Esta mañana he estado de campaña en Ondarroa, donde he tenido ocasión de saludar a viejos amigos y de pulsar el ambiente que se respira en este singular municipio vizcaíno en vísperas de las elecciones.

Con Izaskun Bilbao y Felix Aranbarri repartiendo propaganda electoral por las calles de Ondarroa
Veinte minutos antes de la hora fijada para la cita -en la cultura euskaldun la puntualidad es rigurosamente prusiana; nada que ver con los distendidos hábitos extendidos del Ebro para abajo- los principales protagonistas del acto se encontraban reunidos ya en el primer muelle del puerto: El alcalde, Félix Aranbarri, el miembro de la Gestora Ricardo Gatzagaetxebarria, el presidente del BBB, Andoni Ortuzar y la presidenta del Parlamento vasco, Izaskun Bilbao. No estaban solos, obviamente. Les rodeaba un amplio cortejo de ondarrutarras y gentes venidas de los pueblos vecinos: de Berriatua, Markina y Lekeitio, fundamentalmente.
El mensaje de campaña ha corrido a cargo de Ricardo y de Izaskun, que han tomado el micrófono para pronunciar sendas alocuciones al público reunido. Ricardo ha expuesto los proyectos que alberga la Gestora para el desarrollo del municipio, la generación de riqueza y el mantenimiento del empleo. Como es habitual en él, ha demostrado que conoce la villa como la palma de su mano, y que la Gestora no está para figurar, sino para trabajar por Ondarroa y los ondarrutarras. Son otros -no creo que sea necesario precisar quienes- los que se dedican a romper y destruir.
Tras él, Izaskun ha explicado, sintéticamente, algunos de los principales compromisos que contempla el programa del PNV para la promoción de la pesca, el turismo y el sector agroalimentario. Ambos han transmitido seriedad, honestidad y entusiasmo. Tres valores típicos de los hombres y mujeres del PNV. Les conozco desde hace muchos años y puedo dar fe de que son gente en la que se puede confiar plenamente. Honrados, nobles y trabajadores. Votarles es garantizar que alguien se empeñará con todas sus fuerzas en sacar adelante los proyectos comprometidos ante el pueblo de Ondarroa.
Después hemos visitado el batzoki para tomar un refrigerio. Y tras repostar, hemos hecho un recorrido por el entorno de la Alameda, repartiendo caramelos y propaganda electoral. Es lo que toca en campaña. Algunos, la rechazaban con gesto hosco. Ondarroa es una plaza fuerte de los BOLTXEs, habituada a las formas vehementes. Pero la mayoría de la gente nos ha acogido con respeto e incluso con muestras de cariño. Tras la espesa costra revolucionaria que últimamente lastra la imagen de la villa, en Ondarroa bulle un pueblo pacífico y amigable que piensa en clave constructiva. Se nota, con todo, que es una localidad vigilada, cuyas calles están estrechamente controladas por una especie de STASI que presiona y amenaza. Las muestras de apoyo y ánimo se expresan en voz baja. Y no todo el mundo se siente cómodo exhibiendo públicamente propaganda del PNV.
Los militantes, cargos y candidatos avanzábamos pacíficamente en nuestro recorrido electoral cuando, súbitamente, por una de las calles que desembocan en la Alameda, accedió a la misma un ruidoso grupo de jóvenes de la Izquierda Radical, que empezó a gritarnos las consignas habituales. Ya se sabe: «Demokrazia Euskal Herriarentzat»; «PNV Espainiaren morroi» y lindezas semejantes. Como pretendiendo reforzar sus invectivas con gestos concretos, los jóvenes exhibían, ostensiblemente, carteles y pasquines de la candidatura D3M. La ilegalizada. Me ha llamado mucho la atención, el hecho de que uno de estuviese vestido con una camiseta del Real Valladolid. Vivir para ver.
La Ertzantza los ha mantenido a raya pero, obviamente, nuestro paseo ha tocado a su fin. Mejor tener la fiesta en paz.
Ya de regreso hacia el coche, que tenía aparcado en el mirador de la carretera hacia Mutriku, he hablado amigablemente con seis señoras, que se me han interesado por las cuitas políticas de Madrid y que me han prometido su apoyo a la candidatura de Ibarretxe. Después, he coincidido en el puente de Calatrava con un hombre que conoce a Ricardo desde la niñez, porque ambos compartieron aulas en la escuela local. Tiene un excelente recuerdo del candidato. Me ha confesado que lleva tiempo sin votar -no cree demasiado en la política- pero que esta vez va a hacer una excepción, porque considera que es necesario apoyar al PNV para garantizar la preservación de la cultura euskaldún e impedir que la personalidad quede diluida y desnaturalizada.
Más tarde, ya en el mirador, apoyé los codos sobre la barandilla para contemplar, por unos minutos, la panorámica de Ondarroa que se contempla desde aquel lugar. En el cielo lucía el sol y la vista era excelente. Y el espectáculo me trajo a la mente la figura de Felipe Egiguren; un jeltzale ondarrutarra cuya biografía conozco merced a un impresionante escrito inédito que hace unos días me prestó Iñaki Anasagasti.
El trabajo, suscrito en Barcelona, por el propio Egiguren, el año 1968, recoge los principales avatares que jalonaron su vida entre el día de su nacimiento -que tuvo lugar en Ondarroa en 1903- y el año 1945.
Felipe Egiguren militó en el PNV desde su más tierna juventud. Ejerció de secretario en la organización local del Partido y, en las elecciones de 1931, salió elegido concejal, aunque, por indisposición temporal del alcalde, hubo de desempeñar la alcaldía durante los primeros meses de legislatura.
El relato es muy interesante. Describe la situación politica de Ondarroa durante la dictadura de Primo de Ribera y la II República y cuenta con bastante detalle la experiencia personal del propio autor durante la Guerra Civil, así como su paso por los amañados tribunales y las cárceles franquistas. La obra permite descubir a un nacionalista de cuerpo entero; una persona honesta a carta cabal, de convicciones firmes y lealtades inquebrantables. Un hombre serio, que destila un profundo humanismo.
De los históricos enfrentamientos locales entre nacionalistas y carlistas, Egiguren refiere que el enfrentamiento entre estos dos grupos era «tenaz, agresiva y hasta furibunda. Existía mucha enemistad entre ambas organizaciones, demasiada, y el clima era denso y cerrado de pasión». Es curioso. Uno no puede evitar advertir un cierto paralelismo entre el panorama que describe Egiguren y el que hoy mismo se da en Ondarroa entre el nacionalismo vasco y la izquierda radical. Con el curioso detalle de que, algunos de los que hoy militan en este última, son descendientes de aquellos que en las primeras décadas del siglo XX luchaban «por Dios por la Patria y el Rey».
Pese a las rencillas existentes entre ambos grupos, Felipe da fe de que, durante las primeras semanas de la Guerra Civil, los nacionalistas dieron cobijo y protección a muchos carlistas y derechistas locales, que eran perseguidos por los milicianos de izquierdas. «El PNV -asegura- ni ordenó, ni detuvo a ningún tradicionalista en Ondarroa desde el 18 de julio al 4 de octubre de 1936». Es más. En muchos casos, se les escondió en lugares seguros e incluso se les permitió pasar discretamente al frente contrario, para que sus vidas no peligrasen ante los excesos de los milicianos.
Desgraciadamente, este gesto de solidaridad no fue correspondido por los tradicionalistas cuando Ondarroa fue ocupada por las tropas franquistas. Y los que salvaron su vida merced a los buenos oficios de las fuerzas nacionalistas, se dedicaron, después, a suscribir las denuncias que condujeron a éstos a los calabozos de la policía franquista y a las interminables prisiones que hubieron de padecer. Esa era, al parecer, su idea de la gratitud.
Detenido y maltratado, Felipe, como otros muchos de su filiación política y de su generación, padeció un auténtico calvario por los Consejos de Guerra y las cárceles franquistas. Palizas, vejaciones y humillaciones sin cuento que, los que hoy despachan la trayectoria histórica del PNV con tres comentarios despectivos que hablan, frívolamente, de racismo, conservadurismo y cobardía, no serían capaces de imaginar.
De su largo y penoso periplo por el submundo penitenciario del franquismo, cabe destacar, por su curiosidad, la relación que mantuvo con el falangista Manuel Hedilla, condenado, también, por los tribunales de Franco, por resistirse a aceptar la adulteración que el Caudillo introdujo en la filosofía y la organización de la Falange, con el propósito de asegurarse su control.
Aunque singular y sorprendente, el testimonio de Felipe no está inventado. Lo confirma, entre otros, la biografía de Hedilla que García Venero escribió en los años sesenta. Siempre me sorpendió lo que García Venero relataba sobre las relaciones que Hedilla mantuvo en la cárcel con un grupo de jóvenes nacionalistas vascos que se acercaban a él para atenuar su depresión y ayudarle a encontrar consuelo en la fe católica que todos compartían. Pues bien, las memorias de Egiguren confirman en primera persona el chocante relato de García Venero y acreditan la entereza y la grandeza moral que animaba a los nacionalistas de la generación de Agirre. Eran nacionalistas vascos sin matices, pero eran, también, católicos militantes que destilaban una profunda solidaridad cristiana. Ideológicamene se encontraban en las antípodas de Hedilla, pero eran capaces de trascender las diferencias políticas para aproximarse en lo humano a un ser que sufría injustamente la soledad y la marginación. De Hedilla, escribe Egiguren que «fuere lo que fuere políticamente, sufrió, hasta la exageración, un calvario atroz física y moralmente. Con ser mucho lo sufrido en su ser físico, fue mucho mayor aún el sufrimiento moral y espiritual. Los suyos, sus propios amigos y correligionarios le lanzaron a la cárcel, mientras muchos de ellos gozaban de mando, prebendas y placeres de la vida, dinero, honores, celebridad, etc.»
Como se ve, toda una lección de equilibrio personal y aproximación humana al ser humano marginado
Pese a todo lo sufrido, Egiguren no guarda un ápice de resentimiento o amargura. Y escribe sus memorias asegurando que «a todo aquel que me causó daño o perjuicio le perdoné tiempo ha, sin que ello sea óbice y signifique olvido de las consecuencias de los males sufridos por mí y mis familiares, sin más bien para que sirva de expriencia aleccionadora para el futuro».
Su enseñanza postrera es, sencillamente, emocionante. Es expresión de un humanismo reflexivo y maduro que constituye toda una lección de integridad personal y moral:
He escrito todo esto, mayormente para mis hijos. Para que sepan que la vida es lucha, y en ella, no todo es bueno. Que muchas veces (aun siendo uno bueno) toca sufrir y que este sufrimiento sirve, debe servir, para un mayor fortalecimiento de lo bueno que todo ser humano lleva dentro de sí. Que todo ideal, tanto espiritual como político, una vez de sentirlo y ser aceptado, debe ser llevado con dignidad humana, con amor y desprendimiento, confidelidad a lo que se siente»
Con el pensamiento ocupado por estas reflexiones, entré en el cohe, arranqué el motor e inicié el camino de regreso a casa, pensando en la inmensa experiencia vital de Felipe Egiguren y en lo bueno que sería que los ondarreses de hoy recuperaran su excepcional figura y recogiesen su rico testimonio humano, ponderando su talla personal y asimilando, en lo posible, su modélico ejemplo vital.
GENIAL: en pleno siglo XXI todavía hay gente que se cree la gran mentira vasca, que inventó Sabino Arana con ideas que también generaron el nazionalsocialismo. Suena muy parecido no? Nacionalismo-nazionalsocialismo. Lo primero la nación, y a los miles de vascos a los que nos ha jodido la vida ETA que nos den por el culo!!!!! vosotros vereis vuestras preferencias, la historia, la vida o el mismo Dios ya os pasarán cuenta, no os preocupeis.
…»García Venero relataba sobre las relaciones que Hedilla mantuvo en la cárcel con un grupo de jóvenes nacionalistas vascos que se acercaban a él para atenuar su depresión y ayudarle a encontrar consuelo en la fe católica que todos compartían»…
Inquietante batiburrillo este de falangistas y nacionalistas bajo el paraguas de la Iglesia Católica. Si señor.
Josu, resultan un poco duras las palabras de Iñigo, pero hay reconocer que tiene su parte de razón en cuanto al invento sabiniano y la gran similitud de muchos aspectos entre nacionalismo y nazismo. Y, yo diría que casi toda, respecto a lo de ETA, «vuestras preferencias» y la «historia».
Saludos
Iñigo:
Hay que tener muy poca inteligencia o mucho rencor para emitir opiniones de ese calibre basándote en tantos prejuicios y estereotipos vacíos.
Estoy seguro que ni te has leído el artículo de Josu ni sabes nada de la historia del PNV. En siete líneas te despachas en este blog (con un corta y pega que andas poniendo en otros sitios) y nos enjuicias a una gran parte de los vascos.¡¡ Bonito desahogo!!. Eres un ejemplo de la intolerancia que nos oprime por los dos lados. Los extremos se tocan y tú estás muy cerca de todo lo que aparentemente criticas. Seguro que, con tu capacidad de análisis crítico, el Führer hubiera tardado muy poco en haberte convencido para su causa.
En la foto del blog aparece Felix Aranbarri, presidente de la gestora, que esta literalmente dando su vida por el pueblo. Le amenazan todos los días, le han quemado el coche, etc. Sin contar a la gente asesinada por ETA y del PNV. Y concejales y cargos del PNV, que sufren el ataque diario de estos sinvergüenzas en muchísimos pueblos pequeños de Euskadi.
Y esta pareja de listillos, que seguramente en su vida, han sido capaces de dar la cara ante la izquierda radical dándonos clases a nosotros.
Cuando se realiza la primera manifestación contra ETA en este país(1978), organizada por el PNV, muchos que nos dan clases de demócratas, apoyaban a ETA. En el PSE y UPyD hay unos cuantos.
Ondo izan,
Muchas veces me he planteado si sería capaz de desarrollar una labor política y aunque me considero, y así me lo han confirmado en muchas ocasiones, una persona muy paciente y con mucha capacidad de aguante, cuando oigo y leo «elogios» como los que Iñigo y Daniel dedican al nacionalismo dudo de si sería capaz de mantener una relación cordial y de entendimiento con quien me profesa tanto «cariño» de forma pública y notoria una y otra vez, como sucede con las declaraciones de muchos políticos y en este caso con dos «opinadores». Soy capaz de hacer caso omiso a críticas y reproches infundados pero no me sale hablar con naturalidad con quien me insulta constantemente.
El nacionalismo, y dentro de él el PNV, tiene se historia, y el nazionalismo o nazional-socialismo la suya, y todos sabemos quién ha hecho qué. Y viendo como comparáis ambos diría que vuestra capacidad de análisis y entendimiento deja mucho que desear.
No pidáis ni exijáis un respeto que no mostráis.
Un saludo.
Dos preguntas. 1 ¿Es este Eguiguren pariente del Jesús Eguiguren el socialista proetarra? 2 ¿Habla en sus memorias de los asesinatos del 4 de enero de 1937 y del pacto de santoña o se «olvida» de ellos?
Sumergido, como estoy, en la campaña, procuraré responder a los que han introducido comentarios en este post.
A Iñigo no tengo el honor de conocerle. Pero me gustaría hacerle unas cuantas precisiones, porque me da la impresión de que se conduce sobre tópicos muy simplistas. Cómodos, pero simplistas.
1.- Nazionalsocialismo, amigo Iñigo, entronca con «nacional», no con «nacionalista». Examínalo con un poco de atención. La expresión nazional-socialista, con la que se denominaba a los miembros de III Reich está integrada por dos sintagmas. Nacional y Socialista. Y nacionales, querido Iñigo, durante la Guerra Civil y todavía hoy en día, se hacen llamar los españolistas. Los que tienen a España como Nación eterna, única e indivisible.
2.- Por si lo anterior no te convence, te recuerdo que, durante la Guerra Civil y la postguerra, la sintonía entre el Nazionalsocialismo alemán y el Nacionalsindicalismo español -el de Franco y sus epígonos- no sólo fue semántica. Fue, también, ideológica y estratégica. Los que prestaron apoyo aéreo a los requetés en la campaña del Norte, fueron los aviones del III Reich. Los que bombardearon Gernika en beneficio de las tropas franquistas, fueron nazionalsocialistas alemanes. Los que apresaron en los campos de concentración franceses a cientos de nacionalistas vascos expatriados, fueron las tropas de Hitler, en perfecta coordinación con el régimen Franquista. El que pactó con Hitler en Hendaia fue Franco, el centinela de Occidente, no el nacionalismo vasco.
3.- ¿Cual es, por otro lado, la «mentira vasca inventada por Sabino Arana» ¿Acaso te refieres a la idea de que Euskadi es una nación que tiene, como todas las naciones del mundo, pleno derecho a ser dueña de sus destinos? ¿O lo que te molesta es el hecho de que una mayoría social y política de los vascos de hoy pueda sintonizar con esa idea y exija la posibilidad de expresar democráticamente su opinión?
4.- ¿De dónde extraes la conclusión de que ETA sólo ha causado mal -tú hablas de que «nos ha jodido la vida»- a los vascos que no se sienten nacionalistas vascos? Que eso lo afirmen los titulares de determinada prensa, lo puedo entender. Cada uno va a lo suyo. Pero en este foro, podemos hacer y hacemos las precisiones necesarias para que las mentiras instauradas en ciertos círculos como verdades incontrovertibles se sitúen en su auténtica dimensión. Te puedo citar unos cuantos ejemplos reales de nacionalistas vascos de cuerpo entero a los que ETA asesinó o a los que todavía persigue con especial saña.
5.- Las cuentas de la vida, de la historia y de Dios, como señalas, nos las pasarán a todos. Afortunada o desgraciadamente es así. Nos lo impone la pobre condición humana. Pero te puedo asegurar que, en el caso del personaje al que aludo en el post -Felipe Egiguren- la memoria humanista y democrática le tributará -le tributa ya- un reconocimiento, que se negará a mucho de los tradicionalistas de Ondarroa que, en nombre de Dios y de la Santísima Trinidad, eso sí, ejercieron una persecución contra él que vulneraba los más elementales criterios evangélicos.
De Daniel, me sorprende que sea a través de mis pobres comentarios en este blog como haya llegado a descubrir el testimonio que Maximiano García Venero introdujo en su ya clásico libro «Falange en la Guerra de España; la Unificación y Hedilla», sobre el apoyo psicológico y moral que los nacionalistas vascos prestaron a Hedilla en prisión. Lo primero que hay que tener en cuenta para comprenderel episodio es que todos ellos estaban condenados por un régimen salido de la «Cruzada» a largas penas de privación de libertad. Uno, Hedilla, acusado de ser un Falangista demasiado puro para lo que Franco quería hacer con el Movimiento: Moldearlo con arreglo a sus intereses. Y los otros, los nacionalistas vascos, por tomarse demasiado en serio la fe católica, que prohibe asesinar, hacer daño al prójimo y ejercer la tiranía sobre los demás. Las diferencias políticas entre ellos eran abismales. Pero los nacionalistas vascos que acompañaron a Egiguren en la tarea de prestar apoyo humano a Hedilla, actuaron con arreglo a un móvil humano de profunda solidaridad cristiana, que a mí me infunde un enorme respeto. Ellos expresan lo mejor de la tradición cristiana. La cercanía al ser humano, incluido el discrepante, y la solidaridad con el marginado -Hedilla lo estaba-. Su actuación, insisto, me parece digna de elogio y reconocimiento desde una perspectiva humana. Ojalá el legado cristiano se hubiese nutrido exclusivamente de obras y actuaciones de este tipo.
Sobre los lugares comunes que hablan del aranismo de ETA y demás, poco tengo que añadir. Quien vea rastro de aranismo -Arana fue un integrista católico de finales del siglo XIX- en un movimiento que se reconoce, expresamente, como una Organización Socialista Revolucionaria, creo que tiene mucho que estudiar, todavía, en el terreno de las ideas políticas.
Comprendo que, para muchos, los españolistas recalcitrantes, la irrupción del nacionalismo vasco en la arena política haya constituido un mal irreparable. Pero ¿qué se le va a hacer? La historia humana está repleta de fenómenos similares. La irrupción del liberalismo fue fatal para los partidarios del Antiguo Régimen. El socialismo chafó las expectativas de muchos liberales. Y así sucesivamente.
A Curro, le responderé con concisión:
1.- No me consta que Felipe Egiguren guardase parentesco alguno con el socialista guipuzcoano Jesús Egiguren.
2.- Las memorias de Felipe hablan de los dos episodios históricos que citas. Del asalto a las cárceles del 4 de enero de 1937 dice que fue protagonizado por un batallón de la UGT integrado por milicianos socialistas. Ya sé que esto no les gusta a los socialistas vascos de ahora, pero es lo que dice. Y se puede asegurar que Egiguren sabía de lo que hablaba, porque cuando se produjo el asalto estaba en Bilbao, desempeñando nada menos que el cargo de Comandante del Cuartel General de Las Milicias Nacionalistas, ubicado en el Colegio de los Escolapios de Bilbao. De Santoña también habla. Y describe muy bien la pésima acogida que los gudaris tuvieron en Santander, que es el marco en el que se produce el pacto.
Iosu, no está bien que me trates de “listillo” por verter unas opiniones y no tienes ni idea de mi capacidad de dar la cara en la vida. En cambio, el mero calificativo –entre represor y comprensivo- de “sinvergüenzas” que dedicas a los asesinos etarras, te retrata subconscientemente.
Aitor O, que el nazismo es un caso particular de nacionalismo es una obviedad. Éste es un caso extremo, pero podríamos elegir cualquier otro para argumentar que las ideas nacionalistas –todas- en mayor o menor medida son nefastas. Por tanto, no deberías sentirte insultado por que haya gente que piense de esta manera y en consecuencia lo manifieste así.
Josu, los territorios no tienen derechos, los derechos los tienen –o deberían tenerlos- las personas. Seamos precisos, Euskadi no es una nación. Al menos me admitirás que no todavía. Me temo que antes de que esta “desgracia” llegue a suceder algún día, aún queda mucha labor que hacer en las ikastolas y muchas lágrimas de origen etarra que derramarse.
Saludos
Daniel, te voy a pone dos ejemplos extraídos de ordenamiento jurídico español, en los que se reconoce derechos a los territorios. No se trata de quimeras de los nacionalistas vascos, no. Se trata de pasajes extraídos nada más y nada menos que de la Constitución española de 1978. Derecho positivo puro y duro, en plena vigencia.
Primer Ejemplo:
Artículo 2: «La Constitución […] reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas»
Segundo Ejemplo:
Disposición Adicional Primera: «La Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales».
Como ves, en el primer caso se reconoce a las nacionalidades y regiones el derecho a la autonomía. Y en el segundo, se ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales. Se trata pues, de reconocimientos de derechos -el derecho a la autonomía y los derechos históricos- a dos tipos de territorios: Las nacionalidades y regiones, por un lado, y los territorios foraes, por otro.
Cuando afirmas que Euskadi no es (todavía) una nación, supongo que querrás decir que no ha alcanzado el status jurídico que corresponde a un Estado, lo cual es cierto. Pero si un número no desdeñable de vascos considera que su nación es Euskadi, su nación es Euskadi. Y Euskadi, por tanto, existe como nación. El reconocimiento oficial no hace a la nación, tan sólo la dota de estatus jurídico oficial ante el Derecho interno e Internacional. Pero la nación, existe. Tampoco en el Derecho de los EEUU o de Sudáfrica, por poner dos ejemplo, gozaban los negros de la consideración jurídica de personas. Pero lo eran. La Ley positiva no les reconocía esa consideración, pero la tenían. Resulta peligroso volverse excesivamente positivista cuando se trata de cuestiones vinculadas a la dignidad de las personas o a su sentimiento de identidad comunitaria.
Yo no creo que la violencia deba tener un papel esencial en las transformaciones políticas. Es cierto que España se construyó sobre mucho derramamiento sangre. Y admito que para los españoles eso sólo pueda ser así. Pero yo no creo en la violencia como fuente de los cambios sociales y políticos. Y confío en que lo que vaya a ser Euskadi en el futuro, lo sea, tan sólo, porque así lo desean los ciudadanos vascos, no porque se derramen lágrimas «de origen etarra» o de cualquier otro origen. Felipe Egiguren, el autor del relato al que se refiere el post, derramó muchas lágrimas cuando vio fusilar a sus compañeros de cárcel, mientras el pelotón gritaba ¡Arriba España!. Y todavía faltaban treinta años para que naciera ETA
El nazismo es una ideología concreta que surgió en un contexto histórico concreto, una Alemania derrotada, humillada y hundida económicamente. Una ideología que proclamaba la superioridad biológica de la raza y que aplicó los medios más destructivos para exterminar a quienes consideraba sus inferiores y extender e imponer sus ideas.
El nacionalismo, el vasco al menos, también surgió debido a unas circunstancias concretas, la abolición de los fueros, y su objetivo ha sido recuperar el autogobierno perdido, nunca imponer nada a nadie y mucho menos extender esa idea fuera del territorio vasco. Tampoco se ha basado nunca en una concepción política totalitaria, fascista y represiva.
No me sirve que me hables de topicazos como el rh, ese es un debate ya superado. Supongo que también puedes argumentar que ETA surge del nacionalismo pero según ese razonamiento todas las ideologías son nefastas porque si empiezas a rebuscar encontrarás que en mayor o menor medida y en algún momento u otro todas han cometido excesos y de todas han surgido corrientes que han derivado hacia posiciones más extremas.
Si alguien me llama cab… por la calle paso de él, si alguien me llama nazi también. Pero si lo dice con la evidente intención de deslegitimar una idea o de engañar, confundir y manipular entonces me ofende un pelín. Es una comparación demasiado intencionada como para considerar que solo se trata de una obviedad o un ejemplo.