea demasiado tarde… para algun@s.
Además, me he dado cuenta de algo «muy gordo» a nivel macro… llevo buscando un tiempo a ver si alguien ha dicho algo sobre ello… si lo encuentro le comento… pero poco se puede hacer.
P.D: Ándele!!! Estamos en México manitooo….los gringos tenían razón en su visión geográfica del mundo!!!!
«No se como, pero si no cambiamos el sistema electoral , esto no tiene remedio»
Artxandape, completamente de acuerdo.
Los que lo pueden hacer están encantados con el sistema actual, la Constitución, su chiringuete autonómico y sus reinos de Taifas correspondientes. Excepto el caso (¿psicótico?) de las cortes franquistas que se autoextinguieron, no conozco nada igual.
¿Sin la Monarquia y el PCE de entonces hubiera sido posible semejante suicidio?
Con el tenderete político actual no creo que sea posible nada parecido.
¡¡¡Socorro!!!
Saludos cordiales