Uno de los recursos argumentales más socorridos de la lógica clásica, es el de la reducción al absurdo, que sigue siendo muy utilizada en los debates políticos. Su mecánica es muy sencilla. Cuando alguien quiere demostrar la invalidez de un argumento utilizado por el contrario, lo formula como proposición, con objeto de analizar los resultados a los que su aceptación conduce y acreditar, así, que desemboca en una conclusión absurda o imposible. Y como nadie puede perseguir, en buena lógica, un resultado absurdo o imposible, la propuesta que se quiere combatir deviene, sencillamente, en algo que se debe rechazar.
En el debate político vasco, este recurso argumental se utiliza con frecuencia para intentar demostrar la ausencia de sentido que pretendidamente aqueja a los planteamientos y reivindicaciones formulados desde el nacionalismo vasco.
El problema es que, en ocasiones -casi siempre, para ser más exactos- el planteamiento se hace partiendo de bases falsas, por lo que, en lugar de poner en evidencia la falsedad del argumento aducido por el contrario, se acaba escribiendo un relato de ficción que nada tiene que ver con la realidad.
Esto es lo que, de un tiempo a esta parte, estoy viendo que ocurre con la transferencia a Euskadi de la Investigación Científica y Técnica. Cada vez son más los que salen en defensa de la ministra Garmendia, y aspiran a corregir la inmensa torpeza con la que ha negado públicamente esta transferencia, apoyando sus tesis de fondo, pero desde argumentos aparentemente más sólidos, que pretenden reducir al absurdo la reivindicación vasca.
Ayer, domingo, el diario EL PAIS publicaba un artículo firmado por el periodista Emilio Alfaro («Política con ciencia no es política científica» publicado en la sección del País Vasco, pág. 4) en el que se ensayaba esta técnica con notable maestría. Y hoy mismo, el secretario general del PSE de Gipuzkoa hace uso de una táctica similar en una entrevista publicada en DEIA.
Según Emilio Alfaro, el dilema ante el que se encuentra Euskadi en el ámbito de la Investigación Científica es el de optar por «una estructura científica autárquica y soberbiamente aislada», que se supone que es lo que pedimos los nacionalistas vascos, o por «participar en el sistema de ciencia estatal e ntegrarse a través de él en los programas de investigación europeos y globales». La «pulsión» de los nacionalistas vascos, tiende, según Alfaro, a «hacer nuestra propia ciencia contando lo mínimo con la Administración central»; lo que aboca a un modelo de «exclusividad, que carece de sentido en un ámbito como el de la investigación científica, donde cualquier proyecto de calado desborda las fronteras nacionales».
Como se ve, la revindicación del nacionalismo vasco queda, así, reducida al absurdo. Los nacionalistas piden algo que «carece de sentido en un ámbito como el de la investigación científica».
En la entrevista publicada hoy, Arriola se desliza por la misma pendiente: «hay que tener en cuenta que en un mundo moderno nadie es autárquico en I+D+I», afirma el ex alcalde de Eibar
Ante estas ayudas espontáneas que recibe la ministra, cabe preguntarse: ¿Pedimos los nacionalistas vascos una «estructura científica autárquica y soberbiamente aislada» como sugiere Alfaro? ¿Pretendemos, acaso, combatir la tesis de que «en un mundo moderno nadie es autárquico en I+D+I?
Es obvio que no. Sin embargo, los socialistas y sus adláteres insisten en ello, con la pretensión de reducir al absurdo nuestra reclamación; una pretensión tan burda como falaz, porque atribuye a los nacionalistas vascos una posición -la que desemboca en resultados absurdos- que nunca hemos defendido.
Veamos el asunto por partes.
Digamos, en primer lugar, que la de Investigación Científica y Técnica es una materia que aparece recogida, expresamente, en el Estatuto de Gernika, cuyo artículo 10.16 aribuye esta competencia a Euskadi, como competencia exclusiva «en coordinación con el Estado». ¿Sirve esta previsión para algo, o no sirve?; ¿Debemos ignorarla? ¿Deberíamos hacer como si no existiese? Si la respuesta es sí, no hay nada que añadir. Pero si la respuesta es no, habremos de empezar por admitir que algo debe entrañar su existencia de cara a las transferencias, ¿o no? Si alguien sostiene que en este y en otros puntos existen razones objetivas como para afirmar que el Estatuto no se debe cumplir, que lo diga. Lo que no se puede es autodenominarse estatutista y, al mismo tiempo, negar el cumplimiento cabal del Estatuto.
En segundo término hay que recordar que, hace tan sólo un par de años, el Plan López incorporó esta transferencia al listado de materias en las que quedaban pendientes traspasos de medios y servicios a Euskadi. Si ahora los socialistas pretenden ampararse en el carácter universal y no parcelable de la Ciencia, para negar su transferencia, ¿por qué razón no lo dijeron entonces?; ¿Acaso alguien pretende convencernos de que hace dos años a Euskadi le convenía la transferencia y ahora no? ¿Es que entonces la Ciencia era parcelable y ahora no? ¿Por qué no afloraron entonces las voces que ahora tanto empeño ponen en denostar la absurda fórmula autárquica que, al parecer, exigimos los nacionalistas vascos? ¿O es que uns misma fórmula es autárquica y rechazable si la defiende un nacionalista vasco y abierta, flexible y eficaz si la defiende un militante del PSE?
En tercer lugar, debo añadir que, cuando reclamamos la transferencia de I+D+I, los nacionalistas vascos no optamos por una fórmula autárquica, por mucho que los socialistas y sus epígonos mediáticos se empeñen en reducir al absurdo nuestras pretensiones.
Hay espacios de la investigación -buena parte de la que se lleva a cabo para la innovación de los procesos productivos de determinadas empresas vascas, por ejemplo- que se gestionan con una eficacia mucho mayor desde la proximidad. En estos espacios, la intervención de los poderes autonómicos puede producir mejores resultados que las instancias públicas centrales o europeas. No estoy hablando de autarquía, sino de gestionar públicamente, unas iniciativas investigadoras que han surgido muy pegadas al terreno, desde la interacción entre las empresas y los centros tecnológicos, con unos objetivos muy definidos.
Las grandes iniciativas investigadoras requieren, por supuesto, otro escenario y proyección. Ahí, la cooperación será imprescindible. No sólo entre los poderes públicos del Estado español, sino entre estos y los europeos. Pero para abordar estos proyectos de investigación es imprescindible que a cada uno se le de previamente lo que le corresponde. Cada uno coopera desde lo que tiene; y los vascos tenemos una comunidad con competencia en materia de Investigación Científica, que se ha de hacer efectiva mediante la oportuna transferencia.
¿Es tan difícil de comprender? ¿O es, sencillamente, que no se quiere comprender?
Es verdad. Es frecuente que, en boca de los nacionalistas españoles, los nacionalistas vascos acabemos convertidos en una caricatura. Y así, es fácil criticarnos. Pero no nos critican a nosotros, sino a la caricatura.
Egunon Josu. Oraintse irakurri dut Pais-en Espainiako aurrekontuen negoziazioari buruzko artikulua. Eutsi gogor. Krisi hau ez da izango munduaren amaiera, ta krisiaren aitzakiarekin ezin dira gure botoak doahinik eman. Animo!!!