Soy de los que creen que existe vida más allá de la política. Siempre he pensado que el monocultivo emprobrece y procuro no practicarlo en ningún ámbito. La política me apasiona -sería absurdo negarlo- pero no agota mis horizontes. Cuando haya de retirarme de la política activa, por tanto, tendré, afortunadamente, en qué ocupar mi tiempo de trabajo y de ocio.
Pero pienso igualmente que yerran quienes defienden que las cosas pueden ir bien -personal y colectivamente- situándose radicalmente al margen de la política. Si la política no funciona, o funciona mal, es seguro que, antes o después, los ciudadanos y la sociedad saldrán perjudicados. Quienes se desentienden de la política, expresan una actitud de irresponsabilidad personal y social que, por una u otra vía, se vuelve como un boomerang contra los propios interesados.
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