Es curioso lo que está ocurriendo con el ganador de las primarias celebradas por los socialistas madrileños para designar el candidato que encabezará las listas del PSM en las elecciones autonómicas del año que viene. Hasta hace unos días, Tomás Gómez Franco era objeto de todo tipo de loas, aplausos y parabienes por parte de los epígonos mediáticos de la derecha españolista. Frente a la candidata oficial de La Moncloa, que simbolizaba -se nos decía- lo más oscuro del zapaterismo y de sus siniestras maneras de intervenir en política, el ex alcalde de Parla, hijo de emigrantes, nacido en los Países Bajos y arquetipo del self made man, en la acepción más positiva y elogiosa de la expresión, transmitía frescura, juventud, novedad, espontaneidad, tenacidad, una excelente biografía electoral y, sobre todo, carácter; carácter, personalidad y arrestos para poner en cuestión la estructura de poder del PSOE y plantar cara a los turbios enjuagues urdidos desde la Secretaría General para dar apariencia democrática a lo que en el fondo no era más que una alcaldada abusiva y caprichosa -una más- auspiciada desde la Ejecutiva federal para ningunear a la organización socialista madrileña.
Precisamente por lo desmedido de los panegíricos que ha venido recibiendo por parte de la prensa afín al PP, alguien llegó a decir de él que, en realidad, era el candidato de la derecha. Y la verdad es que no andaba muy errado quien formuló esta acusación. No tanto porque Tomás Gómez Franco pudiera estar positivamente implicado en una operación desleal de complicidad estratégica con el PP -que no lo creo-, cuanto por el hecho de que la derecha política y mediática ha visto en él un enganche ideal para impulsar el desgaste de Zapatero y precipitar su definitiva caída; una caída que, antes o después, de una u otra manera, acabaría arrastrando al conjunto de la organización socialista, para dejar expedito el camino de Rajoy hacia la Presidencia del Gobierno de España.