En el pleno del último martes, 18 de noviembre, los diputados pudimos observar, en dos ocasiones, que el panel luminoso en el que se refleja el sentido del voto emitido en cada escaño del hemiciclo -los síes se registran en verde, los noes en rojo y las abstenciones en color amarillo- trazaba lo que los diputados del PNV denominamos la frontera nacional.
¿A qué llamamos con este nombre?
A la línea divisoria que se refleja en el panel en aquellas votaciones en las que los defensores acérrimos de España y sus esencias nacionales -fundamentalmente PP y PSOE, aunque ahora habría que añadirles a Rosa Díez y al diputado de UPN que ha emigrado del grupo popular al mixto- votan en coherencia con su fervoroso sentimiento patriótico y los demás diputados lo hacen en sentido contrario.
Básicamente, la frontera nacional suele perfilarse en el panel en dos tipos de ocasiones: Cuando lo que se somete a votación es una iniciativa favorable al autogobierno de una o varias comunidades autónomas que los recalcitrantes de la unidad de España consideran que supera la línea roja de lo admisible, o cuando lo que se vota es una propuesta formulada ad maioren hispania gloriam. Un ejemplo gráfico. Cuando los diputados del PNV planteamos la transferencia a Euskadi de los centros penitenciarios, el panel marca la frontera nacional. El PSOE y el PP votan que no. Los demás que sí.
La dinámica bipolar que los grandes partidos imponen a la cámara, hace que visión de la frontera nacional no sea, para los diputados, algo cotidiano. Por lo general, tanto el PP como el PSOE prefieren formar mayorías con los restantes grupos, dejando aislado y en evidencia a su principal oponente. Son las exigencias del guión parlamentario. Pero cuando el debate -y la subsiguiente votación- versan sobre cuestiones que afectan directamente al nervio nacional o a la impenitente vocación hispana de situar al todo claramente por encima de las partes, los patriotas de la causa se dejan de bromas y reaccionan a toque de clarín: Se ponen firmes y corren solícitos a cerrar filas contra los aviesos intentos de mancillar el buen nombre o menoscabar los irrenunciables poderes de la madre patria.
El martes, como he dicho, la frontera nacional se perfiló en dos ocasiones.
En primer lugar, lo hizo con ocasión del debate sobre una proposición de Ley que procedía del Parlamento de Aragón. Con aquella iniciativa, la cámara aragonesa pretendía modificar la Ley de Aguas, para que las comunidades autónomas pudieran participar en determinados organismos de gestión de las cuencas hidrográficas de los que, hasta la fecha, están excluidas. Su objetivo era claro. Pretendía que Aragón pudiera intervenir más intensa y decisivamente en la gestión hídrica del Ebro, que es una de las principales fuentes de vida de la comunidad. Pero no era una medida circunscrita al caso aragonés. Todas las comunidades con cuencas similares podrían, de aceptarse la reforma, participar en los citados órganos de gestión. Se trataba, en definitiva, de un avance en el autogobierno. Pequeño, es cierto, pero claro.
La proposición fue aprobada en Aragón, con el voto favorable del Partido Socialista (PSOE), la Chunta Aragonesista y el Partido Regionalista de Aragón. El PP, intransigente defensor de los poderes centrales, votó en contra.
¿Qué suerte ha corrido en el Congreso?
Que el PSOE ha cambiado de opinión y ha rechazado con su voto, una iniciativa que procedía de una comunidad gobernado por él y que contó, en origen, con su voto favorable. Al PSOE le ocurre esto con frecuencia. Apoya en las comunidades autónomas iniciativas que, cuando llegan a las Cortes Generales, rechaza de plano. En esto, el PP es, por lo general, más coherente. Es justo reconocerlo. Le gusta activar desde un principio las alarmas de la defensa nacional, sin esperar a que los asuntos lleguen a las Cortes.
En esta votación, el resultado ha sido paradójico. Todos los diputados aragoneses de la cámara -alineados en las filas del PP y del PSOE, porque la Chunta perdió el escaño que ha ocupado en las dos últimas legislaturas- han votado que no a la iniciativa que procedía de su parlamento regional, porque así se lo han impuesto las direcciones de sus respectivos grupos. Y hemos sido los demás -nacionalistas vascos, catalanes, gallegos, canarios e IU- los que hemos tenido que apoyarla. Chocante, pero cierto. Es más, el PSOE ha tenido en el debate dos voces: La del portavoz socialista del Parlamento de Aragón que venía a pedir el voto favorable y el portavoz del Congreso que ha defendido la posición contraria.
La segunda votación que nos ha permitido apreciar en el panel la frontera nacional, se ha producido con ocasión de una proposición no de Ley presentada por el Grupo Socialista con el fin de desarrollar un plan de fomento de las industrias culturales en España. Su defensa corrió a cargo de Rafael Simancas, un jacobino confeso, que nos vendió la necesidad de promover la industria cultural, como fuente de riqueza y recursos económicos, haciendo abstracción del hecho, al parecer irrelevante, de que la cultura es una competencia básicamente autonómica.
Su esquema era muy sencillo. Demasiado sencillo para un Estado complejo como es el español. España, su lengua y su cultura -nos decía- encierran un potencial que debe ser activado como motor de la economía y el desarrollo. Y en ese cometido -añadía- el Estado debe asumir un protagonismo esencial, digan lo que digan los Estatutos de autonomía. Como se ve, jacobinismo a ultranza. La iniciativa descansaba sobre una visión tan centralista, que las lenguas autonómicas cooficiales eran calificadas despecticamente como regionales.
Como era de suponer, los partidos nacionalistas argumentamos en contra de la iniciativa. Algunos -como CiU, ERC y BNG- la enmendaron. Nosotros, ni eso. Era una propuesta tan viciada desde su origen, que no merecía la pena esforzarse en corregirla. Era incorregible. Sólo cabía exigir su retirada.
Sin embargo, la propuesta se aprobó.
¿Con qué apoyos?
Con el del PSOE, por supuesto, y el del PP, que no estaba por la tarea de negar apoyos a semejante espaldarazo a la industria nacional. Nuevamente, el panel dibujó en colores el perfil de la frontera nacional. El PSOE y el PP por un lado -sin olvidar los apoyos del grupo mixto- y los demás por otro. El portavoz popular, por cierto -el santanderino Lassalle Ruiz- no desaprovechó la ocasión para darnos una coz, acusándonos, en palabras de Milán Kundera, de «provincianismo capitidisminuido que se encierra en sí mismo, porque nace del miedo a perderse en el contexto global».
Algunos, como se ve, incurren en el tópico hasta cuando citan a Kundera. Si un proyecto es español, es expresión de universalidad. Si es vasco, por contra, refleja un arcaico aldeanismo retrógrado. Esta idiotez ya la defendía García Damborenea en los setenta. Ni recurriendo al aval de un escritor checo adquiere solidez semejante simpleza.
La verdadera frontera nacional, señor Ercoreca, es la que ustedes, los nazionalistas escen en el País Vasco para distinguir entre buenos y malos, entre ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda entre sabinianos xenófobos y amantes de la libertad. No se olvide, España es libertad.
frontera y problema van estrechamente unidos, mejor invitar a buscar soluciones para los ciudadanos, independientemente de su origen y empadronamiento.Adjudicar problemas de frontera a unos cuando hasta en un mismo centro de trabajo hay quienes la escen descaradamente es un poco delicado.
Hay otra frontera señor diputado por Vizcaya.La de los guipuzcoanos que comen babarrunas,segun usted,y son independentistas y los que comen indabak,como usted,que son autonomistas y que quieren desarrollar el estatuto haciendo a veces concesiones a la galería.Se ve en todo lo que ustedes hacen.Lo que no sabía era que eso se producía por la ingesta de alubias.Y como siempre se aprende algo,hago mia la teoria.Ahora bien,no se en esa distición tan sutil donde quedan los alaveses,los navarros y los de la Soule.No lo se.Esos,quizas se agrupan alrededor de lo español y de lo vascongado.Pero no del polo independentista que tantos dolores de cabeza les va a suponer a ustedes. En el Parlamento Vasco hay otras fronteras. Y le doy dos ejemplos.Los dos votos del Partido Comunista, y los votos socialistas al presupesto del señor Ibarretxe.No crea pues que solo en Madrid hay fronteras.Tienen ustedes muchas por aqui para que trate de mofarse de lo que ocurre en España.
Curro…¿Jiménez?¿El bandolero?. Xenófobo Ud. que ni siquiera respeta la grafía del apellido del sr ERKOREKA. ¡Ese es el símbolo de SU tolerancia, libertad a la española!: la libertad para mostrarse de acuerdo con lo que uds. piensan y sienten. A España le quedan siglos para que sus ciudadanos interioricen lo que es DEMOCRACIA. Venga a sentarse debajo del Árbol de Gernika -ese que los amigos de su España, los nazis de la Legión Condor, no acertaron a destruir- y quizá se le pegue algo de sentido democrático. ¿Curro? ¿el qué se va de vacaciones al Caribe?.
Hola:Debo reconocer, señor Francisco, que esta vez me ha sorprendido, aunque no pueda decir que gratamente. Su exaltada y desbordante imaginación le permite crear alambradas y espinos basándose en dos palabras diferentes para designar el mismo objeto. De todas formas para ser alguien a quien tanto le molestan las fronteras en pocas líneas ha marcado usted unas cuantas.Supongo que sabe lo que es un sinónimo, no? Por si tuviese alguna duda se lo explico con un ejemplo: Bizkaitarra, Gipuzkoarra, Arabarra, Nafarra, Lapurtarra, Zuberotarra, Euskalduna… todas ellas son palabras sinónimas.De todas formas no se preocupe que no le considero a usted un antónimo mío, aunque yo no despreciaría un cocido madrileño como usted lo hace con las alubias. Si algún día nos visita le recomiendo encarecidamente que pruebe tanto las babarrunak de Tolosa como las indabak de Gernika.Un saludo.
Veo con satisfacción que los comentarios ados en el blog echan por tierra los débiles argumentos sobre los que construían sus alegatos Francisco y Curro el madrileño. No creo que se pueda decir más, ni mejor.
Un día me referí a Francisco con expresiones de afecto y cariño. Me respondió que no le quisiese tanto, porque lo que él quería era criticarme. Pues muy bien.
En este post me sirvo de los comentarios adversos que publican otros, para poner de manifiesto la debilidad argumental de las razones aducidas, entre otros, por Francisco. Y Francisco, el mismo que ha irrumpido en este blog con críticas subidas de tono que se han publicado todas, se indigna y se despide. ¡Qué sensibilidad más delicada tiene usted, señor Francisco! Si se despide sólo porque constato que su argumentación, en este post, era débil, no sé si está en condiciones de entrar en los blogs que pueblan la red, con la bravura con la que lo ha hecho en este.
En cualquier caso, sepa que siempre tendrá las puertas abiertas, y que, como hasta ahora, sus opiniones se publicarán íntegramente, sin censura alguna.
El señor francisco verá porqué deserta de este blog. Yo no lo haré. Seguiré denunciando al nazionalismo excluyente que representan Ercoreca y su partido
Gracias Curro, seguiremos disfrutando con sus brillantes disertaciones.
Te felicito por tu tenacidad, ya que no lo puedo hacer por la brillantez y originalidad de las ideas que plasmas en este blog. Animo. No desistas.
Que lastima que espaňaňa no sea Swizerland por su democracia de hecho y con derecho y no la pobre e intolerante hispania
Gora Euskal Herria
La España de hoy es la misma que hace 500 años atrás nada mas que ahora se ha ido qedando mas peqeňa le aseguro una balcánica sesecion de unos décadas venideras
Gora Euskal Herria