Uno de los recursos argumentales más socorridos de la lógica clásica, es el de la reducción al absurdo, que sigue siendo muy utilizada en los debates políticos. Su mecánica es muy sencilla. Cuando alguien quiere demostrar la invalidez de un argumento utilizado por el contrario, lo formula como proposición, con objeto de analizar los resultados a los que su aceptación conduce y acreditar, así, que desemboca en una conclusión absurda o imposible. Y como nadie puede perseguir, en buena lógica, un resultado absurdo o imposible, la propuesta que se quiere combatir deviene, sencillamente, en algo que se debe rechazar.
En el debate político vasco, este recurso argumental se utiliza con frecuencia para intentar demostrar la ausencia de sentido que pretendidamente aqueja a los planteamientos y reivindicaciones formulados desde el nacionalismo vasco.
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