El proceso abierto en el seno del PSOE para la elección de la persona que ocupará la secretaría general de esta formación política durante los próximos cuatro años, se está viendo salpicado por declaraciones de militantes afines a las dos candidaturas, en las que se advierte un cierto regusto neonacionalista español. No lo digo como crítica –cada partido es libre de marcar la línea política que más le apetezca- sino como constatación; como una constatación que.-sería absurdo negarlo- incluye, en mi caso, un punto de inquietud por las consecuencias que puede acarrear. En cualquier caso, no puedo dejar anotarlo aquí: en los últimos días me parece advertir en el seno del PSOE un claro rearme de la retórica nacional española, que parece querer saldar cuentas con el pasado más reciente, con el propósito de recuperar la firme vocación españolista de esta formación política.
El acceso de Zapatero a la cabeza del partido socialista y su posterior encumbramiento a la presidencia del Gobierno, vinieron acompañados de un discurso y unas actitudes que, de alguna manera, reflejaban un cierto desapego con respecto a la idea nacional española. Recuerdo una conversación que mantuve con Jesús Caldera en torno al año 2004, en la que el entonces ministro de Trabajo y Seguridad Social, intentaba convencerme de que la generación que en aquellos momentos se encontraba en la dirección del PSOE -la elegida en el Congreso de julio de 2000- carecía de afectos y emociones nacionales, porque el discurso patriotero del españolismo, auspiciado desde la derecha, nada les había aportado en su desarrollo vital, personal o profesional. Sus afectos y emociones políticas -argumentaba Caldera- se articulaban en torno al eje de la igualdad y la solidaridad, no alrededor del eje nacional español. “¿Qué me han dado a mí la retórica nacional española y los valores que la sustentan?” “¿Qué nos han aportado a los socialistas de mi generación?” “¿Acaso nos ha proporcionado estudios, trabajo o condiciones para el desarrollo personal?”
Es cierto que su discurso quebraba un tanto cuando, ante mis réplicas, se veía obligado a admitir que el hecho mismo de considerar -como él hacía- que el marco territorial sobre el que había de proyectarse su pulsión solidaria era el español, y no el planeta o el universo todo, entrañaba una cierta querencia nacional española. Pero admito que, pese a todo, en aquel momento, su planteamiento tenía, para mí, algo de novedoso. En Euskadi, por regla general, los socialistas al uso eran, ante todo y sobre todo, españoles. Si algo les identificaba no eran los valores de la izquierda, sino el hecho de esgrimir sin ambages, e incluso con orgullo, una identidad nacional española que exhibían joviales de la mano del PP.
Después vino aquella célebre declaración de Zapatero en la que sostenía, por referencia al artículo 2º de la Constitución española, que el de nación es un concepto “discutible y discutido”; una tesis que, como recordarán los que tengan edad y memoria, provocó una airada reacción contraria del PP y de las tertulias, editoriales y articulistas de la prensa conservadora En fin, los debates sobre la caracterización de Catalunya en el texto del Estatut -como nación, nacionalidad o comunidad nacional- cerraron el círculo. Lo que decía Caldera empezaba a adquirir tintes de verosimilitud. Nunca antes se había visto algo semejante en la política española. El modelo de convivencia que proponían Zapatero y su entorno, no descansaba sobre el férreo postulado nacionalista de la “unidad indisoluble de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”, sino sobre otros pilares.
Aquel inédito panorama despertó expectativas que hasta entonces dormitaban sumidas en la desesperanza. Recuerdo a un independentista catalán afirmando, esperanzado que, por fin, la aspiración de Catalunya a gobernarse por sí misma, encontraba, como interlocutor, a un presidente del Gobierno que, ni era nacionalista español, ni compartía los dogmas nacionales que atenazaban a todos los que le habían precedido en el desempeño del cargo. El dialogo -decía- empezaba a hacerse posible.
Pero con el paso de los años, aquella montaña de ilusiones que la heterodoxia nacional de Zapatero y sus colaboradores despertó en la periferia -en cierta periferia, mejor dicho, porque en Euskadi, los socialistas siempre cerraron filas con el PP en el debate sobre la cuestión nacional- se ha ido desmoronando. La rigurosa sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya -un texto que, para más INRI, ya había sido cepillado por las Cortes Generales antes de ser impugnado ante el alto tribunal- desinfló a los más entusiasmados, haciéndoles pisar la cruda realidad. Y el posterior declinar del Zapaterismo, está alumbrando -como reacción, probablemente, a lo que él representó- un reforzamiento del pensamiento y de las señas de identidad más españolistas del PSOE. Escuchando a sus líderes, uno tiene la sensación de que, últimamente, todos piensan como Bono. Esta súbita eclosión del nacionalismo español dentro del PSOE, se ha visto facilitada por el hecho de que una de las candidatas a la secretaría general sea militante del PSC; lo que genera todo tipo de suspicacias y prevenciones en las bases del PSOE. Sus contrincantes consideran que ese es uno de sus puntos más vulnerables ante el votante castellano o andaluz y cargan sus baterías de pesada munición españolista. Y sus partidarios, se defienden de esta ofensiva haciendo proclamas de sincero españolismo.
He aquí algunos retazos de este rearmado discurso españolista que percibo en el seno de la formación socialista. No es una lista exhaustiva de declaraciones, por supuesto. Sólo incluye un puñado de ellas escogidas al azar de las muchas que se han hecho públicas durante las últimas semanas. Pero creo que es bastante representativa.
La revista Temas para el debate, dedica su número de febrero al futuro del PSOE. Su editorial -el consejo de redacción está presidido por Alfonso Guerra y su mano es claramente apreciable en este punto- lamenta los perjuicios que han irrogado al partido los “viajes al centro” y, sobre todo, el imposible intento de “acoplar” socialismo y nacionalismo. Como solución a estos errores, sugiere al PSOE que construya “un proyecto nacional e internacional que sea genuinamente socialdemócrata”,
Joaquín Leguina, ex presidente de la comunidad de Madrid, ha afirmado que con Carmen Chacón, “el PSOE va al suicidio”, porque su candidatura supondría “repetir esa jugada de 2000 con Zapaaero, que si juventud, que si feminismo, que si nuevos tiempos,…caer dos veces en la misma trampa, sería estúpido”. E interroga: “¿Alguien le ha preguntado a esa señora qué opina de los artículos 2 y 3 de la Constitución y de la actitud del PSC?”. El principal reproche afecta, pues, al discurso que el PC y la propia Chacón han llevado a cabo en lo tocante a lo simbólico-nacional y a la distribución territorial de poder dentro de Estado.
Estos mismos días, Nicolás Redondo publicaba un artículo de opinión en El Mundo que insistía sobre los mismos tópicos: “Sería conveniente –inquiría- que Carme Chacón nos dijera qué piensa sobre el futuro de la nación española. ¿Somos la suma de las comunidades autónomas o algo más y distinto? ¿España es una nación de naciones?”. Redondo cree que quien quiera representar al PSOE debe “hablar muy claro sobre su idea de España”. Y está convencido de que los socialistas deben decir “lo mismo en todos los lugares de España, pero para ello es imprescindible un discurso nacional, basado en una idea coherente de la nación española”.
Pero lo más curioso del asunto es que, acomplejado, probablemente, por este discurso neonacionalista español, que le echa en cara el escaso compromiso patriótico que ha exhibido durante los últimos años, el sector del PSOE que más claramente habría de reivindicar aquel legado patrióticamente heterodoxo del que me hablaba Caldera en 2004, parece plegar velas y arrugarse ante el vehemente ciclón españolista, asumiendo, implícitamente que están en sintonía con él. Algunos de los que apoyan a Chacón dejan claro desde el principio que lo hacen desde la convicción de que su catalanismo está acompañado de un profundo sentimiento español. El jacobino Borrel, por ejemplo, ha señalado que su apoyo a la candidata del PSC no resta un ápice a sus convicciones españolistas, porque destaca de Carmen el hecho de que “es una mujer joven, que sea catalana y que se siente muy española”.
Pero es que el mismo Zapatero que antaño sostuvo aquello de la nación “discutida y discutible”, cambia de registro y admite que se equivocó cuando hizo aquella declaración. En una entrevista que concedió el pasado mes de diciembre a Melchor Miralles en el ABC, el todavía presidente del Gobierno aseguraba que no tenía duda alguna de que España es una nación: “Absolutamente, solo faltaría”, exclamaba Zapatero para remachar su posición. Y con todos los matices que se quiera, concluía: “la verdad es que si hoy tuviera que repetirlo -se refiere a lo de discutido y discutible- pues no lo repetiría”. En este marco de reconvenciones y rectificaciones, a nadie debe extrañar que la propia Chacón, declarase en un encuentro con los socialistas madrileños que “soy profundamente socialista y, por tanto, profundamente antinacionalista”. Que quien ha ocupado durante los últimos cuatro años la cartera de Defensa, participando activamente en toda la amplia variedad de actos simbólico-patrioteros que integran el protocolo castrense –“Soldados, Viva España”, “Rindan honores a la bandera”, etc.- nos diga ahora, para defenderse de quienes le acusan de catalanista, que es “profundamente antinacionalista”, provoca sorpresa y una mayúscula estupefacción.
En definitiva, que sea por convicción o por acomplejada reacción, lo cierto es que un discurso de sesgo neonacionalista español está adquiriendo estado en las dos facciones que se disputan el acceso a la secretaría general del PSOE. Lo que permite augurar que, gane quien gane el proceso interno que culminará el próximo domingo, durante los próximos años, veremos emerger de las filas del partido socialista, una retórica de sabor nacionalista que reivindicará con orgullo lo español y la nación única e indivisible, demonizando todo lo que no encaje en esa ortodoxia.
No hay mal que por bien no venga……
Un PSOE mas azul, o rojigualda si se quiere, terminaria por fracturar al PSC…. y eso haria un PSOE mas flojo y debil (un enemigo menos)….. Con respecto al PSE o el PSN….. ya no hay nada que hacer…. el 100% de su militancia es como guerra o Redondin Terreros.
Lo de Zapatero fue una filfa. El PSOE lleva el centralismo españolista en su ADN. Son antes españoles que izquierdistas. Si que realmente les queda algo de izquierdistas. Al PSOE le sobran la s y la o. Partido Español.
Impresionante. Yo no me había dado cuenta, pero es verdad. El PP ya es un partido nacionalista cuartelero de Santiago y cierra España. Si ahora se le añade el PSOE con un patrioterismo tipo Bono o Nicolasito Redondo, ¿A donde vamos a llegar? Esto se va a convertir en un tablao flamenco.
“Después vino aquella célebre declaración de Zapatero en la que sostenía, por referencia al artículo 2º de la Constitución española, que el de nación es un concepto “discutible y discutido”; una tesis que, como recordarán los que tengan edad y memoria, provocó una airada reacción contraria del PP y de las tertulias, editoriales y articulistas de la prensa conservadora”
Sin que sirva de precedente, estoy completamente de acuerdo con esta afirmación de Zapatero. Lo que resulta verdaderamente chocante es que a estas alturas de la película haya todavía por ahí individuos que sólo aceptan esta tesis si no se aplica a su sagrada “nación”. Si además esa “nación” es sólo un mero proyecto (algunos pensamos que nefasto pensando en Euskadi), la cosa deja de ser chocante para convertirse más bien en penosa.
Es hilarante (tirando a irrisorio) que los nacionalistas de una misma secta siempre se consideren así mismos como progresistas y simultáneamente, sin el menor pudor, tachen a los nacionalistas de la “secta enemiga” como conservadores reaccionarios.
Josu, algunos desarrapados “no-nacionalistas” (te lo juro-prometo que existen) os consideramos sin embargo a todos los nacionalistas (sin excepción alguna) como reaccionarios en el sentido más nefasto del término, aunque ciertamente, en esto también hay grados, la patología nacionalista no afecta a todos por igual.
Resumiendo, unos y otros tenéis un discurso insoportablemente pesado, cansino y aburrido a más no poder ¡socorro!
Saludos cordiales
Me encantan los españolistas recalcitrantes que se disfrazan de no-nacionalistas. Los españoles no solo se permiten venderse como progresistas frente a los retrógados nacionalismos vasco y catalán, sino que pueden hasta considerarse no-nacionalistas. No se conforman con decir que su nacionalismo es bueno, frente al nacionalismo malo, vasco y catalán. Tienen el morro de decir que ellos (Santiago y cierra España) no son nacionalistas y que todo nacionalismo es malo. Ya se sabe. Desde Primo de Rivera sabemos que una de las principales cosas que se puede ser en el mundo, es español. Que le pregunten a Merkel.
El neoespañolismo del psoe es patente. Lo formulan con eufemismos, pero lo no lo ocultan. En el discurso triunfal de ayer, tras su eleccion como secretario general, Rubalcaba dijo que defiente un partido federal, pero no una federacion de partidos. Es decir, que el fondo de poder estará en Ferraz.
Dijo tambien que el psoe es partido, socialista, obrero y español, y que debe seguir siendo las cuatri cosas. Lo de socialista y lo de obrero ya sabemos en qué queda en Euskadi, donde López ha pactado con el PP -¿socialista y obrero?- y los consejeros son una pandilla de ni-nis, como el propio López o Ares, que son meros intrigantes de aparato sin estudios ni cualificacion profesional. Al psoe, en realidad, solo le queda lo de español. Partido Español.
[…] Josu Erkoreka bere blogean: Rearme de la retórica nacionalista en el PSOE […]
El editorial del ABC de hoy dice: «Los socialistas han decidido no correr riesgod con la figura de Chacón, una opción a la sus connotaciones filinacionalistas -que tanto quiso disimular con su campaña «españolista»- habrían lastrado su proección nacional. Y en lugar de inclinarse por la savia «nueva», han optado por elegir una figura con un bagaje político màs sólido y, si puede decirse así, más jacobino».
O sea que la derecha mediática española està contenta por el hecho de que hayan ganado los más jacobinos, entre los que se encuentra Patxi López. El jacobino.
Daniel, vas a defender tu la unidad de espana por la fuerza, aplicando el articulo 8 de la constitucion ?
Es imposible ser no-nacionalista y constitucionalista a la vez. Defender la independencia de Euskadi violentamente es lo mismo que defender la unidad de espana violentamente, como todos los constitucionalistas han jurado hacerlo
«Bailemos todos al son de un patrioterismo ridículo mientras en Francia nos relegan a sus guiñoles. Por ahora, sólo un organismo ha salido en defensa de los intereses de España, el TAS, que en su sentencia echa por tierra la posibilidad de que en nuestro país, presunto territorio de la UE, pueda haber ganado engordado con clembuterol. Sólo el TAS ha dicho firmemente que en España los alimentos pasan controles sanitarios y no están envenenados. Ni el presidente del Gobierno fue capaz. Casi nada en un país sumido en una crisis económica y que depende del turismo.»
http://www.lapaginadefinitiva.com/2012/02/08/periodismo-muerto/
Si la campaña de los guiñoles fuese anti-vasca y los vascos nos quejásemos, nos acusarían de racistas y xenófobos. Pero los españoles pueden montar todo un discurso victimista y patriotero en torno a eso.
“Daniel, vas a defender tu la unidad de espana por la fuerza, aplicándole articulo 8 de la constitución?”
Tackolo3, yo, por la fuerza, probablemente como mucho sólo defendería mi propia independencia.
Hasta ahora, aunque desgraciadamente no he conseguido ser todo lo independiente que a mí me gustaría (sobre todo mentalmente), continúo con mi (sospecho) inacabable tarea.
Por cierto, no estaría mal que le dedicaras un poco más de atención a la liberación de tu mente que a la liberación de la entelequia esa rimbombante que algunos llamáis (siguiendo las consignas del inefable Sabino Arana) machacona Euskadi.
Si me incluyes a mí entre los “contitunacionalistas” que han jurado defender hasta con violencia determinadas fronteras, diré que te equivocas radicalmente. En su primera acepción del DRAE se dice que jurar es poner a Dios por testigo, y yo tengo la “desgracia” de no saber si “Dios” existe: ¿Tú si lo sabes?
No es exagerado decir que en todo tiempo y lugar ambos conceptos (dios y nación) casi siempre han ido de la mano (o por separado) dejando en el camino no pocos cadáveres y penalidades de todo tipo.
Saludos cordiales
Daniel, dedicate a lo tuyo, espana, y deja a los vascos en paz. Sera mejor para todos.
Goodbye Spain.
Por ultimo, no cojas la pistola y quitasela a tus militares cuando Euskadi o Catalunya se declaren independientes. Lo demas de ti o de espana, no interesa
“Por ultimo, no cojas la pistola y quitasela a tus militares cuando Euskadi o Catalunya se declaren independientes. Lo demas de ti o de espana, no interesa”
Takolo3, ahí, ahí ¿Cómo no habré captado la sutileza antes? En un lado estoy yo o España (lo malo) y en el otro los vascos todos como una piña (lo bueno). Tengo que reconocer que estaba confundido, no hay más que leerte para comprobar que lo de los “hechos diferenciales” son una realidad contundente (en tu caso es que no cabe la menor duda).
Voy a tener que pedirle disculpas a Josu por haberle acusado a veces de exagerar torticeramente y con fines de dudosa ética las diferencias entre “vascos” y “españoles”.
Nada, nada ¡Gora dios y las leyes viejas!
Saludos cordiales
Agur Daniel, hasta nunca.
Las alianzas se forjan en los momentos dificiles, como cuando Aznar, su partido y el PSOE insultaban dia si y dia tambien a la mayoria social vasca, que es nacionalista. Aquellos tiempos rompieron cuanquier posibilidad de acuerdo.
Agur Danien, GoodBye Spain …… hasta nunca