Hungría es una nación centroeuropea que vive con la sensación de no haber alcanzado todavía la plena expresión de su personalidad colectiva. Entre sus ciudadanos, no es infrecuente descubrir la amarga insatisfacción de quienes perciben que la historia les ha negado una y otra vez la posibilidad de afirmarse como comunidad política libre y soberana.

Estatua ecuestre de Ferec II Rakoczi frente al Parlamento de Hungría
Y sin embargo, Hungría reúne todas las características que habitualmente se asocian a los países que disponen de plena capacidad para definir su futuro colectivo.
Cuenta con una lengua propia de marcada singularidad, que no entronca con ninguna de las familias lingüisticas que imperan en su entorno geográfico. Ni con las latinas, ni con las eslavas ni con las anglosajonas. Parece ser que emparenta lejanamente con el finés, aunque la comunidad científica no haya alcanzado todavía una conclusión definitiva y unánime sobre el particular. Su excepcionalidad la hace absolutamente ininteligible para quien no se haya aproximado específicamente a su estudio y cultivo. Ni oída ni leída se hace comprensible -o mínimamente familiar- a quien la desconoce.
Hungría posee también con un complejo mítico sobre sus orígenes como comunidad política, que en nada desmerece al que exhiben con orgullo otras naciones desarrolladas. Según refiere la tradición, los húngaros actuales proceden de las siete tribus magyares que a finales del siglo IX se trasladaron desde los Urales al territorio sobre el que hoy se asienta el país, bajo el liderazgo de Árpad, un jefe legendario que fue engendrado por el ave Turull e inauguró la dinastía regia que gobernó el país durante los primeros siglos.
Hungría tiene igualmente una historia jalonada por relevantes hitos constitutivos. La conversión al cristianismo de San Esteban, un rey magyar que vivió en las postrimerías del primer milenio y fue bautizado por el Sumo Pontífice, certificando, con ello, su incorporación al bloque de los reinos cristianos, marca el inicio de la Hungría política actual. Su incorrupta mano derecha se venera y exhibe con el respeto debido de las reliquias más apreciadas, en la magnificente basílica erigida bajo su advocación en el centro urbano de la zona de Pest.
Pero estos luminosos y esperanzadores antecedentes, entran en una zona de penumbra tras la ocupación de Hungría por los ejércitos otomanos, que tiene lugar en la primera mitad del siglo XVI. Desde entonces, Hungría siempre se ha encontrado sometida, de una u otra manera, al mandato de un poder exterior. Y esta dilatada experiencia de subordinación política, ha ido generando en el pueblo húngaro un hondo y complejo sentimiento de frustración y ambición nacional.
Cuando Hungría consigue liberarse de la dominación turca, en 1686, queda situada bajo la égida de los Habsburgo, que gobiernan el territorio desde Viena. Y en esta situación afronta la I Guerra Mundial, a la que se ve abocada por su vinculación con el Imperio Austro-húngaro. Una vez finalizada la conflagración, Hungría es privada de gran parte de su territorio y sometida al status de perdedor fijado en el Tratado de Trianon.
Durante la II Guerra Mundial, Hungría pactó con la Alemania nazi la recuperación de algunos de los territorios magyares que le habían sido arrebatados tras la Gran Guerra, a cambio de alinearse con las potencias del Eje. Pese a ello, sin embargo, a mediados de 1944, el III Reich ocupa Hungría e impone allí su siniestra autoridad. Pero en los albores del año siguiente, el avance del ejército rojo permite recuperar el territorio húngaro para el bando aliado. Pero una vez más, su «liberación» se convirte en un espejismo. La Guerra Fría va empujando a Hungría hacia el bloque soviético, situándola bajo la bota de Moscú, al otro lado del telón de acero.
Tan sólo tras la caída del muro, en 1989, empieza Hungría a abrirse su propio camino en el concierto munidal de las naciones libres y soberanas.
Debido, probablemente, a esta sensación de ser portadores de una vocación nacional frustrada que predomina entre los húngaros de hoy, los prohombres históricos más reconocidos por el pueblo magyar son aquellos que lucharon por la independencia de Hungría y trabajaron por procurar su emancipación de los imperios extraños y los poderes extranjeros bajo los que se ha desarrollado la mayor parte de su existencia.
Las calles y plazas de Budapest se encuentran repletas de placas, estatuas, bustos y monumentos erigidos en reconocimiento de estas egregias figuras del pasado. Si Hungría no fuese hoy un Estado independiente, estos personajes históricos serían recordados como insurgentes, sediciosos y terroristas dignos de la más severa reprobación. Pero los vencedores de la historia gozan, entre otras cosas, del privilegio de connotar moralmente a las celebridades del pasado. Y una misma trayectoria vital puede recibir el sello de subversiva o de excelsa, según que la causa política que la animó, acabase fracasando o triunfando. Por eso, la Hungría actual, que constituye ya un Estado soberano e independiente, prodiga honores iconográficos a quienes más batallaron en el pasado, para que su constitución fuera posible.
De entre las personalidades históricas que los húngaros recuerdan con especial simpatía, he identificado a tres que quisiera reseñar aquí por la importancia que revisten en el imaginario que la Hungría contemporánea ha construido sobre su pasado colectivo.
El primero es Ferenc II Rákoczi, principe de Transilvania y cabeza del levantamiento que los magyares llevaron a cabo en 1703 contra el poder de los Habsburgo. Una estatua ecuestre trabajada en bronce, le recuerda frente a la sede del Parlamento húngaro. No es, como se ve, una ubicación irrelevante o inocua. La cámara representativa de un país democrático simboliza nada menos que el poder del pueblo.
Su retrato ilustra, también, el billete de 500 florines. Y, por supuesto, su figura está incluída en la galería de personalidades históricas que figuran en el mausoleo del Parque de los Héroes. La de Rákoczi es, sin duda, una figura muy popular en Hungría. A no confundir con el líder comunista Mátyás Rákosi, cuyas tropelías totalitarias no le hacen merecedor de una posición de privilegio en la memoria colectiva de los húngaros.
El segundo personaje al que deseo referirme aquí es Lajos Kossuth, que da nombre al parque que se sitúa frente a la entrada principal de la sede del Parlamento. También en su caso juega, como se puede ver, la simbología del Parlamento representativo y su directa vinculación con la soberanía popular. Kossuth fue miembro del primer Gobierno democrático que se constituyó en Budapest durante la rebelión que en 1848 movilizó a los húngaros contra el dominio de los Habsburgo. El movimiento fue sofocado al año siguiente merced a la enérgica intervención del Ejército ruso. En ese momento, Kossuth ocupaba la presidencia del Gobierno insurgente, desde donde fue forzado a tomar la vía del exilio.
Lajos Kossuth es recordado, también, en numerosas estatuas y placas que salpican la ciudad de Budapest. Goza de un lugar destacado en el Parque de los Héroes y un edificio situado en el casco antiguo de Buda, exhibe en su portada una placa de mármol en la que se recuerda que, en su interior, Kossuth padeció un periodo de prisión.
En tercer lugar, he de mencionar a Imre Nagy, el primer ministro del Gobierno de Hungría que, en la Revolución de octubre 1956 hizo causa común con el pueblo y plantó cara a las pretensiones soviéticas, en una apuesta clara por afianzar la independencia de Hungría y procurar la libertad de sus ciudadanos. Nagy fue detenido, maltratado y fusilado después de que los tanques soviéticos ocupasen las calles de Budapest y aplastasen la insurrección popular, ahogando sus reivindicaciones.

Junto a la imagen de Imre Nagy en la plaza de la Libertad
Los tres lucharon por la libertad y la independencia de Hungría. Por eso son recordados en un país persuadido de que, tras una historia de sucesivas experiencias frustradas de afirmación nacional, lo mejor de su experiencia colectiva está, aún, pendiente de desarrollo.
Me tienes alucinada Josu. Porque sales siempre solo en las fotos, y esta vez con una estatua?
Somos la familia los que estamos detras de la camara? Es Alex alguien real, porque no sale en las fotos? Porque no concuerda lo que dices con lo que sale en la imagen?
Biotsez.
La foto seguramente se la ha sacado su amadisima esposa Igone Abio,de los Abio de toda la vida de Bakio.A una estatua,como dijo Dali,lo primero que se le pide es que no se mueva,y ésta cumple la orden.No asi las del comandante Franco al que los del PP de Basagoiti en otros lugares la quieren reponer.
mariasun, Alex está tras la cámara. La foto está sacada por él, no por Igone, como afirma keperin. Pero Alex es menor de edad y no me parece oportuno reproducir su imagen en este blog. El tiene su cuenta de tuenti y allí hace con sus fotos lo que quiere. Pero en este foro prefiero preservar su imagen. Cosa muy diferente son las fotografías colectivas de personajes públicos. Esas -como la que publiqué el sábado pasado con ocasión del ascenso al monte Jata- incluyen a todos. Por cierto, Keperin, en la foto de Jata, donde afirmas no conocer a nadie, todos son o han sido electos municipales. Y la chica de la primera fila fue nada menos que alcaldesa de Zumaia. Un saludo
Muy bien, me imagino que quieres protegerle.
keperin, las estatuas tan realistas no creo que estan de moda en este momento refiriendome a escultura. Tenemos mejores cosas en arte que simbolizen o representen a alguien en estos momentos. O mejor aun pasando de la figura realista se tiende a representar estados emotivos, percepcion, nuestras relaciones externas, buscar lenguaje. Pero la figura hieratica de una persona? Habria que buscar el motivo de la ciudad para esas representaciones. Mira chillida y Oteiza, son los mejores.
Gabon Josu
Zoriondu egin nahi zaitut zoazen lekuetan jasotzen duzun informazioagatik. Baita eskerrak eman zure blog honetan kontakizun horiek zabaltzeagatik ere.
Mugetatik at beti da zer ikasi: alderatzeko aukerak hedatu egiten dira, zeintzuk dira gizakion oinarrizko zenbait erreferente, etab.
Mozambiken izan zinenekoa ere oso interesgarria izan zen.
Batzuetan, gauza hauen irakurtze hutsak berton izatearen modukoa da.
Eskerrik asko ta zaindu zaitez
La alcaldesa de Zumaia que yo sepa no es del PNV.Lo era la anterior.¿Es asi?.
Y sobre lo de preservar la identidad te sugiero publiques la foto con un rectangulo negro en los ojos.Le dará mayor suspense e interés a la operación.De todas formas si compras esta semana la revista Hola veras a los hijos de Felipe y Leticia,Leonor y Sofia,a cara descubierta.Privilegios de la monarquia.
Solo destaca usted a los nacionalistas húngaros. ¿No hubo naturales de Hungría que colaboraron lealmente con los Habsburgo o con la Rusia Soviética?
Gabon Josu.
Qué interesante punto de vista el que nos ofrece Curro.
«Naturales de Hungría que colaboraron lealmente con los Habsburgo o con la Rusia Soviética». También se podrían añadir los que «colaboraron lealmente con la Alemania nazi».
Y se podría sumar lo ocurrido en otras naciones: Noruega, Holanda, Francia, etc.
Es decir, los llamados «Quisling», colaboracionistas o traidores.
Seguro que tenían sus bien fundamentadas razones para actuar así.
Me da vértigo pensar en la analogía al País Vasco. No quisiera ser yo, ni parecerlo, el que reparta ese tipo de calificativos a nadie.
Realmente, Curro también provoca reflexiones novedosas.
Alguien dijo una vez que solo dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana, y que no estaba seguro de la primero… Algunos personajes nos vienen demostrando continuamente la segunda.
Vaya, diputado, qué cerca de mi residencia! No sabe qué cerca se hizo Vd. la foto!
No lo había leído hasta hoy. Le felicito por su artículo. Es muy exacto y preciso. Es Vd. muy brillante, sr. Erkoreka.
Sabía que se escribió una gramática vasco-húngara ya en el siglo XIX? Supongo que está al tanto de la magnífica publicada por el profesor Morvai Karoly (Karoly Morvai) el pasado anno, de la Universidad Eötvös, de la que naturlamente tengo un ejemplar.
Con afecto invariable,
Donatien
(Debe cambiar el gazapo en el que dice que los rusos aplastaron en 1848 la revolución, por los austríacos).
D.
Perdone, amigo Donatien, pero lo desconozco practicamente todo sobre usted. No sé por qué extraña razón le situaba a usted en Iparralde. Me dice ahora que reside en Hungría. O en su entorno. Muy cerca de donde obtuve las fotografías que ilustran el post. No le oculto la satisfacción que me produce el hecho de que un conocedor del país considere atinadas las humildes reflexiones que inserté en el blog para compartir con mis lectores la breve experiencia que tuve en este país centro europeo.
Suyo afectísimo
Erkoreka
Muy estimado sr. Erkoreka,
Si le dijera que paso por ese lugar de la foto al menos dos veces por semana, conduciendo o andando, y que si no coincidí con Vd. fue por la misma razón que podía haberlo hecho (unos jóvenes touristas americanos me hicieron tomarles el jueves, si no recuerdo mal, exactamente eligiendo el mismo lugar que Vd., no hay ningún visitante que se resista), me creería?
Pues así es. Askatasun Enparantza (Szabadság tér) en realidad es la gran plaza que hay unos 50 metros detrás de Vd., donde se halla la embajada americana, la televisión pública (que fue el edificio de la bolsa en los buenos tiempos y que ahora han vendido) o el Banco de Hungría.
Vd. y el Primer Ministro Nagy Imre (Imre Handia) están en la pequena Vértanúk tere (Plaza de los Mártires).
Gabon,
Donatien
P.D.: La diferencia entre ‘tér’ y ‘tere’ (plaza) es que en el segundo caso hay una posesión («Plaza de los Mártires») mientras que en el primero es simplemente «Plaza Libertad», no «de la Libertad». No se preocupe, para un vascohablante de nacimiento no es tan difícil. Y para Vd. aún menos.
Una pena no haber tenido la ocasión de saludarle personalmente en la llanura de pest. Si no recuerdo mal, en la plaza Libertad se encuentra, también, un monumento erigido en memoria de los soldados soviéticos que combatieron en la II Guerra Mundial. La próxima vez que visite esos lares, se lo haré saber. La imagen de Imre Nagy volví a verla en los sótanos del Museo del Terror, en la celda en la que estuvo recluido tras los sucesos de 1956. El personaje me infunde un inmenso respeto.
Reciba un efusivo saludo
Sí, sr. Erkoreka, Nagy Imre es muy respetado también por el Pueblo húngaro.
Supo muy bien entender a este País, pese a su corta estancia, algo que confieso que no deja de asombrarme un tanto.
En efecto, ese monumento fue erigido para y por los soviéticos, razón por la que no es exactamente igualmente respetado por mucha gente de Hungría (si lo recuerda había dos policías rondando, con toda probabilidad, guardándolo ante más que posibles sabotajes). Está enfrente de la embajada de US.
Sería un placer coincidir con Vd. en el futuro en Budapest, con toda seguridad. Así que no lo dude.
Ayer jueves estuve en la opera del Estado húngaro, en el viejo edificio de la Avenida Andrássy (la que hubo un tiempo en que se llamó Avenida de Stalin). FIDELIO, probablemente la obra músical contemporánea más bella que se ha hecho. Tras el primer acto, los aplausos fueron muy relativos, ante el controvertido montaje vanguardista. Por el flanco izquierdo, comenzando la veterana pareja de austríacos en la que el varón se hallaba al borde del espasmo, el silencio mandaba, pero al final todo el mundo aplaudió inevitablemente.
Nunca me había divertido tanto en una opera. Ante los gestos de contrariedad de tantos, particularmente los del varón de la conservadora pareja austríaca y el contraste con una dama solitaria en royal blue dos filas más adelante que aplaudía entusiasmada candorosamente desde el primer movimiento postescénico. Me sentí tan excitado entre los dos actos que salí a la terraza que da a la avenida a tomar el piscolabis bajo más que freca temperatura del ya aposentado invierno budapestiense: un pintxo salado y dos dulces y dos tokaj para mí solo. Creo que ayudaba mucho el haber dispuesto de las mejores localidades del patio para reirse de todo, además de la magnífica obra, que casi llega a hacerse corta.
La historia del libreto me recordó lo que a la misma hora estaba sucediendo a miles de kilómetros de distancia, en Iberia, tras la nueva razzia contra los independentistas vascos que tratan de organizarse políticamente por el juez criminal espanol Garzón. En la opera de Beethoven el alcaide don Pizarro mantiene prisionero a su rival por razones políticas, y, aunque no puede matarlo, pretende hacerlo de algún modo por inanición y aislado. Fidelio, que es una mujer en realidad, enemorada del prisionero, intriga para, desde el exterior, liberarlo.
No voy a seguir, creo que el canto a la libertad de Beethoven en esa opera está muy de actualidad en Euskal Herria.
Otegi ta besteok askatu!!!