No es habitual que los diputados que se oponen a un proyecto de Ley dediquen más tiempo a criticar a los grupos que van a apoyarlo, que a explicar las razones por las que votarán en contra. Y sin embargo, eso es lo que ocurrió el pasado martes cuando se debatieron en el Congreso las enmiendas a la totalidad presentadas contra el proyecto de Presupuesto General del Estado. Prácticamente ninguno de los oradores que tomaron la palabra esa tarde dejó de hacer alguna referencia al pacto suscrito para su aprobación entre el PSOE y el PNV. En algunos casos -como el de CiU y ERC- fueron expresiones de respeto e incluso de elogio a lo acordado. Pero en otros, como cabe sospechar, los respectivos portavoces no se ahorraron críticas, tanto al pacto, en sí mismo, como a los partidos que lo hemos firmado. No creo necesario reseñar que las invectivas fueron particularmente afiladas en el caso de Rajoy, Rosa Díez y el portavoz de UPN, Carlos Salvador. Tras escuchar sus ataques, pensé: “si alguien dudaba sobre la bondad del acuerdo, la feroz oposición expresada por estos tres portavoces es un indicador claro de que hemos acertado. El hecho de que a ellos no les guste, significa, inequívocamente, que lo hemos hecho bien”.
Pero si se analiza con cierto detenimiento el significado político que encierra el acuerdo, no resulta difícil darse cuenta de que, en realidad, nos hemos limitado a aplicar la misma receta que ha venido inspirando la actuación de los diputados y senadores del PNV desde que en 1977 se convocasen las primeras elecciones tras la muerte de Franco. Siempre que el PNV ha pedido el voto de los ciudadanos para cubrir los escaños del Congreso y el Senado lo ha hecho subrayando la extraordinaria importancia que encierra disponer de un Grupo vasco fuerte, firmemente comprometido con la defensa de los intereses de Euskadi y el desarrollo del autogobierno vasco en las Cortes Generales. Si uno echa un vistazo a los lemas que han presidido las campañas del PNV en las elecciones generales de los últimos treinta años, no tarde en darse cuenta de que, de uno u otro modo, siempre ha estado presente en ellos, la idea de recabar el voto desde el compromiso firme de que será útil para Euskadi. “Para que gane Euzkadi -decíamos en la campaña de 1982-, vota PNV”. Y en Nafarroa, donde lo que faltaba era una representación en Cortes específicamente comprometida con la defensa del Viejo Reino, solicitamos el respaldo ciudadano para hacer sitio a “la voz de Navarra que falta en Madrid”.
Basta un superficial repaso de los diarios y boletines de las Cortes para constatar que el nuestro compromiso con los intereses vascos nunca se ha quedado en palabrería hueca. El vasco es el único Grupo Parlamentario de las Cortes cuyo eje de actuación estratégica se centra, siempre, en Euskadi. Nuestra acción parlamentaria arranca de Euskadi, mira hacia Euskadi y tiene a Euskadi como norte y objetivo fundamental. Los territorios vascos cuentan, también, con diputados y senadores de otras formaciones políticas, pero su compromiso con Euskadi no pasa de ser accidental. Por lo común, estos diputados se integran en Grupos Parlamentarios para los que la cuestión vasca no constituye una prioridad más que a la hora de diseñar la estrategia antiterrorista o de exigir la supresión de las asimetrías y singularidades que todavía existen en la organización territorial del Estado. Triste prioridad, ciertamente. Fuera de esos supuestos, todo el mundo da por hecho que el único Grupo que plantea debates relacionados con la defensa de los intereses vascos o del autogobierno de Euskadi, es el del PNV, que siempre está ojo avizor ante las oportunidades que puedan presentársele para avanzar por esa senda. Sólo con un planteamiento estratégico de este tipo, que centra su mirada en Euskadi y en la defensa de sus intereses, resulta posible aprovechar las ocasiones que a veces se presentan para alcanzar en Madrid logros como el que hemos sido capaces alcanzar con el acuerdo presupuestario recientemente suscrito con el Gobierno.
No tenemos vocación de gobernar en Madrid, ni aspiramos a disfrutar de los honores que se reconocen a los ministros del Reino. No estamos expuestos a esas tentaciones banales que, sin embargo, nos consta que siguen constituyendo, todavía, la máxima ambición de más de uno de de los electos vascos de otros partidos políticos que ocupan escaño en las Cortes Generales. Que se queden ellos con todo el incienso institucional. Nosotros, tenemos claro que no estamos allí para alimentar la pompa, sino para influir sobre el Gobierno central para que tome en consideración a Euskadi y dé satisfacción a sus inquietudes y aspiraciones.
Ni pactamos por pactar, ni rechazamos el pacto por el mero prurito de hacerlo. La perspectiva desde la que trabajamos es más pragmática y realista. Como nuestro objetivo se centra en Euskadi, sólo nos planteamos la posibilidad de un acuerdo si de él van a derivarse beneficios para Euskadi que consideramos suficientes como para justificar la transacción. Pero al mismo tiempo, nunca rehuimos un acuerdo que puede ser útil para los intereses vascos, por el mero hecho de darnos la satisfacción pueril de haber dicho que no en Madrid. Nunca hemos concebido nuestro quehacer parlamentario como una tarea meramente testimonial. Si la acción política no busca realizaciones tangibles, se queda en el terreno meramente simbólico. Y los símbolos quietos, sin movimiento ni resultados, acaban secándose y feneciendo. Esta es la pauta que ha presidido la actuación del Grupo vasco en las Cortes Generales a lo largo de las tres últimas décadas y la que nos ha guiado a la hora de firmar el acuerdo que acabamos de suscribir en Madrid. Ese acuerdo que ha suscitado la encrespada reacción del españolismo más reaccionario, certificando, así, su acierto y pertinencia.
Sin embargo, sería un error pensar que todo está hecho con la firma del documento. Nos equivocaríamos si pensásemos que, una vez arrancado el compromiso, podemos echarnos a dormir. La experiencia demuestra que sobre los acuerdos políticos siempre planea la sombra de un posible incumplimiento. Así ocurrió, por ejemplo, con el acuerdo que firmamos en 1996 para apoyar la investidura de Aznar. Los populares cumplieron con el compromiso de otorgar carácter permanente al Concierto Económico -lo que constituyó un logro extraordinario- y cumplieron, también, con la cláusula por la que se obligaban a facilitar la creación de la segunda operadora de telefónica: Euskaltel. Pero incumplieron estrepitosamente con todo lo que se refiere al “pleno y leal desarrollo del Estatuto de Gernika”, que aquel acuerdo les emplazaba a impulsar. Es el riesgo que se corre siempre que se pacta un apoyo parlamentario actual, a cambio de algo que la otra parte ha de llevar a cabo en el futuro.
En esta ocasión, hemos dotado el acuerdo de un conjunto de mecanismos de seguimiento y control, que tienen por objeto último garantizar el cumplimiento de lo pactado. También lo hicimos en los años anteriores, lo que nos permitió asegurar que los compromisos que habían de hacerse efectivos después de haber prestado nuestro apoyo al Presupuesto, como el relativo al blindaje del Concierto Económico, por ejemplo, no se los llevase el viento, una vez que los socialistas habían logrado zafarse de la soga que les apretaba el cuello. Con todo, sería absurdo pensar que el cumplimiento de lo acordado está garantizado al cien por ciento. Surgirán, a buen seguro, dificultades y tensiones que procuraremos gestionar con la mayor eficacia posible haciendo uso de los instrumentos de presión que nos hemos reservado en el acuerdo. En cualquier caso -que nadie lo dude- la actuación del Grupo seguirá inspirada en la máxima que siempre ha guiado nuestro proceder en Madrid: Para que gane Euskadi.
O sea que ustedes quieren influir en el Gobierno, sin ser juzgados por los demás. Es cierto ustedes no pueden aspirar a Gobernar, pues más allá de las fronteras vasco-navarras no se presentan. Y de que no haya un ministro del PNV es de cobardes, sólo temen que los demás puedan juzgarlos por su labor de gestión al frente de un ministerio. Eso sí influir en la política nacional a costa de los demás sí, eso lo tienen clarito.
A mí me parece bien que se cumpla el Estatuto de Gernika, pero no se olvide que más allá de él no se puede ir, o se modifica la Constitución o se modifica el Estatuto.
La aspiración sería que por ley cuándo se pactarán los PGE, con grupos minotarios se obligara a que un ministro de éstos, para que los cobardes dejarán de serlo.
Bueno, al menos es sincero. Para ustedes, el PNV, el resto de España es solo una institución a la que saquear lo más posible en beneficio de los que ustedes consideran vascos. Porque del dinero que tan jugosamente ustedes gestionan, los que más salen ganando son los altos cargos PNVuvistas puestos a diestro y siniestro. Poco les ha importado a ustedes el retroceso demográfico que ha sufrido Euskadi durante los últimos 25 años, porque los menos vascos que ustedes se veian obligados a marcharse del País Vasco. En el país vasco hay mucho que disfrutar, siempre y cuando seas “un vasco de verdad”. Para ustedes la CAV es solo un batzoki en el que imponer su ley y reservar el derecho de entrada. Sigan así, porque tarde o temprano a la gallina de los huevos de oro se le terminarán hinchando los huevos. Ustedes, los del PNV, se comportan como bandoleros, asÍ que no se queje si después se les trata como a tales.
Bien Josu, contáis con el apoyo mayoritario de la sociedad vasca, que encuesta tras encuesta, señala que el PNV es el partido que mejor defiende los intereses de Euskadi. Los demás, los partidos españolistas, sea el PSOE o sea el PP, están para obedecer el dictado de Madrid. Se pasan el día diciendo sí Bwana a Génova o a Ferraz. Su aspiración máxima es gobernar en Madrid. Su vocación es España, no Euskadi. Para ellos, Euskadi no es más que una demarcación electoral a la que se presentan a pedir el voto. A la hora de trabajar, se olvidar de Euskadi. Sólo piensan en España, que es lo que realmente siente.
Los españoles se pasan el día debatiendo quien defiende mejor los intereses de España en la UE o en el extranjero, pero les fastidia que los vascos utilicemos el mismo lenguaje en relación con España. Nuestra nación es Euskadi. Nos sentimos vascos y solo vascos. Y si participamos en otros foros (España, Francia, UE o el que sea) es para defender los intereses vascos. Así de claro. Un aplauso, Josu, porque veo que lo tienes claro.
En su «España Invertebrada», Ortega y Gasset dedica un capítulo entero al estudio del particularismo. Particularismos son, para él, el catalanismo y el bizkaitarrismo. Pero el mal radical no se encuentra, a su entender, en estos dos movimientos políticos, sino en el poder central. «Cuando una sociedad -dice Ortega- se consume víctima del particularismo, puede siempre afirmarse que el primero en mostrarse particularista fue precisamente el Poder central. Y eso es lo que ha pasado en España». Particularismo es, también, el que predomina en «el mundo militar, el mundo político, el mundo industrial, el mundo científico y artístico, el mundo obrero, etcétera»
España no ha cambiado desde entonces. Cada uno va a lo suyo. Y los que hablan de España sólo lo hacen porque les viene bien a su interés particular. España está repleta de ricos que han acumulado millones a base de citar a España. Son ricos por la patria, porque las invocaciones a la patria les han servido como coartada para hacerse ricos.
Por eso es normal que nosotros los vascos vayamos también a lo nuestro. No sintáis complejo por ello, Josu. Hacéis bien. Si vosotros no lucháis por Euskadi, nadie lo hará.
¡Qué mentalidad tan mentecata!¿Cómo se puede pensar de una manera tan corta de miras?¿Que egoismo tan enorme el del PNV?¿Les importa una higa España y La Rioja, Burgos y Cantabria?¿No se dan cuenta que la CAV está inmersa dentro de un todo y que son muy importantes para ella sus vecinos?¿Cómo les puede dar igual que España vaya bien o vaya mal?¿Tan tontos son que no se dan cuenta que si España va mal al final el País Vasco ira también mal o menos bien de lo que debería?.
O sea ¿les da igual que en Francia se cierren los aeropuertos y el trafico por carretera?
¿NO se enteran que Eroski ,Fagor, Koipe o incluso los vinos de la rioja alavesa con una España fuerte económicamente sería bueno para ellas ya que venderían más y buena al fin y al cabo para todos los trabajadores y empresarios vascos.
¡Qué simples y pueblerinos son algunos políticos vascos! En vez de tirar del carro prefieren que tiren otros.
Sr. Erkoreka como dicen los sindicatos !ASÍ NO!
-Sigan en la oposición porque con políticos así no vamos a llegar muy lejos. Estos tíos no saben ni por el forro que el futuro esta en la globalización y en un mundo sin fronteras.
PD
Menos mal que los empresarios vascos hacen siempre todo lo contrario de lo que escribe y dice el Sr. Erkoreka … sino estaríamos todavía vendiendo gaseosas con una vieja furgoneta.
Lo realmente vergonzosa es la actitud de los diputados vascos del PSOE y del PP. Salen elegidos en Euskadi pero se quedan tan ensimismados en el etéreo discurso de la globalización y del cosmopolitismo que, a la hora de la verdad, sus compañeros de partido procedentes de Madrid o de otras partes, les comen la tostada y les cuelan un diseño del reparto de intereses e inversiones, tan global y tan cosmopolita que todo se lo llevan a otros territorios mientras a ellos se les cae la baba hablando de universalidad y del mundo mundial. El primer AVE fue Madrid-Sevilla. Lo votaron los socialistas vascos sin rechistar. Luego se han creado cientos de AVEs. A Catalunya, a Valencia, a todas las ciudades del entorno castellano… y los diputados socialistas vascos los votaron. Tuvo que venir el PNV para que, en un pacto presupuestario, se empezara a contruir la Y vasca que dormía el sueño de los justos en algún cajón del ministerio desde los años ochenta. Eso sí que saben los empresarios vascos. Por eso agradecen al PNV todo lo que hace por ellos, que los diputados socialistas y populares elegidos en Euskadi, ni hacen, ni pueden, ni quieren hacer, pensando en monsergas universalistas.
Hay que pensar globalmente, pero actuar localmente. Eso lo sabemos los nacionalistas vascos perfectamente. Los diputados vascos del PSOE y del PP piensan tan globalmente, que nunca se traen nada para casa. Todo se lo llevan sus compañeros de otros territorios, que saben la actuación, es, siempre, local.
Zorionak, Josu, por el trabajo que venís desarrollando en Madrid.