- Sede de la Duma en el centro Moscú
El viaje se ha producido en el marco de un contacto interparlamentario trabado entre el Congreso de los Diputados y la cámara baja de la Federación rusa, que recibe el exótico nombre de Duma. Ha sido una visita muy interesante y fructífera, que nos ha permitido profundizar un poco en la realidad social y política de la antigua Unión Soviética y contribuir a reforzar las relaciones con los parlamentarios rusos. He aquí, sintéticamente expresadas, algunas de las principales reflexiones que he extraído del viaje.
El Parlamento ruso
El Parlamento ruso es bicameral. Además de la Duma, que es la cámara de presesentantes, cuenta con un Consejo Territorial, integrado por dos representantes de cada una de las entidades subestatales que articulan el territorio de la Federación.
La sede de la Duma es un edificio diseñado en los años treinta para albergar dependencias administrativas. Su estética responde a la pauta vertical, austera y gris que imperaba en la arquitectura soviética de la época. Durante años, estuvo ocupada por el Ministerio de Planificación que era el que elaboraba y controlaba la ejecución de los famosos planes quinquenales. O sea, toda una institución en la etapa soviética.
Aunque la edificación no reúne las condiciones necesarias para dar cobijo a una institución parlamentaria, los electos rusos y sus servicios anejos se acomodan mal que bien -en realidad más mal que bien- al angosto espacio interior que ofrece la pétrea e imponente estructura edificada que se ve en la fotografía adjunta. En la breve visita que cursamos al hemiciclo, descubrimos un ritmo ruidoso y un tanto caótico, del que nos sorprendió, de manera especial, la libertad -y el descaro- con el que los diputados presentes en la sesión votaban por sus compañeros ausentes. Lo hacían de modo sistemático y sin el más mínimo intento de disimularlo. Nos dijeron que el Reglamento de la cámara lo permite. Es posible, aunque no deja de resultar chocante. En cualquier caso, parlamentarios como Carlos Iturgaitz -al que todo el mundo recuerda vulnerando la norma interna de la cámara vasca cuando votaba en lugar de su compañero Mayor Oreja, madrileño de pro y poco amigo de abandonar la capital del Reino para desplazarse a las sesiones parlamentarias de Vitoria- hubiesen desempeñado un papel muy eficaz.
La Duma rusa reúne 450 diputados. La mayoría absoluta, es decir, un total de 315, lo que equivale al 64,3% del total, pertenecen a Rusia Unida, el partido de Vladimir Putin. La oposición más sólida y organizada de la cámara corre a cargo del Partido Comunista, que suma 57 diputados. Como se ve, la diferencia de escaños entre entre el partido del gobierno y el principal partido opositor, es abismal.
Además, gozan también de representación dos partidos políticos auspiciados desde el Kremlim con el avieso propósito de debilitar la oposición. Rusia Justa, que tiene 38 diputados; un partido integrado en la Internacional Socialista y creado a instancias del bloque gubernamental con el fin de erosionar la base electoral del Partido Comunista, y el Partido Libertal Democrático, bajo cuya disciplina se encuentran un total de 40 parlamentarios. Esta formación fue impulsada también desde el poder para poner freno a los liberales.
Como la ley electoral exige alcanzar un mínimo del 7% de los votos válidos emitidos para poder obtener representación en la cámara, el sistema cuente con varios partidos extraparlametarios -aproximadamente 11- que llevan una vida lánguida y poco activa, aunque algunos de ellos hayan atravesado crisis muy agudas.
El régimen político
Por lo demás, la Constitución vigente configura un régimen marcadamente presidencialista, que atribuye grandes poderes a la figura del Presidente de la Federación, que ocupa la posición más preeminente de la arquitectura institucional. En la actualidad, el puesto es ocupado por Dimitri Medvedev, un joven jurista, profesor de Derecho en la Universidad de San Petesburgo, pero nadie duda en Rusia de que su mandato será transitorio y que, al término del mismo, la presidencia recaerá, de nuevo, sobre Putin, el ex oficial de los servicios secretos que fue Presidente hasta el año pasado y, según dicen, sigue controlando desde su actual puesto de Primer Ministro, todos los hilos del poder.
La última reforma constitucional ha ampliado a seis años el mandato de la Presidencia y ha dejado en manos del Presidente la facultad de nombrar al máximo responsable del Tribunal Constitucional. En los mentideros de Moscú se vaticina que cuando Medvédev concluya su mandato, será sustituido por Putin para otros doce años y él accederá a la presidencia del Tribunal Constitucional; un buen destino para un vocacional del Derecho.
El régimen, por lo demás, no acaba de consolidarse como un auténtico sistema de garantías comprometido con la defensa de los derechos fundamentales y las libertades públicas. Ya no existe, claro está, el incisivo control social que predominaba en la etapa soviética, pero apenas existe espacio libre para la discrepancia política y la crítica al sistema. La libertad expresión está sometida a severos límites. Y la libertad de prensa, como todo el mundo sabe, goza de tan mala salud que son varios los periodistas críticos y disidentes que han muerto en circunstancias muy oscuras. La lectura del Diario ruso de Anna Politkóvskaya, resulta, todavía, escalofriante.
La separación de poderes es manifiestamente mejorable y el Derecho penal y penitenciario no puede decirse que sean los más desarrollados y progresistas del orbe civilizado.
La situación económica y social
Rusia está acusando con especial crudeza los zarpazos de la crisis financiera y económica que se está cebando sobre la economía mundial. Los años de la presidencia de Putin representaron una etapa de prosperidad, que propició el nacimiento de una clase oligárquica muy pudiente. La privatización de algunas empresas públicas, cuidadosa y calculadamente adjudicadas a antiguas élites políticas y militares, contribuyó, decisivamente, a una acumulación de recursos sobre la que germinó toda una cultura de pompa, derroche y ostentación. En los círculos más pudientes de Moscú se llegó a imponer la máxima de los nuevos ricos: ¿Para qué comprar por un rublo lo que se puede comprar por cien?
El ruso es un pueblo acostumbrado a sufrir. En su historia reciente ha atravesado periodos terriblemente duros. En la II Guerra Mundial perdió 26 millones de ciudadanos. Después, las purgas de Stalin acabaron con otros 20 millones de rusos de toda clase y condición. Pero precisamente porque sabe sufrir, le gusta, también, desahogarse cuando la vida le sonríe y las cosas le van bien. De ahí ha nacido ese gusto por el exceso y el desenfreno que tan hedonistamente ha exhibido durante los últimos tiempos.
Tras la recesión del último año, sin embargo, se advierte un cierto declinar en ese ambiente de exhibición y de poderío. Pero en el centro de Moscú las muestras de riqueza siguen siendo exhuberantes. El 80% del parque móvil se ha renovado radicalmente. Ahora, apenas se ven en las calles de la capital aquellos viejos vehículos de diseño austero que poblaban las calles del universo soviético. Es más. La tercera parte de ese 80%, está compuesto por automóviles de alta gama. De lujo, vamos. Proliferan los Mercedes, Audi, BMW y Porche. Y no sólo se ven turismos. También es amplia la presencia de los imponentes vehículos todo terreno que ofrecen esas marcas.
En las calles más señaladas, destaca el brillo de los comercios abiertos por las más prominentes marcas mundiales de moda y complementos. Los escaparates exhiben los productos más vistosos y exhuberantes de cada serie. Todo huele a demasía y exceso. Pero en los últimos meses, el ritmo de vida ha frenado incluso en estos ámbitos. Los establecimientos están vacíos y el comercio languidece un poco.
Rusia goza de importantes recursos naturales, pero carece de un tejido industrial moderno y competitivo. Tienen grandes investigadores, pero apenas ha descollado en el campo de la innovación. El país necesita una profunda transformación económica, que todavía no ha abordado con seriedad y sus élites desean afrontar de la mano de la Unión Europea. No sería una mala alianza para navegar conjuntamente en el mar de la globalización. A la Unión Europea le interesa intensificar las relaciones con Rusia. Unan alianza así, tendría, sin duda alguna, resultados muy positivos para ambos.
Relaciones internacionales
En la agenda internacional rusa ocupa un lugar destacado el viaje que la próxima semana cursará a la Federación el presidente de los EEUU Barack Obama. Rusia se debate entre la inercia de la Guerra Fría, que le llevó a adoptar, de modo sistemático, posiciones discordantes a las impulsadas por el bloque occidental y la determinación de recuperar un papel protagonista en el escenario internacional. Su política exterior apuesta por la multilateralidad. Y lo hace por convicción, pero también por interés. Quiere ser tenida en cuenta en las grandes cuestiones.
Con Obama hablarán de la seguridad, de la no proliferación de armas, y del escudo de misiles. Probablemente no dedicarán demasiado tiempo a departir sobre el conflicto de Georgia que los rusos dan por resuelto. Abjazia y Osetia del Sur seguirán siendo independientes con el aval y el amparo de la Federación rusa.

En la plaza roja, a media tarde
Bueno, que oportunidades teneis de viajar y ampliar conocimientos.
Pero dime, que diferencia encuentras entre tus comentarios contra los boltxes de aqui y los de alli, no serian afines ideologias?
Tú a otro país y yo al vuestro. Y al regresar, esos primeros instantes como proceso de readaptación, me faltaba verde y me sobraba calor.
Recuerdos me llevo de sentirme en otro país, uno único e inimitable, envidiado y codiciable. En verdad, un lugar Noble y amable.
El Gorbea quise ver desde el cielo pero la niebla y la distancia me negaron el secreto.
Mariasun, en la Rusia actual no quedan demasiados BOLTXEs. De hecho, yo no me tropezado con ninguno. Lo que sí existe es una Partido Comunista que, en la dinámica parlamentaria de los últimos tiempos es, con diferencia, el que más inicisivamente hace oposición a la clase dirigente. Cada vez que me paseo por las tierras que conocieron y padecieron el Comunismo real, ratifico la convicción de que en Euskadi conocemos uno de los pocos focos revolucionarios de inspiración marxista-leninista-maoísta que todavía existen en el mundo. Probablemente, el más activo.
Al visitante que me saluda después de su regreso: Me alegro de que su visita a Euskadi le haya resultado grata y de que le permitiese descubrir realidades positivas y plausibles. Conocer el País Vasco directa y personalmente es la mejor manera de neutralizar las falsos tópicos que circulan sobre nosotros. Espero que regrese. Antes, a ser posible, de que López y su cuadrilla lo dejen todo irreconocible.
Es cierto que un país no se construye en dos días, pero que destruír lo que tanto trabajo ha costado, resulta desgraciadamente fácil con cualquier mediocre de turno al frente. Descuíde, que lo haré, volveré. Mi tierra y la suya me parecen la combinación perfecta para completar el Paraíso. Para entonces espero saber algo más del euskara, esa joya tan ancestral y biensonante. Un honor compartir conversación. Agur bero bat.