Repasando viejos recortes de prensa, he tropezado con uno que no he podido resistirme a la tentación de leer con cierto detenimiento. Se trata de una entrevista a Patxi López que el diario EL MUNDO publicó el 11 de abril de 2005. Es decir, en pleno corazón de la campaña que precedió a las últimas elecciones autonómicas.
Por aquellas épocas, el PSE había aprobado y hecho público un documento -comúnmente conocido como Plan Guevara, Plan López o PatxiPlan- en el que se recogían los planteamientos con los que los socialistas vascos afrontaban la reforme del Estatuto de Gernika. Y los entrevistadores, obviamente, le preguntan por el mismo: ¿Se trata de una propuesta en la que el PSE cree de verdad o de un mero reclamo electoral diseñado para la campaña? La respuesta de Patxi es terminante:
«El PSE está haciendo una propuesta en la que cree y que ha sido aprobada por unanimidad en el seno del partido. Es decir, aunque yo dejara de ser secretario general, todo el PSE seguiría detrás de la mejora del Estatuto y detrás de todas las propuestas que hemos hecho. Da igual quien esté al frente»
Si Patxi decía la verdad, el partido que dirige compartía unánimemente la necesidad de transferir a Euskadi la I+D+I, las políticas activas de empleo o la gestión del régimen económico de la Seguridad Social. Y si esto es así, cabe preguntar: ¿Por qué, entonces los diputados del PSE han votado en contra de las iniciativas que el PNV ha presentado en el Congreso durante la última legislatura en la línea de lo previsto en el PatxiPlan? No entiendo nada. O quizá sí. Les entiendo demasiado bien.
Pero hay más. El PSE, aseguraba Patxi, no planteaba la reforma del Estatuto como una cesión a los nacionalistas, sino como un reivindicación de la sociedad vasca:
«Hay quien confunde una reivindicación nacionalista con una aspiración de la sociedad. Nosotros partimos de la base de que, siendo Euskadi tan plural, con las ideas tan diversas, lo que necesita son puntos de encuentro. Nos podemos volver locos defendiendo el Estatuto tal y como está y que no se mueva ni una coma, pero si la mitad de la sociedad vasca dice que no es un punto de encuentro, pues no es un punto de encuentro. ¿Entonces? Habrá que buscar la fórmula para lograrlo. Un pacto, un acuerdo, busquemos el entendimiento. Eso será dar respuesta a una necesidad que hay en Euskadi, no dar satisfacción a Ibarretxe»
Claro. Muy claro. Patxi dice que hace falta un acuerdo. Que hay que buscar puntos de encuentro para organizar la convivencia en una sociedad tan plural como la vasca. Y que ese punto de encuentro no está en el Estatuto de Gernika, sino en un marco distinto que habrá que consensuar. Vale. De acuerdo. Pero se me ocurre preguntar: ¿Por qué no pide públicamente a Zapatero que se avenga, ahora mismo, a sentarse con el Lehendakari Ibarretxe para empezar a buscar ese punto de acuerdo que, según él, es necesario fijar mediante el consenso? ¿No decía que creían firmemente en sus propuestas y que no iban a cambiarlas bajo ningún motivo?
Pero las preguntas se me multiplican hasta el infinito cuando, inmediatamente después, me encuentro con otro recorte de periódico, de la misma época -correspondiente, para más señas a EL CORREO del 9 de abril de 2005- en el que un Zapatero exultante afirma en grandes titulares: «Me comprometo a que en dos años Euskadi tenga un nuevo Estatuto con referéndum».
Definitivamente, no entiende a los socialistas. O quizá sí. Les entiendo demasiado bien.
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