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Archive for 4 de marzo de 2011

Esta semana se han cumplido dos años desde que tuvieron lugar en Euskadi las elecciones a las que López concurrió asegurando “una y mil veces” que “jamás” pactaría con el PP porque se trata de un partido político que sólo sabe hacer “antinacionalismo y antisocialismo”. Lo que hizo con esas promesas después de los comicios no lo voy a mencionar, porque supongo que no hace falta. Con tan fausto motivo, los que nunca han dejado de aplaudirle por haber incumplido ese compromiso electoral -cosa ciertamente extraña, porque lo habitual es que los incumplimientos de los candidatos sean objeto de reproche y no de alabanza- han echado las campanas al vuelo para disponerse a festejar el aniversario con las mejores galas.

Ha sido francamente cautivador constatar el fervoroso entusiasmo con el que se las apañaban los forofos habituales para salvar, sin perder la credibilidad, la gestión de un Gobierno que, en los estudios demoscópicos viene recibiendo de modo casi sistemático una valoración negativa por parte de la sociedad vasca. Cuando el día 1 puse la radio por la mañana y comprobé que la locutora recordaba solemnemente el aniversario del «triunfo» de Patxi López, pensé: «Ya empezamos. Todo el mundo sabe que, lejos de triunfar, aquél día se llevó un buen varapalo en las urnas pero, ¿qué se le va a hacer?, seguro que  los forofos de rigor no cejarán en su empeño eufemístico». Y así ha sido. La semana nos ha ofrecido un amplio abanico de motivos y razones para perdonar a López el flagrante incumplimiento de su promesa de que no pactar «jamás» con el PP.

Empecemos por las excusas que se han puesto, para reclamar la benevolencia del tendido haciendo notar que al pobrecillo López le está tocando gobernar en condiciones tan adversas que, en realidad, la valoración de su trabajo como supremo mandatario vasco habría de ser corregida al alza en aras a la justicia. Uno de los tifosi más vehementes se ponía la venda antes de la herida y se anticipaba a la valoración advirtiéndonos de que “no son buenos tiempos para gobernar”. Con semejante introito, un puede esperarse ya cualquier cosa. Es posible que la afirmación sea cierta pero, ¡cualquiera lo diría! No es eso lo que parece si uno fija su atención en las huestes populares y repara en las inusitadas ansias con las que preparan su camino a La Moncloa. Ni es -dicho sea de paso- lo que dio a entender la actitud del propio López al día siguiente de las elecciones, en cuyo apresurado ademán sólo cabía apreciar una voluntad férrea por gobernar como fuera y de la mano de quien fuera. Seguro que, en aquél momento, el inquilino de Ajuria Enea no pensaba eso de que “no son buenos tiempos para gobernar”. Pues si entonces no lo pensó, no parece razonable venir ahora con esas cautelas.

Algo más original, otro de los habituales devotos del Gobierno de López afirmaba que “nació a contrapelo de lo que en este país se había convertido en política y emocionalmente correcto”. ¿Seguro? ¡Pues tampoco daría yo esto tan por seguro después de leer lo que dice la prensa vasca que define la ortodoxia cívica! En cualquier caso, admito que no están mal como excusas preventivas. Es innegable que, por méritos propios o deméritos ajenos, López cuenta con grandes valedores entre los creadores de opinión.

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