
Imagen del "Simon Stevin", en el momento en el que descendía por la rampa hacia la ría
Esta tarde he estado en La Naval de Sestao, contemplando la botadura del «Simon Stevin»; un buque minero construido en el astillero vizcaíno, de 191 metros de eslora y 32.500 toneladas.
La botadura de un barco construido en la ría de Bilbao, constituye, siempre, un espectáculo digno de ser visto. Los vecinos del entorno se dan cita, masivamente, en los muelles y sus inmediaciones y se viven momentos de regocijo; casi festivos.
La empresa armadora es belga. Perdón, es flamenca. Alguien podrá decirme que es lo mismo. Que los flamencos son también belgas. Pero ellos, al parecer, no lo sienten así. Se trata de una empresa familiar de dimensión multinacional, que cuenta con una nutrida flota de dragas y fall pipes. Un auténtico emporio de proyección mundial. Pero su origen es flamenco -de hecho, el nombre del barco, Simon Stevin, recuerda la figura de un famoso matemático, natural de Brujas, que vivió entre los siglos XVI y XVII- y su identidad nacional es, también, rigurosamente flamenca. No belga -esto lo dejan claro siempre que tienen ocasión de hacerlo- sino flamenca. Baste anotar, a este respecto, que la bandera blanquiazul con la que engalanaron la mitad de la proa con ocasión de la botadura, no era la enseña belga, sino la flamenca. Con lo que se demuestra que es radicalmente falsa aquella ridícula simpleza de que el nacionalismo se cura viajando. Al contrario. Si se viaja a Flandes, por ejemplo, se descubre que también allí hay nacionalistas que defienden celosamente su identidad nacional y su personalidad colectiva.
El astillero de Sestao marcha razonablemente bien, lo cual constituye una excelente noticia en los tiempos que corren. Tiene trabajo asegurado para 2009 y buena parte del 2010. El gerente, Iñaki, acaba de cerrar un contrato en Londres para el equipamiento de un casco que viene construido de Turquía. Hay, pues, motivos fundados para confiar en que el sector naval vasco vaya a ser capaz de superar el profundo bache económico en el que nos encontramos. En Sestao se respira ilusión y La Naval exuda entusiasmo por abrirse camino en las turbulentas aguas de la crisis, mediante un compromiso permanente por la mejora continua, la calidad, y la innovación. Zorionak.
«El nacionalismo se cura viajando.»
Siempre me ha parecido que esa frase es de una arrogancia increíble, de alguien con complejo de superioridad, como si se compadeciera de nosotros, pobres nacionalistas ignorantes que no vemos más allá de nuestro pequeño terruño. Sin embargo yo diría que los ignorantes y cerrados son ellos, que no son capaces de ver y entender la riqueza y las peculiaridades culturales de cada uno. Creo que una frase más acertada sería: «Viajando se conocen y se aprende a respetar otros nacionalismos.»
Suele ser gente que se considera a sí mismos como ciudadanos del mundo, una postura totalmente respetable, pero hay algunos que matiza esa ciudadanía universal despreciando a quienes tenemos un sentimiento de pertenencia más arraigado. Yo prefiero abrirme al mundo desde lo que soy, sin despreciar lo que ya tengo. La frase que utilizó el lehendakari Ibarretxe en el debate electoral me pareció muy acertada: «No voy a cerrar las puertas de mi casa pero me niego a que el viento que sopla a través de ellas me arrastre.»
Agur bero bat.
Yo he vivido 15 años en Madrid, 4 en Toulouse, 1 en Luxemburgo y si algo se ha afianzado en todo ese tiempo es mi convicción de que Euskadi, Euskal Herria o como se prefiera llamar es mi Nación.
Por cierto, que el día 13 estaba en Madrid y me perdí la botadura. Coincido contigo en que es un espectáculo digno de presenciar. Tuve la fortuna de asistir las botaduras de los diferentes gaseros así como la de la draga. De hecho, guardo una olección de fotos que realicé de la construcción del primer gasero. Me acercaba todas las semanas que duró su construcción para hacer fotos y recoger así el proceso.
Un saludo y zorionak por el blog que me tiene enganchado aunque no siempre pueda comentar
[…] motivo de la botadura del buque minero Simon Stevin construido en La Naval de Sestao (ver el post “Botadura del Simon Stevin en La Naval de Sestao” publicado el 13.03.09). Juanma hizo de maestro de ceremonias, presentado el acto desde la tribuna y […]
Kaixo Josu
Yo también he vivido en el extranjero, y sólo he podido sentirme vasco. No he podido evitarlo (ni he querido).
He amado y respetado las gentes y los lugares en los que he estado, he aprendido sus idiomas y he compartido algunas de sus tradiciones. He estado en sus casas, he trabajado con ellos. Me he ido de parranda con ellos por sus calles. Ves a la gente de otros países, hablas con ellos, vives con ellos, te mueves en su ambiente, y percibes cómo sienten su identidad sin ser especialmente nacionalistas (e incluso despreciando tal término).
Y te sientes ciudadano de segunda. Ellos (y los españoles) lo tienen todo, sus papeles dicen lo que ellos sienten, la tele y los periódicos les refuerzan su identidad de forma natural y les hablan en sus propios códigos, sus preocupaciones políticas van más allá de autogobierno, chantajes con el estatuto, violencia, falta de herramientas para tener un país mejor, idioma “de segunda” en su propia casa, dependencia “externa” en cualquier tema fundamental o sensible, etc. No tienen que pelear cada paso que dan ni estar constantemente justificándose (porque no están nunca bajo sospecha) por ser lo que sienten. Es “lo natural”.
Gente a la que no le gusta el fútbol ve los partidos de su selección como una fiesta normal (¡incluso yo me sumaba!).
Parece que sí que hay naciones de primera y de segunda (e incluso de tercera).
De todas formas, aún y siendo Euskadi un país independiente (y ningún país en nada es independiente del todo), no se acaban ahí las tareas.
La independencia no es la panacea, ni mucho menos. No va a conseguir que nos asciendan en el trabajo, mi vecina no va a conseguir ligarse a su “príncipe azul”, seguiremos teniendo que tratar quién cuida de nuestros mayores, habrá gente que se peleará, seguiremos teniendo que buscarnos las alubias, habrá niños que lloren, seguirán habiendo accidentes de tráfico, seguiremos con dudas en muchos temas, habrá alegrías, seguirá enfermando gente y seguirá muriendo gente.
Seremos nosotros mismos, sí (y es mucho poder ser uno mismo, es importante poder depender en tantas cosas de uno mismo aunque sólo sea de fachada), pero hay que seguir. Hay que mejorar. Hay que tener mejores ideas. Hay que gestionar mejor. Hay que afinar más. Hay que repartir mejor. Hay que luchar más duro. Hay que ser más inteligente. Hay que formar mejor. Hay que ser más solidario con los que tienen menos (en todas partes). Hay que buscar y dar un futuro mejor, siempre, con mejores herramientas.
Entonces será cuando empiece “lo bueno”. Entonces será cuando el nacionalismo (bien entendido, en el sentido “positivo” que le daba Josu en uno de sus comentarios) realmente podrá mostrar su potencia, y es que es la propia identidad (ciudadanía) coherente, sentida y asumida de cada uno lo que construye la ciudadanía del mundo.
¿Podría extrapolarse a los países eso que se dice de las personas de “sólo quien se ama a sí mismo puede amar y ser amado por los demás”? (siempre desde un punto de vista positivo, claro).
Ale, gabon eta eskerrik asko.
No sé con que bandera engalanaron la proa. Pero la bandera de ese barco es la luxemburguesa. Así que puede que el discurso nacionalista flamenco queda un poco chafado.
Consulte el registro mundial de buques
http://e-ships.net/index/S18.shtml
tienes razón, Thooby. No hay nada como un buen nacionalista español, cuyo inequívoco patriotismo hispano no le impide acogerse a todas las banderas de conveniencia del mundo.
Lo siento Josu, pero no entiendo tu comentario
He sido demasiado críptico, lo admito. Quería decir algo así como que el pequeño lapsus de profesar -incluso con entusiasmo- una determinada nacionalidad y abanderar los barcos propios bajo pabellones de otras naciones, se da hasta en las mejores casas. ¿Qué le vamos a hacer? Las observaciones que consigné en el post sobre la condición flamenca de la casa armadora, las escuché en el mismo acto de la botadura de boca de trabajadores del astillero que ocupan en su plantilla una notable posición directiva. Quiero suponer que eran ciertas. Y que el desfase nacional, de existir, se produce en el armador. Un cordial saludo.
No te pierdes ninguna fiesta, ehh??. Estás en todos los pinchoteos. «Fartón»
Político = muerto de hambre
Ja, ja, ja, Corsair, muy ocurrente. No está mal como fiestuqui asistir a la botadura de un barco un viernes por la tarde, cuando el ciudadano medio está saliendo de su trabajo para embarcarse en el plan del fin de semana. Será, efectivamente, porque soy un muerto de hambre. Botín, nunca haría algo así.