El socialista Jesús Eguiguren acaba de publicar un libro titulado El arreglo vasco. Confieso, de entrada, que no me lo he leído. Pero anuncio igualmente que, a buen seguro, lo haré en las próximas semanas, como acostumbro a hacer con la gran mayoría de los trabajos sobre política vasca que reciben los honores de la imprenta.
Conozco la obra escrita de Eguiguren. Mi biblioteca incluye prácticamente todo lo que ha publicado desde que el editor Haranburu publicó, en los años ochenta, su tesis doctoral sobre el PSOE en el País Vasco.
Según las reseñas de prensa a las que he podido acceder, la tesis básica que Eguiguren defiende en el nuevo título que ha puesto en el mercado, es la de que la cuestión política vasca es esencialmente irresoluble, si lo que se pretende es una solución definitiva. Esa solución, sencillamente, «no existe». Eguiguren piensa, sin embargo, que podría ser posible un arreglo provisional, articulado a partir de la copiosa fuente de singularidad jurírico-institucional que es la Disposición Adicional Primera de la Constitución.
La norma está ahí, en vigor -sostiene Eguiguren- pero no es suficiente. Porque «la solución no depende tanto de una ley o una constitución, sino de la capacidad voluntad política de los llamados a aplicarla».
Una vez alcanzada esta conclusión, surge de inmediata una pregunta: ¿Quienes son los llamados a aplicar la Disposición Adicional Primera de la Constitución que carecen de la capacidad o de la voluntad política necesarias para extraer de ella todo lo que puede dar?
Eguiguren señalaba a los responsables en una entrevista que recientemente publicó la prensa escrita (Véase El Correo, 5.10.08). He aquí sus palabras:
«Hay una Disposición Adicional en la Constitución que se puede explorar. Es una puerta abierta a la particularidad del País Vasco y Navarra, el reconocimiento a una autonomía política que tiene un fundamento y unas características distintas al del resto de autonomías. El problema es que el nacionalismo vasco no lo quiere admitir porque sería asumir que la actual Constitución tampoco es tan mala».
Quien haya tenido la paciencia de leer la serie de 5 artículos que publiqué en este blog durante el mes de agosto bajo el título ¿Por qué los socialistas nunca completarán el desarrollo del Estatuto de Gernika?, recordará que, en mi opinión, no se puede interpretar la restrictiva actitud con la que el PSOE viene afrontando el desarrollo del autogobierno vasco, sin tener en cuenta la enorme suspicacia con la que acogieron, desde un principio, la Disposición Adicional del Estatuto y su cláusula de reserva de «los derechos que (a Euskadi) le pudieran corresponder en virtud de su historia».
Pero más allá del manifiesto desinterés con el que los socialistas han afrontado siempre el capítulo de los derechos históricos vascos, resulta hilarante que, para Eguiguren, el obstáculo para explorar las posibilidades de autogobierno que ofrece la Disposición Adicional Primera de la Constitución sea «el nacionalismo vasco», y no su partido, el PSOE.
Si Eguiguren hubiese estado presente en la reunión que el martes pasado mantuve con la ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado, hubiese podido comprobar que el Gobierno de Zapatero no tiene intención alguna de cumplir con las previsiones del Estatuto de Gernika que atribuyen clara y explícitamente a Euskadi algunas competencias. Pensemos en las prisiones. O en el artículo 18 que reconoce al País Vasco, literalmente, la competencia para «la gestión del régimen económico de la Seguridad Social».
Y si esto ocurre con competencias que se encuentran clara y expresamente recogidas en el Estatuto, ¿qué no va a ocurrir con un mandato tan genérico como el de la actualización de los derechos históricos?. ¡Ni lo miran! Sencillamente, lo ignoran.
Si llegamos a plantearle a Elena Salgado lo que Eguiguren plantea en su libro -explorar las posibilidades de la Disposición Adicional Primera de la Constitución, con el fin de profundizar en un autogobierno singular para los vascos- la reunión se hubiese acabado en ese mismo momento.
Sin embargo, Eguiguren está convencido de que la culpa de que no se explore esa disposición la tiene «el nacionalismo vasco».
Increíble.
La teoría de Eguiguren es una reproducción de la teoría de Mario Onaindia que luego de atacar los mitos nacionalistas burgueses quiso poner en práctica un ejercicio de apropiación del legado histórico de los fueristas liberales. Es evidente que ningún partido vasco, igualico que en la época de Sabino Arana, puede de una forma explícita echar por la borda el legado jurídico-político derivado de los derechos históricos. Los socialistas simplemente tratan de retorcer las cosas para que parezcan lo contrario de lo que son. Está claro que desde el punto de vista histórico político la solución vasca estaría al alcance de la mano. Eguiguren, como bien nos muestra Erkoreka, menciona la disposición adicional como reserva de particularidad y singularidad de la autonomía vasca, del mismo modo que lo expresaba Miguel Herrero de Miñón. Lo que pasa es que este decia bien claramente que habían sido los gobiernos centrales diversos los que se habían negado a aceptar la interpretación singularista de dicha disposición, por falta de esa voluntad que Eguiguren atribuye a los nacionalistas.
Es cierto. Los socialistas nunca han sido amigos de los derechos históricos y los han visto con desconfianza y desprecio. Eguiguren es un jeta.
Es la típica doble moral socialista, por un lado van de víctimas, que malo es Ibarretxe que nos quiere hacer un referendum separatista, con lo bien que estamos en el fantástico y perfecto mundo del estatuto… Pero a la hora de desarrollarlo, no hay más que trabas, y ya van más de dos décadas. Y para más inri, sacan a la palestra a la ministra Garmendia, que pensando que por eso de ser de la tierra iba a ser algo más abierta, nos demuestra ser más de lo mismo.
Son ustedes hipercriticos con Eguiguren.Mejor harian en verbalizar un discurso constitucional,ser vistos como gentes leales y comprobarian como España les veria de otra manera.Sea usted señor Ercoreca mas normal en sus descripciones y mas constitucionalista y le iria mejor en la Villa y Corte.Lo malo es que usted lo quiere todo.Ser una persona respetada despues de echar margaritas a los cerdos con su intervencion en un Bazoki a cuenta de que usted viaja a Madrid a sacar tajada.Parecia usted el director de un matadero.Sea usted mas circunspecto y no irrite inecesariamente a los politicos de Madrid para contentar usted a su parroquia que esta llena no de feligreses sino de talibanes despues del Ramadan.
Nestor, Anton y Javier formulan consideraciones que se encuentran en la misma línea crítica en la que escribí el post.
A Francisco, que me sugiere que sea «más normal» y «más constitucionalista», como si ambas cosas fueran lo mismo o estuvieran indisolublemente asociadas -en Euskadi es evidente que no- sólo le voy a pedir que sea más respetuoso con los militantes nacionalistas vascos que pueblan los batzokis. No le puedo consentir que el hecho de hablar a unos afiliados del PNV sea, como usted pretende, «echar margaritas a los cerdos». Un poco de respeto, por favor.
No entiendo tanta beligerancia hacia nuestra Constitucion. La Constitución de 1978 les ha devuelto a los tres Territorios Historicos, aquello que erroneamente les fue ususrpado en el siglo XIX. Si el nacionalismo vasco fuera mas leal a la Constitución que ha posibilitado que los vascos tengan el autogobierno que tienen, posiblemente se podria plantear en algun momento profundicar en la aplicacion de la Disposicion Transitoria Primera.