El sábado, a media tarde, me comunicaron por teléfono la liberación del atunero «Playa de Bakio» con su tripulación sana y salva. Lo hizo el Viceconsejero de Pesca del Gobierno vasco que, durante esta última semana, me consta que ha mantenido una relación permanente y muy humana, con el armador del barco y los familiares de los marineros secuestrados. Mientras hablaba con él, el teléfono móvil me anunció que otra llamada estaba queriendo abrise camino. Al término de la conversación, pude comprobar que la llamada frustrada correspondía a la ministra de Defensa, Carme Chacón, que había querido ponerse en contacto conmigo, para darme cuenta de la buena nueva. Agradezco a ambos
Al cabo de cinco minutos, pude comprobar que Televisión Española emitía en directo la rueda de prensa que la Vicepresidenta primera del Gobierno daba para informar del suceso a los medios de comunicación.
La noticia es motivo de alegría y satisfacción. Ante ella, expresamos nuestro alborozo y felicitamos al armador, los tripulantes y sus familias por el feliz desenlace del secuestro. Yo no entro en si se pagó rescate y, en caso de que se pagase, a indagar a cuanto ascendió y quién lo sufragó. Estos temas interesan mucho a los medios de comunicación, y lo comprendo, pero para mí, lo más importante, en este momento, es el hecho mismo de la liberación. Lo demás es secundario.
Ahora bien, de cara al futuro, hay que ponerse manos a la obra, para estudiar los mecanismos que permitan reducir, si no eliminar del todo, el riesgo de que se produzcan nuevos secuestros. El Gobierno parece dispuesto ahora a explorar vías que, hace seis meses, cuando yo planteé esta cuestión en el Congreso de los Dipuados, parecían no suscitar su interés. Es preciso adoptar medidas a corto plazo -la campaña más importante en aguas del Indico dará comienzo dentro de dos meses- y combinarlas con iniciativas que tiendan a afrontar este problema con una perspectiva a medio y largo plazo, desde un plano bilateral o multilateral. El Estado español no puede seguir con los brazos cruzados. Porque hasta ahora, digan lo que digan sus portavoces oficiales y los medios de comunicación que le sacan la cara, el Gobierno español no ha actuado con la diligencia que le era exigible. Ni en el plano diplomático, ni en el de la seguridad efectiva.
Pero ya tendremos ocasión de hablar de estos temas
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