No he sido capaz de encontrar las notas que tomé en el encuentro que Néstor Kirchner, a la sazón presidente de Argentina, mantuvo con los portavoces parlamentarios del Congreso y del Senado durante el viaje oficial que le trajo a Madrid a mediados de 2006. Voy a intentar, sin embargo, hacer un ejercicio de memoria e intentar reconstruir aquel breve episodio, que fue el único en el que tuve la ocasión de ver y escuchar en persona al mandatario recientemente fallecido.
He de precisar, en primer término, que no todos los presidentes extranjeros que visitan las Cortes se prestan a este tipo de reuniones. Kirchner se avino a hacerlo, lo que dice mucho en su favor. Aunque he de añadir de inmediato que no accedió a un turno de preguntas. Es posible que la agenda lo hiciera imposible, no lo sé. Lo cierto es que nos saludó con arreglo al protocolo, soltó su discurso y se marchó precipitadamente.
Su disertación, si no recuerdo mal, versó, básicamente, sobre los retos económicos a los que venía enfrentándose Argentina tras la crisis financiera que había asolado al país en los albores del nuevo siglo. Kirchner confesó que el grueso de su quehacer presidencial se centraba, básicamente, en ese ámbito: la recuperación económica, el saneamiento del sistema financiero y la reducción del desempleo. Nos anunció -la frase me quedó grabada- que Argentina se aproximaría a las puertas del purgatorio, justo en el momento en el que a él le tocase abandonar la Presidencia, a finales de 2007. Le quedaba, pues, año y medio, para segur avanzando hacia la puerta de salida del infierno. Cuando consigamos franquear la puerta -añadió- empezaremos a reflexionar sobre el tipo de país que queremos construir.
Recuerdo que hizo también una serie de consideraciones, entre defensivas y desdeñosas, en torno a la voz “populismo” y al uso que de la misma se estaba haciendo para criticar la orientación política de algunos gobiernos iberoamericanos. Kirchner era el corazón del Partido Justicialista, una formación de inequívoco linaje peronista y no rehuía la compañía de los líderes adscritos al ciclón bolivariano. En la radio española, había, por aquel entonces, un locutor que le censuraba por ese motivo, haciendo irrespetuoso y gratuito escarnio del efecto extrávico que encerraba su mirada. Su oratoria no estaba a la altura de la brillantísima elocuencia con la que, pocos añas atrás, se dirigió al Pleno de la cámara el también presidente argentino Fernando de la Rúa -que nos deslumbró a los diputados con la misma fuerza con la que nos chocaron los turbios asuntos en los que posteriormente se vio envuelto-, pero me pareció un animal político, con las ideas claras, batallador, tenaz y curtido en mil batallas. Y lo cierto es que, en lo esencial, sus predicciones económicas se han ido cumpliendo. Argentina ha logrado salir del infierno financiero del corralito y se desenvuelve razonablemente, en este difícil purgatorio en el que la crisis económica ha situado a la mayoría de los países.
Tres años después, su esposa, Cristina Fernández, visitó también el Congreso; y lo hizo, igualmente, en condición de presidenta de Argentina. También saludó a los portavoces, con el habitual pasamano, pero su alocución la dirigió al Pleno de la cámara, tomando como tribuna la mesa que se encuentra en la cabecera del hemiciclo. La puesta en escena fue, pues, más solemne que la de su marido. Cristina apenas habló de economía. Aunque su visita estuvo precedida de una pequeña polémica sobre las posibilidades que ofrecía Argentina a los inversores españoles, la presidenta dejó las cuestiones económicas a un lado y centró su intervención en motivos de carácter más político. Habló bien -¿qué argentino no lo hace?-, sonrió mucho, nos lanzó guiños amistosos, pero al término de su charla me quedé con la sensación de que había divagado sin principio ni fin por algunos lugares comunes. En su discurso no advertí insolvencia, que no la hay, sino escasez de liderazgo.
Con posterioridad, la prensa se ha hecho eco de la controversia pública suscitada en Argentina en torno a la legitimidad del amplísimo patrimonio que atesoraba la pareja. Sean o no ciertas estas acusaciones -que, obviamente, no estoy en condiciones de avalar o desmentir- lo cierto es que Néstor Kirchner y Cristina Fernandez han constituido una pareja singular. No es frecuente encontrar casos de cónyuges que se suceden en la Presidencia de una República con la entidad y la dimensión de la argentina. El suyo será, sin duda, un caso que pasará a los anales de la historia política; aunque en Argentina ya se han conocido otros casos de parejas unidas en matrimonio, cuyos miembros se han visto igualmente apresados por las garras de la ambición política. ¿O será necesaria recordar a los Perón?
Néstor Kirchner no era sólo un expresidente. Seguía siendo una referencia muy influyente en la vida política argentina, que aspiraba a optar a la presidencia una vez concluido el mandato de su mujer, en 2011. Encarnaba aquella máxima iberoamericana que dice de los políticos de raza que mientras respiran, aspiran. Su repentina muerte sitúa el futuro político de Argentina bajo una gran interrogante. ¿Qué piezas se moverán? ¿En qué dirección lo harán? ¿Cómo reaccionará -políticamente hablando, claro está- la viuda del expresidente fallecido y a su vez presidenta de la República? Hay quien ha anticipado ya, que procurará sacar provecho político de la muerte de su marido, poniendo todo el caudal de emociones generado por este acontecimiento al servicio de sus aspiraciones electorales. Pero este tipo de operaciones no siempre triunfan. Este mismo año lo hemos podido comprobar en Polonia, donde el hermano del presidente fallecido en un accidente aéreo, no ha conseguido sacar rédito electoral a la estela dejada tras de sí por su consanguíneo.
Sea como fuere, el escenario se presenta interesante.
Lo peor de Kirchner han sido las carantoñas que le ha hecho al fantoche de Chávez. Menos mal que no le siguió los pasos en los atropellos antidemocráticos y en la violación de derechos.
No tenía el gusto de conocerle. Descanse en paz.
Saludos.
Los Kirhner fueron en su epoca montoneros ,es cierto que son millonarios en Argentina ,pero de donde procede mas de la mitad de su fortuna ,segun tengo entendido no es algo que pueda poseer mucha claridad o luz ,en todo caso el expresidente deja un vacio de poder social ,sindical y politico en Argentina inigualable ,aun siendo un izquierdista moderado en referencia a sres como los Chavez o los Castro de Cuba ,en todo caso tras la desaparicion de Kirhner la izquierda latinoamericana pierde un maximo lider ,el vacio de poder dentro de la sociedad argentina es prolongado .en pax descanse el sr Kirhner .
Erkoreka,
Por qué no quieres ser canciller de Euskadi en lugar de diputado a Cortes por una provincia?
Por qué no quieres formar parte de un Gobierno Nacional vasco de concentración con Otegi como PM?
El lehendakari podría ser otro.