Es sobradamente conocida la controversia que estas últimas semanas ha tenido lugar en el Congreso de los Diputados en torno a la colocación de una placa destinada a rememorar el nacimiento de la madre Maravillas; una monja carmelita recientemente canonizada por el Vaticano, que vino al mundo, el año 1891, en un edificio de la carrera de San Jerónimo que actualmente está ocupado por despachos, oficinas y dependencias de la cámara baja.
En un principio, la mesa del Congreso había acordado la colocación de la placa. Pero la furibunda reacción contraria del grupo socialista, forzó la revocación del acuerdo adoptado. Todos tuvimos ocasión de ver en televisión, a socialistas eminentes como Alfonso Guerra, Ramón Jáuregui o Juan Barranco, criticando duramente la decisión de la mesa, a la que tildaron de disparatada, clericalota y radicalmente contraria a los vientos laicistas que, en su opinión, habrían de ir imponiéndose por estos lares. Sorprendida por la virulencia que llegó a adquirir la respuesta socialista, la mesa no tuvo más remedio que echarse para atrás y olvidarse de la placa
Como no podía ser de otro modo, respeto la actitud y la posición defendida por los diputados socialistas, aunque creo que algunas de las razones que han invocado son más que discutibles. Soy un firme partidario de disociar al máximo lo religioso de lo secular.
Nunca he comulgado con la confesionalización de la vida pública. Pero creo que, en este caso, no nos encontrábamos ante un supuesto de colonización del Estado por parte de la Iglesia, sino frente a algo mucho más sencillo. Ante el problema de evaluar si el mérito que se atribuye a una persona nacida en aquel edificio -la condición de santa reconocida por el Vaticano-, justifica o no el reconocimiento público que se pretendía.
Si en lugar de la madre Maravillas, hubiese nacido en aquel edificio la madre Teresa de Calcuta, Miguel Indurain, Sandro Pertini o John Malkovitch, por poner cuatro ejemplos elegidos al azar de personas que han adquirido cierta notoriedad mundial, ¿se hubiese colocado la placa? A lo mejor sí. O quizás no. Depende del modo en el que se hubiese valorado, en cada caso, el mérito que acompaña a la persona concernida a efectos de ser reconocida por el Parlamento. Lo que está claro es que a nadie se le hubiese ocurrido sostener que estábamos mezclando la política con el ciclismo, con la caridad o con el cine.
En cualquier caso, lo que hoy quisiera abordar es otra cuestión. Los socialistas han dicho que no con vehemencia y firmeza a la colocación de una placa en recuerdo de la madre Maravillas. Vale. Eso es un hecho. Pero desde hace ya muchos años, de las paredes del Congreso cuelgan una serie de retratos pintados al óleo que recuerdan las figuras de quienes fueron presidentes de las Cortes franquistas: Esteban Bilbao, Antonio Iturmendi y Alejandro Rodríguez de Valcárcel: Dos vizcaínos y un burgalés. Tres fascistas que colaboraron activamente con un régimen dictatorial y liberticida, que combatió el pluralismo y reprimió duramente la disidencia, mediante la tortura, la cárcel y el exilio.
Esos cuadros han sido retirados recientemente, porque así lo exigían los trabajos de mantenimiento que se han llevado a cabo en esa zona de la cámara. Pero la mesa abriga la intención de reponerlos. Y si nadie lo impide, los tres franquistas volverán a ser exaltados por la cámara y colocados en un lugar preeminente.
Y ante ello, pregunto: ¿Qué opinan al respecto los socialistas que tan rotundamente se pronunciaron en contra de la colocación de la placa de la madre Maravillas? ¿Creen, quizá, que estos tres fascistas reúnen más méritos que la madre Maravillas para ser recordados públicamente por la cámara? ¿Les reconocen, acaso, virtudes y cualidades que niegan a la monja?
Hasta la fecha, los socialistas callan. No sé si porque prefieren mirar a otra parte, o porque ignoran las biografías de los tres interfectos. Sea como fuere, yo estoy dispuesto a refrescar su memoria, recordándoles los aspectos más destacables de la trayectoria vital y política del trío presidencial. La de los dos vascos, la conozco bastante bien. Esteban Bilbao fue el primer ministro de Justicia de Franco después de acabar la guerra. En la época en la que se firmaron muchas sentencias de muerte contra los discrepantes del régimen. De ahí accedió a la presidencia de las Cortes, que ocupó durante casi dos décadas y a la presidencia del Consejo del Reino. Sobre sus ideas y maneras, dice mucho el video que acompaña al post.
Y ante todo ello, insisto: ¿Qué dicen los socialistas al respecto? ¿No van a oponerse a la exaltación de estas tres personas con una vehemencia semejante a la que emplearon contra la madre Maravillas?
Josu.Perdona por meterme con una carta en tu blog pero como creo que completa y complementa lo que escribes pues ahi te va:
CARTA A D. JOSE BONO SOBRE LOS RETRATOS DE TRES FASCISTAS EN EL CONGRESO
En la anterior legislatura, la octava, y bajo presidencia de Manuel Marin, le envié a este presidente varias cartas llamando su atención sobre la anomalía democrática que supone el ornato de tres cuadros en pasillos del Congreso, que agreden una mínima sensibilidad en relación con los valores democráticos a defender y exaltar. Nunca me contestó. Y eso que en aquel entonces yo era el Secretario primero de la Mesa del Senado. Para este caballero no existía, en estos asuntos, ni la cortesía parlamentaria. Elegido presidente D. José Bono, y tras la consabida felicitación, le recordé lo que a su antecesor le he venido solicitando. El presidente Bono me contestó, es de agradecer ya esta deferencia, diciendo que buscaría una fórmula para dar salida a mi petición, pero, aprobada la ley de la Memoria Histórica, compruebo alarmado que la Mesa elude pronunciarse sobre algo, a mi juicio de extrema gravedad. Es por ello que le envío al presidente Bono, la siguiente carta abierta:Sr. D. José BonoPresidente del CongresoMadrid.- Madrid, 14 de Diciembre de 2008 Estimado Presidente, Leo en distintos medios vuestra decisión en relación con la ubicación de los cuadros de los tres presidentes de las Cortes orgánicas de la dictadura, el mismo día de la Jornada de Puertas Abiertas con motivo del treinta aniversario de la Constitución. Mi compañero del PNV en la Mesa no está de acuerdo. He lamentado no haber estado en pasillos del Congreso explicando, como solía hacer en estas fechas nuestro amigo Mardones, quiénes son algunos de los próceres que adornan los pasillos de la Casa de la Democracia y de la Palabra. Hubiéramos llegado ante los retratos de estos tres sinvergüenzas y les hubiera dicho que están allí, para honra y prez de la democracia española, siguiendo la doctrina Roosevelt, no la del segundo, Franklin, sino la del primero, Theodore que refiriéndose a Anastasio Somoza dijo aquello tan gráfico de: Efectivamente. Es un hijo de perra, pero es nuestro hijo de perra. La frase es gruesa, pero es del primer Roosevelt, no mía. También les hubiera dicho que están allí al aplicarse la doctrina Pilatos que consiste en que cuando la Mesa, órgano de gobierno de la Casa, no quiere tomar una decisión de principios, la traslada al hemiciclo a través de una proposición no de ley, cuando la Mesa es quién gobierna el Congreso y las proposiciones se dirigen al Ejecutivo. Y para completar la cuestión, les diría que se hace lo más sencillo y menos comprometido. Se pide un informe jurídico a sabiendas de su resultado. Les diría también a los boquiabiertos chavales y vejetes que aquel Esteban Bilbao, además de cargarse el carlismo, fue un asqueroso ministro de justicia que firmó y propició el asesinato de socialistas, republicanos, nacionalistas, milicianos, gudaris y gente de mal vivir antes de avalar todo lo mas sucio y antidemocrático de una feroz dictadura que abolió la democracia y el Congreso y propició que todos los diputados elegidos en 1936 murieran en el exilio y les añadiría como aquel mal bicho solo dejaba aplaudir a Franco, porque nunca permitió una discusión política. De Iturmendi, les diría que fue un franquista sostenedor de un sistema que cercenaba las libertades y la libre confrontación de las ideas y de Rodríguez de Valcarce les recordaría el acto en el hemiciclo, cuando a los tres días de morir el sátrapa, gritó aquello de En el recuerdo de Franco,¡Viva el rey¡. Y todos entenderían a la primera que una colección de retratos, más bien para el museo de la represión, como hay en Jerusalén, brillen aplaudidos en la Casa de la Palabra y de la Democracia en la Carrera de San Jerónimo. Alguno quizás comentaría que esa es la historia de España. Pues si, pero mejor estarían estos cuadros en un museo, en un trastero o en el Basurero de la Historia, no en su exposición en un pasillo democrático. Como dice Juan Gelman “desaparecen las dictaduras de la escena y aparecen inmediatamente los organizadores del olvido”. En un Congreso donde no hay un cuadro de Azaña, de Martinez Barrios, de Companys, de Aguirre, de Negrin, de Largo Caballero, de Carrasco i Formiguera o de la Pasionaria el que cuelguen los de estos tres perseguidores de la democracia y que os parezca algo normal, me parece, querido presidente, una auténtica vergüenza. Aprobada la ley de la Memoria Histórica no solo para abrir fosas ,ni solo para quitar estatuas ecuestres del tirano, el que, en el lugar físico en el que se aprobó dicha ley, se siga homenajeando a semejantes fascistas, uno de ellos con las manos manchadas de sangre, clama al cielo. Una cosa es el consenso y otra, muy diferente los principios. Y esto es un asunto de principio. Y no de un tema menor, sino del nudo gordiando de un sistema de libertades. Ante esto, la placa de Sor Maravillas me parece una anécdota. Desde el respeto y el aprecio que te tengo, te recuerdo que tú has aplaudido que el Tribunal Supremo haya sentenciado que en el Parlamento Vasco ondee la bandera española. Lo consideras un asunto legal y de importancia. Permite por tanto que el hecho de que cuelguen en esa casa los retratos de tres antiparlamentarios sea para algunos, también, cuestión de principio. El consenso en un demócrata, en según que cosas, no se puede aceptar. Y creo que ésta es una de ellas. Ante esta decisión sugiero enviéis el acuerdo de la Mesa del Congreso al Bundestag alemán y le sugieras a su presidente que ya que Hermann Goering fue elegido presidente del Reichstag, coloquen en aquel hermoso hall de cristal un cuadro de aquel mariscal declarado tras la contienda y su juicio en Nuremberg como criminal de guerra.Por lo menos Goering, a diferencia de Bilbao, Iturmendi y Rodríguez de Valcarce fue elegido democráticamente en los años treinta, en representación del partido nazi, por el voto popular de los alemanes. Los tres franquistas citados ni eso. Fueron presidentes por el dedo autoritario del dictador. Si esta cuestión tan obvia y tan de limpieza democrática necesita explicación, ya solo esto, es toda una explicación.
Gracias, Iñaki, por tu aportación. Creo que nadie te podrá negar especial beligerancia y tenacidad en torno a esta tema. Y me consta, como sabes, que vienes insistiendo con particular vehemencia en la necesaria supresión de esos cuadros.
Pero lo que yo me propongo ahora, tras comprobar la reacción de los socialistas en el asunto de la madre Maravillas, es emplazar al propio Grupo Parlamentario del PSOE para que se pronuncie sobre el particular. Ya no es cuestión de este o aquel presidente del Congreso, Marín o Bono, que puede ser más o menos timorato a la hora de adoptar decisiones que -no se por qué, francamente- parecen delicadas. No. Ahora, el asunto debe apuntar directamente a los responsables del Grupo Socialista y, en última instancia, al propio PSOE.
Cuando no quieren que se exalte a alguien en el Congreso de los Diputados, lo dicen con claridad y gran trompetería. Así lo hemos visto en el caso de sor Maravillas. Pues bien, esto supuesto, pregunto: ¿tienen algo que decir en relación con la recolocación de los retratos de los tres fascistas? ¿Van a permitirlo en silencio? ¿No van a oponerse con, cuando menos, la misma rotundidad que utilizaron para impedir la colocación de la placa a sor Maravillas?
Quiero que se pronuncien. Que digan qué les parece la recolocación de esos cuadros. Que hablen. Que se retraten.
Bien,pero ¿como se hace esto?.Solo lo veo siendo Beloki tan beligerante como tu y como yo.Que lo plantee en la Mesa y haga de esta cuestión,algo de principios.Si no,se queda en un cruce de correos.Y yo creo que ahora o nunca,porque el letrado mayor va a hacer un informe complaciente con la postura del preidente Bono y de la Mesa.Es un antinacionalista del Real Madrid muy beligerante y en estas cosas o te plantas o se burlan de ti.
El video es, sinceramente, impagable. El histrionismo al poder!
si franco se obsesionaba con la masoneria y el comunismo ya estan los amigos del fundamentalismo de la ikastola con sus obsesiones de siempre el antinacionalismo españolista y el real madrid. ¿ qué tendra que ver sus preferencias futbolisticas con su objetividad e imparcialidad en el desempeño de su función?.De verdad señores nacionalistas a veces parece que en vez de un plan ibarretxe II necesitan psicoanalizar sus fobias más profundas…
No conocía al personaje, lo confieso. ¿a ese tipejo le quieren dedicar un homenaje en el Congreso de los diputads?
Yo tengo una buena imagen de Esteban Bilbao. Ustedes le odian porque era muy vasco y muy español, pero no tienen razones auténticas para criticarle. Fue un gran orador, como se ve en el video. Un gran humanista. Un amante de las mejores tradiciones. Y quería profundamente a su patria chica.
Ya quisiera la caterva de politicastros que inunda hoy nuestras instituciones, tener la gallardía de defender alguna idea en la que creyeran. Esteban Bilbao podría estar equivocado, pero era de fiar, sabías cuál era su postura y sabías que la defendería como tal. Los politicastros de hoy día sólo son unos negociantes, que tan sólo buscan medrar, porque intelectualmente la mayoría son unos patanes.
¿Sabías, Belisaria que a Esteban Bilbao los carlistas le conocían como el traidor? ¿Crees, de verdad, que era de fiar? Es posible que los politicastros de hoy en día sean (seamos) unos patanes. ¡Dios mío, qué pronto nos hemos olvidado de los íntegros y modélicos personajes que rodearon a Franco desde un principio! ¡Aquello sín que eran políticos con principios y convicciones! Y ningún interés personal, claro.
Josu, he leído por ahí que durante la guerra Esteban Bilbao consiguió pasarse de bando canjeándose por un familiar tuyo. ¿Qué nos puedes contar sobre eso? ¿Ese trato permitió que salieran vivos los dos?
Te han informado mal. Era el alcalde republicano de Bilbao, Ernesto Erkoreka. Un gran hombre. Extraordinaria personal y político solvente. Pero no le unía a mí más que el apellido.