Todo el mundo conoce a Miguel Angel Revilla. Desde que se propuso, hace ya algunos años, divulgar a los cuatro vientos su sólido y profundo pensamiento político, se ha convertido en un rostro muy popular.
Sus reflexiones sobre la cosa pública de nuestro tiempo, siempre bien fundadas y mejor argumentadas, despiertan, sin excepción, la deslumbrada admiración de los más eminentes filósofos de la política y la espontánea e incondicional adhesión de los ciudadanos. Dicen los expertos que su aportación al conocimiento politológico carece de antecedentes desde la época de Aristóteles. Y su pensamiento goza, además, del don de la accesibilidad: pese a su profundidad, es comprendido e inmediatamente compartido por el pueblo. Su raciocinio es, al tiempo, clarividente y claro; sagaz e inteligible; agudo y comprensible.