En esta tercera entrega, aportaré una pequeña reflexión sobre lo que constituye el núcleo central de la serie de comentarios que he introducido en el blog en los últimos días. Desde la izquierda radical autodenominada abertzale, se acusa al PNV de renunciar a la causa nacional vasca, por marginar a Navarra y olvidarse de Iparralde. La imputación no es nueva -en realidad se encuentra formulada desde hace ya muchísimos años- pero aflora últimamente, con renovado énfasis, reformulándose, curiosamente, no como algo achacable al conjunto del PNV, sino a una parte del mismo.
Ahora bien, ¿tiene la izquierda radical autodenominada abertzale autoridad moral alguna para vigilar la ortodoxia nacionalista vasca de las demás formaciones políticas?
Creo que no. Definitivamente, no. La izquierda radical vasca que se intitula abertzale no es quién para dar lecciones de coherencia política. Y menos aún para definir la ortodoxia abertzale. En mi opinión, los jeltzales haríamos mal si les considerásemos la única referencia válida para la ortodoxia del nacionalismo vasco. Yo, al menos, no siento ningún complejo ante quienes creen que el compromiso nacional con Euskadi pasa, inexorablemente, por gritar más, romper más y defender las estrategias más radicales y rupturistas posibles.
Hay razones más que sobradas para no ver en ellos un modelo de coherencia. He aquí un ejemplo elocuente.
Cuando ETA puso fin a la tregua de 1998, hizo pública una estrategia política que, en aquel momento, era, a su juicio la única asumible para un abertzale que se pretendiese consecuente con su ideario político. En su comunicado de noviembre de 1999 afirmaba: «Hitz gutxitan, hay da Euskadi Ta Askatasunak ontzat ematen duen proposamen politikoa: Araba, Bizkaia, Gipuzkoa, Lapurdi, Nafarroa eta Zuberoako euskal hiritarrek libre eta demokratikoki hautes-eremu bakarrean legebiltzar Konstituziogile subiranoa hautatzea. Hots, euskal hiritar bakoitzaren bozal berdin balio dezala Euskal Herri luze-zabalena«.
Para ETA, como se ve, lo que procedía en aquel momento era convocar unas elecciones en los seis territorios vascos, constituidos en circunscripción única, para que los ciudadanos residentes en todos ellos, participasen, libre y democráticamente, en la constitución de un parlamento soberano y constituyente, que diera forma jurídica definitiva a un nuevo Estado vasco. Cualquier solución que no pasase por la aceptación de este esquema era delito de alta traición. O se iniciaba ya mismo un proceso constituyente en la totalidad de los territorios vascos, o el conflicto seguía vivo, con todas sus expresiones, incluidas las más sangrantes.
Como cabe suponer, los dirigentes de la izquierda radical vasca hicieron puntualmente suyo ese planteamiento, defendiéndolo con ardor en los debates y foros en los que participaron durante los meses siguientes.
La propuesta me extrañó, porque negaba el derecho de autodeterminación. Curiosamente, ETA -y, tras ella, como es habitual, toda la izquierda radical vasca- renunciaba a preguntar a los ciudadanos vascos sobre el estatus político que deseaban para el País Vasco. La organización terrorista se erigía en intérprete supremo de la voluntad popular y decidía, por sí misma, y sin necesidad de consultar al nadie, que Euskadi había de convertirse en un Estado independiente y soberano, cuya constitución debía arrancar, sin más demora, de las elecciones constituyentes panvascas que reclamaba en su comunicado. Euskadi ya se había autodeterminado. ETA había decidido por ella -sea cual fuese la voluntad real de sus ciudadanos- que debía optar por la conformación de un Estado independiente y soberano.
No entro ahora en otra consideración -que sería muy interesante desarrollar, por cierto- a la que renuncio, porque abordarla con el detalle que requiere, desviaría la atención de lo que quiero hacer notar en este momento. Me refiero al significado que en aquella declaración de ETA, entrañaba el componente socialista del ideario politico que la organización armada dice profesar. El comunicado concluía exclamando:
«Gora Euskadi askatuta!
Gora Euskadi sozialista
Jo ta ke independentzia
eta Sozialismoa lortua arte»
Según estas proclamas, ETA no iba a poner fin a su actividad por el hecho de que se iniciase un proceso constituyente en todos los territorios vascos. No. ETA se marcaba como objetivo una Euskadi independiente y socialista. Y anunciaba que no iba a cesar su actividad terrorista, hasta que consiguiese hacer efectivas ambas metas: la independencia y del socialismo. De modo y manera que si la asamblea constituyente vasca que eventualmente resultase de las elecciones cuya convocatoria exigía, no garantizaba la creación de un Estado socialista del gusto de ETA -similar, supongo, a la que configuró Stalin en la Unión Soviética o Pol Pot en Camboya- ésta no iba no iba a cesar el fuego hasta conseguirlo. Pero dejemos ahora este asunto que, insisto, se aparta del núcleo temático que hoy quiero abordar.
Todo esto ocurría en 1999. Hace nueve años.
Pero ahora, las cosas han cambiado. El fin del último alto el fuego, que ETA anunció a mediados del 2007, ha puesto en circulación otra propuesta política. La propuesta que durante los últimos meses viene impulsando y defendiendo la izquierda radical vasca por todos los rincones del país. Una propuesta que, según ellos, incluye «el cambio que necesita Euskal Herria» y que pondrá fin al conflicto.
Un folleto muy bien editado que he recibido en el buzón de casa, desgrana su contenido, que se resume en la siguiente ecuación: Lau herrialdeetarako autonomia + erabakia. Es decir, autonomía, hoy, para los cuatro territorios vascos peninsulares, con reconocimiento al ente autonómico así creado, del derecho a decidir libremente su estatus futuro.
Como se ve, se trata de una propuesta que nada tiene que ver con la que hicieron pública en 1999. Aquélla sólo admitía unas elecciones constituyentes inmediatas en todos los territorios vascos. Esa era la única opción abertzale. Esta renuncia a todos los territorios vascos. Se olvida de Iparralde y se centra en los territorios de Hegoalde, incluyendo a Navarra. Aquella optaba por la independencia. Esta preconiza un régimen de autonomía al que se añadirá el reconocimiento del derecho a decidir de los cuatro territorios de Hegoalde. La diferencia, como se ve, es ostensible.
Si alguien se hubiese atrevido entonces a formular esta propuesta, le hubiesen tachado de cobarde, timorato y claudicante, porque renunciaba a la territorialidad y legitimaba la división de Euskal Herria. En su campaña de descalificación, Gara le hubiese podido dedicar un reportaje «informativo» poniendo en evidencia sus contradicciones y renuncias. Le hubiesen acusado, despectivamente -como ahora hace Gara con el PNV- de considerar Iparralde, como un mero territorio para la acción transfronteriza.
Pero la propuesta no es del PNV. Es de la izquierda radical de ínfulas abertzales. Son ellos los que renuncian a la territorialidad, sin que, al parecer, eso les inhabilite como abertzales consecuentes.
Y que nadie piense que se trata de una incoherencia, no. Tampoco de una renuncia. Ellos nunca son incoherentes ni renuncian a nada, porque la ortodoxia de lo nacional les acompaña siempre; porque la línea que separa lo coherente de lo incoherente la marcan ellos.
Por cierto, en el folleto que he recibido en casa, se describe gráficamente una evolución política, que culmina con un mapa completo de Euskadi -con todos sus territorios- pintado de rojo y con una estrella de cinco puntas señalando la ubicación de la capital, Iruña.
Supongo que será una manera plástica de expresar aquello de «Jo ta ke independentzia eta sozialismoa lortu arte«. Es decir, que no cesarán hasta que cumplan ambos objetivos.
¿A quien reservarán el papel de Ceaucescu?
Ceaucescuren papela Otegiri utziko liokete ez? Edo Olanori? Bueno, Josu Ternerak ere ez luke papel txarra egingo!!
¿Iparralde?
vaya, q raro q iriondo no hay contestado a este mensaje…es q estos tios no se enteran de q cada vez son mas surrealistas en sus analisis politicos.la unica funcion q le queda hoy dia a los abertzales que justifican o callan ante los actos de ETA es esa, jusificar, contextualizar o callar ante los actos de ETA. Lo demuestran a la perfección en sus comunicados, ruedas de prensa e intervenciones en debates radiofónicos y televisivos. me parecen muy oportunas las reflexiones de erkoreka y espero que siga reflexionando y dejando en evidencia estas cosas. algo que no podrá hacer en el foro de internet de GARA que fue clausurado en un alarde de defensa de la libertad de expresión, por cierto