La actualidad política está rigurosamente mediatizada por el cese definitivo de la actividad armada de ETA. Todas las reflexiones y declaraciones públicas que se hacen estos últimos días arrancan, sin excepción, de ese punto de partida. Sin embargo, las coincidencias acaban ahí. Porque el comunicado está provocando reacciones tan diversas como antagónicas. Mientras unos expresan satisfacción, e incluso alegría, otros anteponen la cautela y hasta la desconfianza. Y ya no digo nada sobre la heterogeneidad de las posiciones que se mantienen en torno a lo pasos que se han de dar a partir de ahora. La interpretación del cese armado ETA está siendo tan plural como la propia sociedad vasca.
Somos muchos los que hemos sentido una profunda sensación de alivio al conocer que el cuerpo social vasco se desprendía definitivamente de la garrapata armada que ha tenido prendida en sus carnes durante los últimos treinta y cuatro años, succionándole la sangre e inoculando en sus venas el veneno del fanatismo la intolerancia y la exclusión.
Y hemos sentido, también, la necesidad de activar la memoria colectiva, para poner las cosas en su sitio y extraer de lo ocurrido las lecciones que necesitamos para organizar la convivencia futura sin caer en los errores del pasado. Porque en la historia reciente de Euskadi, ETA ha constituido un fenómeno profundamente negativo, que sólo ha traído sangre y sufrimiento en lo humano y fanatismo e intolerancia en lo político.
Pero la violencia etarra también ha tenido consecuencias -y no irrelevantes, por cierto- en el terreno económico: ha supuesto un freno en toda regla para el desarrollo y el crecimiento. Y en este post quisiera hacer una referencia especial a este aspecto de la perniciosa influencia que ha ejercido sobre nuestra vida colectiva.
El cese definitivo de la actividad armada de ETA ha dado lugar a un nuevo tiempo en Euskadi. Esto es innegable. Un tiempo nuevo, que nos situará ante retos nuevos, pero en el que todavía tendremos que seguir afrontando algunos retos viejos. Retos ya conocidos que, pese a no ser nuevos, se nos presentarán renovados. El de la economía es, sin duda, uno de estos. Un reto secular, en una tierra en la que la escasez de recursos naturales, provocó, durante siglos, emigraciones masivas y despertó un cierto gusto por la artesanía y la industria, pero que ahora se nos presentará revestido de nuevas formas.
Es evidente que en este nuevo tiempo que acabamos de inaugurar tendremos que trabajar -y mucho- en la reconstrucción de la convivencia, notablemente deteriorada tras años de amenazas y agresiones. Pero tendremos que aprender, también, a gestionar una economía sin el lastre que supone la existencia de una banda terrorista que amenaza, coacciona y extorsiona al empresario, disuadiendo al inversor y fomentando la deslocalización.
Y tendremos que hacerlo, además, asumiendo de entrada que, aunque resulte paradójico, no será necesariamente más fácil gestionar con éxito una economía sin ETA que una economía con ETA. Porque la adversidad es un freno, evidentemente. Pero es, también, un estímulo; un acicate. Como dice el refrán: “La necesidad es la madre de la creatividad”. Y si al desaparecer el freno apagamos, también, el motor que impulsaba el desarrollo, corremos grave riesgo de parar el tren de la economía, o incluso de ponerlo marcha atrás.
El modelo vasco de crecimiento económico ha sido posible gracias al trabajo desarrollado durante años por unas instituciones y, sobre todo, por unos empresarios muy motivados -y casi podría decirse que sobre estimulados- para avanzar en la adversidad. Y ello es así porque, al obstáculo que ya de por sí supone la fuerte competencia existente en un mercado cada vez más global, se ha añadido, la existencia de una organización terrorista que acosaba despiadadamente a la clase empresarial mediante chantajes, extorsiones y secuestros, que desincentivaban la inversión y ahuyentaban los capitales. Sólo la tenaz apuesta de las instituciones y, sobre todo, el coraje de los empresarios han hecho posible que entre nosotros alumbrase una economía moderna y competitiva, basada en el conocimiento y la innovación y con considerables índices de internacionalización.
Hoy, tras el cese definitivo de la actividad armada de ETA, todo el mundo parece dar por supuesto que, en los próximos años, la economía vasca conocerá una etapa de prosperidad sin precedentes. Que una vez superado el lastre del terrorismo, volará libre y con velocidad de crucero; que los capitales afluirán a borbotones y las empresas surgirán como champiñones, generando masivamente riqueza, empleo y desarrollo.
Se augura una auténtica primavera económica para Euskadi. Y se tiende a pensar que si con ETA hemos sido capaces de llegar hasta donde hemos llegado, sin ETA, la economía vasca se saldrá del mapa. Todos los vaticinios son optimistas. Tony Blair escribía estos días en el New York Times, aludiendo a los “dividendos de la paz”, esos millones de euros que el País Vasco venía gastándose en programas de seguridad y que ahora, precisamente en estos momentos de recortes y contención presupuestaria, podrán ser reorientados hacia otros fines de utilidad social. Pero más allá de lo que pueda reportar esta masiva liberación de recursos públicos, la sociedad vasca parece confiar ciegamente en un impulso empresarial que, ahora, sin la traba de ETA, nos empujará a todos hacia atractivos horizontes de desarrollo y bienestar.
Sin embargo, nada de esto debe darse por seguro. Es más, creo que sería un inmenso error relajar la tensión social, institucional y empresarial que nos ha traído hasta aquí, confiando en que, la desaparición de la violencia lo hará todo.
Con la desaparición del terrorismo desaparecerá, es cierto, uno de los principales obstáculos que habían de superar los emprendedores vascos para sacar adelante sus proyectos. Un obstáculo enorme, pero desgraciadamente nuestro, que les situaba en clara desventaja con respecto a sus competidores de otros territorios.
Sin embargo, no deberíamos dejarnos engañar. Desaparecerá un obstáculo, pero no desaparecerán todos los obstáculos a los que hoy ha de enfrentarse un proyecto empresarial para tener éxito. Los retos del mercado y de la competitividad seguirán ahí y será preciso responder a ellos con rigor y eficacia. Los consumidores del mundo no comprarán productos vascos por el mero hecho de que ETA haya decidido cerrar la persiana. Sólo lo harán si son mejores y más baratos que los de sus competidores. Y aun sin la amenaza terrorista, los capitales sólo vendrán a Euskadi si les ofrecemos mejores condiciones para la inversión que en otros lares.
Es muy importante que todos los actores económicos -las instituciones y las empresas- tomen conciencia de ello. Que no se relajen, confiando en el empuje de una inercia que no se tiene por qué dar, si entre todos no decidimos mantenerla e incluso estimularla. Si las instituciones no siguen apostando -e incluso incrementando su apuesta- por el conocimiento y la formación profesional, y las empresas no siguen empeñadas en cultivar la flexibilidad, la innovación y el valor añadido, podría ocurrir que el escenario sin ETA acabara siendo peor, desde un punto de vista económico, que el anterior a la desaparición de la organización terrorista. Es cierto que la ausencia de violencia favorecerá, objetivamente, el flujo de capitales hacia Euskadi. Pero no es menos cierto que estos no afluirán si, aun a falta de ETA, las instituciones vascas no contribuyen a crear unas condiciones favorables a la creación y el desenvolvimiento empresarial.
No quiero lanzar un mensaje negativo, sino realista. Y, sobre todo, incentivador; de estímulo. Euskadi puede, pero los vascos tenemos que quererlo. La desaparición del freno que supone ETA sólo servirá para relanzar la economía vasca, si todos -políticos, instituciones y empresarios- somos capaces de mantener o intensificar el impulso que nos ha traído hasta aquí.
Pero hombre, no habíamos quedado en que si ETA cesa en su estrategia armada todo iría bien y, de modo automático, también la economía?
Naturalmente que no. Para la paz, el cese armado de ETA requiere el cese armado de su enemigo (que es el ememigo de Euskadi). Para la economía, el saneamiento de las cuentas públicas requiere el stop al despilfarro que Bildu está denunciando se ha hecho en los últimos annos y que todos vemos se hace pagando la faraonada de la Ye ferroviaria y el déficit de los bancos privados.
Lamento muchísimo el leerle que ETA -en el fondo- era un positivo estímulo económico para las empresas vascas.
Lamento ¡créamelo! leer que la sangre de las víctimas de ETA era una sinecura para fortalecer el ánimo y la inventiva del tejido empresarial vasco.
Me parece un análisis tan memo como miserable y bastardo.
Muchos me dicen que el País Vasco está enfermo de odio y de cínica inhumanidad.
¡Nunca pensé que usted fuera así!
Viva (si puede) con eso…
Estimado Josu Erkoreka. Se ve en su discurso un optimismo/realismo pleno, muy comprensible, aunque en mi opinión no es el momento para ello y le diré porque. Efectivamente sin ETA el dinero ahora podría fluir hacia Euskadi con mas seguridad y la productividad aumentaría, etc…., sin embargo dejeme que le diga que esto llevará tiempo y las circunstancias exteriores son distintas en 2011. Por lo tanto, el tiempo y los factores externos moderarán ese optimismo, rebajandolo de momento. También, la fractura social habrá que repararla y establecer un concenso en lo que al progreso se refiere necesitará años. Por eso es el momento de la REFLEXION Y TEMPLANZA para alcanzar la NECESARIA PAZ, que otros nacionales les deseamos, por bien de todos. Hablen con los afectados, víctimas y verdugos sobretodo, para que comprendan que dificil va a ser el perdon de unos y arrepentimiento de otros. de todas formas suerte, AGUR
Josu,
comparto totalmente la opinión expresada en este artículo tuyo. Y como yo muchísima más gente.
Ayer mismo, sin ir más lejos comentaba esto mismo con un amigo mío y coincidíamos en la ventana que se nos abre ahora y en que hay que aprovecharla y darlo todo.
Ahora es nuestro momento. Con el fin de eta (lo pongo en minúsculas a propósito) el voto abertzale en Euskadi y Navarra, en mi opinión, va a subir. Si la confianza que esos votantes van a depositar en las siglas abertzales, cuales sean, les rinden unos dividendos económico sociales sabrosos, esto va a ser imparable.
Atentamente,
Javi
La actualizacion de los comentarios esta demorandose, se debe a algun a factor externo o es una cuestion administrativa del gestor del blog?
En cuanto al post….. PUM! en el centro de la diana. Yo, desde el anonimato, tambien incluiria un estado del bienestar que a sido enfocado, lo digo lo mas humildemente posible, desde una sobreproteccion que ha ocasionado relajacion por parte de algunos actores. Usted señalo la necesidad de diseñar una especie de red de seguridad que actuase en caso de caida libre. Cosa que hasta ahora parece no haber sido asi. A los datos de absentismo laboral y sobreexplotacion de dias cotizados por parte de trabajadores no fijos me remito. Un saludo.
Me parece increible todo lo que la gente puede llegar a decir por seguir sentado en un sillon, cobrando un dineral engañando al electorado.
http://igual-da.blogspot.com/
No cabe duda de que es un alivio enorme y podría tener un efecto dinamizador en circunstancias A.C (antes de la crisis). Pero ahora mismo, por la propia situación existen muchos mas frenos que alicientes a la hora de emprender.
¿Cómo se cambia esto? Pues por desgracia, y solo es mi punto de vista, todos los caminos me llevan al sistema financiero.
También es interesante el comentario que haces en el artículo de las cobartas. Que el propietario viste de manera informal y el gerente con cobarta, etc… Si solo se quedara en eso ni tan mal,… Muchos propietarios si calcularan ciertos costes según la Teoría de Agencia…. se daban de cabezadas. Pero así está el mundo.
Estoy de acuerdo. Si bajamos la guardia ahora, creyendo que el fin de ETA resolvelrá todos los problemas, la economía vasca se puede ir al traste con todo el invento. Por ejemplo, si la Diputación de Gipuzkoa sube por su cuenta y riesgo el Impuesto de Patrimonio, el de Sucesiones, las rentas de capital, el IVA y el Impuesto de Sociedades, se puede quedar Gipuzkoa como Tinduff. Sólo se quedaría Larraitz Ugarte para seguir cobrando la renta de reinserción por todo el morro.
Josu,
Importantísima la exposición que haces hoy porque ciertamente obedece a la realidad.
Es humano pero no por eso perjudicial que mucha gente ha bajado la guardia y se deja llevar por aquello de «muerto el perro se acabó la rabia», y en cuanto al presente y futuro de nuestra patria, sobre todo en cuanto a su proceso de maduración socio-político-económica, nada más lejos de la realidad.
Aparte que una cosa es el anuncio de cese y otra distinta como ya he comentado en algún post que ETA seguirá de Faro Marítimo (vigilando el transito de buques, barcos, etc. en la mar). Que nadie se llevue a engaño. Van a seguir monitorizando los movimientos políticos tanto entre su brazo político y el estado como los de los demás.
Como bien apuntas, aquellos viejos retos que lo son más nuevos que nunca los tenemos que currar para lograr un crecimiento duradero (no me gusta la palabra sostenibilidad) de nuestra economía.
Digo que no me gusta la palabra sostenibilidad tan de moda últimamente porque encierra connotaciones negativas, de mantener, de resistir, de aquantar para que no caiga más.
Mencionas certeramente la necesidad de estimular inversión extranjera dando facilidades con lo cual también comulgo pero hay que hacer con creatividad de manera a evitar las famosas deslocalizaciones que se han dado de varios grupos grandes.
Debemos facilitar la llegada de inversiones pero a su vez exigir «peaje» a aquel grupo que un día tiene la tentación de marcharse sobre todod si arroja beneficios.
Aprovecho para apuntar que, precisamente por estar inmersos en la globalización, tan importante es el atraer inversión como el estimularlas por el mundo mundial.
Me refiero a la estimulación de una cultura exportadora lo más agresiva posible, pero no solamente ello sino además facilitar con la ayuda de las cámaras de comercio, oficinas comerciales implantadas en otros lares, asesorías, etc. la implantación la realización de inversiones en el extranjero, la promoción de «joint-ventures», toma de participación en empresas de otros países, continentes, colaboración en I+D+i, fusiones, incluso por absorción, etc. Se deben de aprovechar las situaciones locales de otros países, la situación de cambio de divisas, etc.
En definitiva debemos de lograr pujanza bilateralmente.
JELen
alfred, Erkoreka no dice eso de lo que tu lo acusas. Eres tonto o malicioso. En cualquier caso, mejor que te limites a escribir en el blog nacionalista vasco de bajo nivel: el de Anasagasti. Aquí se espera que los tertulianos se lean el post con atención.