
Autorretrato del pintor Joaquín Sorolla
Ayer visité la exposición que el Museo de Bellas Artes de Bilbao dedica al conocido pintor valenciano Joaquín Sorolla.
La obra que se expone es la que Sorolla elaboró entre 1911 y 1919 por encargo del hispanista americano y gran mecenas cultural Sir Archer Huntington, para la Hispanic Society of America de Nueva York. Está compuesta por 14 paneles que registran otras tantas imágenes de inspiración tradicional y folklórica, que Sorolla eligió libremente, con arreglo a sus propias preferencias conceptuales y estéticas, en los numerosos viajes que realizó a principios del siglo XX, por todo lo largo y ancho de la geografía española.
Según parece, la idea original de Huntington -a no confundir con el politólogo americano Samuel Huntington, creador de la idea del Choque de Civilizaciones, recientemente fallecido- consistió en la elaboración de un mural simbólico que sintetizase lo esencial de la Historia de España.
Hoy, que las trompeterías patrióticas de la España eterna resuenan con gran estruendo en los escenarios políticos, el autor no habría tenido más remedio que acceder, «espontáneamente», a la presión que se hubiese ejercido sobre él para que expresase «libremente» su apoyo a la idea nacional implicándose en el proyecto de sublimar, a través del arte, el ya de por sí glorioso pasado español. Pero Huntington, que era hispanista, pero no un exacerbado españolista, no debió insistir demasiado sobre ello y Sorolla -a quien no se le ocultaban las dificultades de todo tipo que había de entrañar condensar armónicamente en una obra pictórica las múltiples contradicciones y enfrentamientos que han tejido la historia de España- declinó hábilmente la sugerencia y se lanzó a esbozar su propia Visión de España.
Según el tópico hispanófilo, la exposición apenas debía haber tenido visitantes. Una muestra de arte concebida bajo el título de Visión de España y que, para más inri, incluye imágenes de Gipuzkoa y Nafarroa, como partes integrantes de la hispanidad, no podría suscitar interés en un País Vasco agarrotado por la visión cerrada y excluyente de un nacionalismo totalitario aldeano e incapaz de trascenderse a sí mismo para apreciar el valor universal del arte.
Pues, una vez más, el tópico falló. La sala en la que se exponía la obra de Sorolla estaba literalmente repleta de visitantes individuales y colectivos, que contemplaban los paneles con el apoyo de los auriculares o siguiendo las explicaciones del guía correspondiente. Es más. Entre los que visitaban la exposición identifiqué a más de un nacionalista vasco, que no parecía encontrarse allí, precisamente, forzado por las circunstancias u ocultando su presencia. Todos aquellos con los que tuve ocasión de intercambiar impresiones, me hablaron con entusiasmo de la exposición y ponderaron con los epítetos más elogiosos la obra exhibida.
La muestra es, ciertamente, soberbia. El colorido, el brillo, la luz y el juego combinado de los azules, los blancos y los amarillos -rasgos habituales de la obra de Sorolla- deslumbran. La dimensión de los paneles sobrecoge. Y la fuerza simbólica de los motivos recogidos en los lienzos impresiona. En definitiva, la exposición merece la pena. E invito a visitarla a tdos -incluidos nacionalistas vascos, por supuesto- que tengan ocasión de hacerlo antes de su clausura.
¿Qué se puede decir sobre la Visión de España que Sorolla refleja en su obra?
Como he dicho, los 14 murales que integran la muestra, recogen motivos, imágenes y escenas seleccionadas directamente por el artista, siguiendo su propio criterio personal. Andalucía aparece reflejada en 5 ocasiones. A mi juicio, los mejores paneles son los andaluces; y de modo muy especial, el de Ayamonte. Valencia figura en dos paneles. Y los 7 restantes están dedicados a Castilla -el más grande; lo que probablemente pretenda reflejar una cierta concepción vertebral de esta región en la construcción política del Estado español-; Aragón, Cataluña, Extremadura, Galicia, Guipuzcoa y Navarra.
La selección de los escenarios pictóricos obedecerá, sin duda, a razones estéticas, pero no puede decirse que, en ella, la razón política haya estado completamente ausente. En ella no falta ni una sola de las comunidades peninsulares con lengua propia distinta del castellano. Y aunque es obvio que la amplia gama de verdes y grises que destacan en el panel de Gipuzkoa no es, precisamente, la más cara a los gustos cromáticos de Sorolla, el artista prefirió no excluir de su selección de imágenes al País Vasco holohúmedo. Si la razón de su elección hubiese sido exclusivamente estética, en lugar de Gipuzkoa, habría podido representar a Santander o a Asturias; dos territorios analógos en luz, paisaje y colorido que, además, encierran una gran fuerza simbólica en la configuración de España -en Asturias se encuentra nada menos que Covadonga, la cuna de la reconquista- pero todo parece indicar que, al menos en este punto, Sorolla prefirió dejarse conducir por otras pautas, más políticas que estrictamente artísticas. Una representación de España que no incluyese una referencia al País Vasco, hubiese sido considerada, incluso en un pintor ya consagrado como Joaquín Sorolla, como un capricho políticamente incorrecto. Hoy sería sencillamente imperdonable. El artista que se atreviese a semejante osadía, quedaría condenado al ostracismo de la España oficial y paraoficial.
En resumen, una exposición muy recomendable que, además de disfrutar, permitirá al visitante interesado hacer, también, algunas reflexiones de carácter político.
Yo también he estado en la exposición, pero no se me han ocurrido los comentarios que haces. Estoy de acuerdo. Nos marginan siempre que pueden, pero sin nosotros, los catalanes, gallegos y vascos, España se queda en nada.
Tiene usted una visión equivocada de España. Vasconia es España porque siempre lo ha sido y porque así está recogido en su código genético.
Hombre, Iker, si al Estado español le quitamos Vasconia, Galiza y los paisos catalans, sí queda algo. Pero los que quedan no quieren quedarse con tan poco.
A Curro sólo le puedo decir no creo en las visiones equivocadas sobre los proyectos políticos. Cada uno tiene la suya, que será más o menos sólida o fundada. Sobre el código genético de Vasconia, sólo puedo decirle que no lo conozco. Hasta donde yo sé los estudios genéticos sólo se han desarrollado en los seres vivos. Los proyectos y construcciones políticas, todavía no se han beneficiado de los avances que ha experimentado ese sector de la investigación científica
«Si la razón de su elección hubiese sido exclusivamente estética, en lugar de Gipuzkoa, habría podido representar a Santander o a Asturias; dos territorios analógos en luz, paisaje y colorido que, además, encierran una gran fuerza simbólica en la configuración de España -en Asturias se encuentra nada menos que Covadonga, la cuna de la reconquista- pero todo parece indicar que, al menos en este punto, Sorolla prefirió dejarse conducir por otras pautas, más políticas que estrictamente artísticas.»
«En ella no falta ni una sola de las comunidades peninsulares con lengua propia distinta del castellano.»
Pues falta precisamente Asturias. El Asturiano a pesar de no ser lengua oficial (en España, ya que en portugal es cooficial en Miranda de Douro) no deja de ser una lengua hablada por más de 300.000 personas, a pesar de estar perseguida y ser despreciada por las instituciones del principado.
La idea de Asturias como cuna de la reconquista, no deja de ser una concepción oficialista y sesgada de la historia.
Hasta la tal llamada reconquista, Asturias no tenía presencia ni participación alguna en la realidad hispánica, siendo historicamente una región ajena geografica y políticamente a ella hasta bien entrada las segunda mitad del primer milenio.
Algunos olvidan que tal Reino era de Asturias, no de España y el goticismo llego siglos después para justificar una herencia puramente política de la antigua hispania visigoda y al igual que la monarquia castellana no se proclamo heredera directa de la Navarra o Aragonesa, tampoco lo debería haber hecho de la Asturiana.
Asturias, no lucho por ninguna hispania, lucho como hiciera a lo largo de su historia ( contra Roma, pueblos germanicos, moros, primera región en declararse gobierno soberano en la guerra de independencia contra Napoleon, revolución de octubre del 34, guerra, postguerra y sucesivas huelgas en los 60´s….) por sus propios intereses luego utilizados historicamente en teorías de caracter españolista ya fuera por izquierdas o por derechas.
Covadonga no es ninguna cuna de España sino de la propia Asturias y de su propia identidad.
Que Asturias no tenga un partido fuerte de marcado caracter nacionalista, no significa que no sea poseedora de unas de las identidades más marcadas de la península, una cultura y folckore propios y diferenciados, una historia genuina y propia con siglos de independencia a nivel político como reino primero, en sus propias guerras de independencia contra castilla, con sus propias instituciones (xunta del principau d´asturies) o en los sucesivos conflictos ya de épocas más recientes de la que fué protagonista.
Es para los nacionalistas como es mi caso de una gran tristeza que a pesar de no tener que justificar nada ni historica, ni culturalmente como Asturiano para reinvindicar mi tierra, tenga que hacerlo constantemente ante el concepto de Asturias tan sesgado y manipulado que existe en España.