La prensa de hoy publica unas declaraciones de Rodolfo Ares en las que el dirigente del PSE da réplica a unas palabras que anteayer, jueves, pronuncié en una entrevista concedida al programa El Punto de ETB. Sostenía yo que, ante la investidura de ZP como presidente del Gobierno, nosotros habíamos formulado ya nuestra propuesta de acuerdo político y que ahora, era a él a quien correspondía tomar posición sobre lo que está dispuesto a hacer en relación con el autogobierno vasco. Nuestra oferta de diálogo es clara y firme. Queremos que ZP se siente con nosotros para acordar consensuadamente las bases de un proceso de normalización política que supere el bloqueo actual; el bloqueo que deriva del hecho de que una mayoría parlamentaria plantee reformas en el marco político que una minoría se dedica a obstaculizar, merced a la fuerza que tiene en Madrid.
Pero ZP no ha dado respuesta a nuestro emplazamiento. Se ha limitado a decir algo tan insulso como que la consulta es ilegal. Pero nada ha dicho a propósito de su voluntad de establecer un nuevo acuerdo político. ¿La tiene? ¿No la tiene? ¿Está dispuesto a consensuar un cambio de marco? ¿No lo está? Nada sabemos al respecto, porque nada nos ha dicho hasta la fecha.
Como buen mozo de banderillas que es, Rodolfo Ares sale al paso de estas consideraciones mías, afirmando que no hay razón para que exijamos a los socialistas una toma de posición sobre el autogobierno vasco, porque su actitud no ha variado desde el principio del régimen autonómico. Sobre estos temas -asegura Ares- los socialistas siempre han dicho lo mismo.
No es cierto. Me temo que Ares falta a la verdad. Los socialistas, no siempre han dicho lo mismo en relación con el autogobierno vasco. Es más, en algunos temas han llegado a decir una cosa y la contraria. Voy a poner un ejemplo. Sólo uno. Podría poner muchos más, pero creo que con uno es suficiente, para demostrar que no siempre han dicho lo mismo.
El art. 18-2 b) del Estatuto de Gernika, atribuye competencia a la Comunidad Autónoma de Euskadi para la gestión del régimen económico de la Seguridad Social. Por si cupiese alguna duda sobre el sentido de esta norma, la disposición transitoria quinta del propio Estatuto establece la necesidad de suscribir «los oportunos convenios, mediante los cuales la Comunidad Autónoma asumirá la gestión del régimen económico de la Seguridad Social, dentro de su carácter unitario y del respeto al principio de solidaridad».
Al redactar estos dos preceptos, los autores del Estatuto, como se puede comprobar, estaban pensando en una competencia efectiva, que Euskadi había de asumir en toda su extensión, sin perjuicio del principio de solidaridad que ha de inspirar del sistema de Seguridad Social.
En las elecciones autonómicas inmediatamente posteriores a la aprobación del Estatuto, que se celebraron en primavera del año 1980, el PSOE concurrió a los comicios con un programa en el que se afirmaba, literalmente que, en cumplimiento de estos dos preceptos, se debía «prever la creación de una tesorería general del País Vasco como caja única, en donde al mismo tiempo se unifiquen los recursos existentes y tenga la caja a su cargo los servicios de recaudación y pago».
Como se puede comprobar, cuando todavía estaba fresco, en el recuerdo de sus redactores, el sentido que los padres del Estatuto quisieron dar a estas dos normas, los socialistas vascos sostenían que su correcta aplicación pasaba por la creación de una caja única, específicamente vasca, para la Seguridad Social, que había de ocuparse de los servicios de recaudación y pago. Nosotros pensábamos igual. Y otro tanto puede decirse de las demás formaciones del arco parlamentario. Todos pensábamos que la interpretación correcta del Estatuto era la que el Partido Socialista expresaba en su programa electoral.
Pero con el paso del tiempo, los socialistas cambiaron de opinión. En muy poco tiempo, pasaron a defender que la posición que mantenía su programa electoral de 1980, era una lectura «nacionalista» del Estatuto. No era cierto. Era la lectura compartida que todos los partidos políticos suscribieron en el momento de su redacción. Los nacionalistas vascos y los no nacionalistas vascos. Así lo explicaba el propio Emilio Guevara en 1988 -ahora, quizás, ya no suscribiría estas palabras- cuando afirmaba que las negociaciones sobre el contenido del Estatuto en materia de Seguridad Social, se hicieron
«…con el convencimiento de ambas partes de que, efectivamente, habíamos recogido el criterio de extender a la SS el régimen de Convenios existente en el Concierto Económico, hasta el punto de que como no quedaba taxativamente redactado así en la DT 5ª del Estatuto, por si acaso, para pensarlo más, incluso consultar, decidimos dejarlo aparcado. Era un domingo y optamos porque no pasase a la Comisión Constitucional el lunes y, sin embargo, fue Chus Viana el que nos dijo: «Pensad que en cuanto cojan este texto el lunes en el Ministerio lo van a echar para atrás porque basta que se meta la palabra <> no van a querer ni oír hablar». Y efectivamente, en aquel momento decidimos que fuera corriendo a dictamen de la Comisión»
Creo que está claro, ¿no? Guevara dice que se aceleró la tramitación de estos dos preceptos, para evitar que el Ministerio se los cepillase, porque el sentido que sus autores querían darles era el de que la gestión del régimen económico de la Seguridad Social se llevase a cabo en Euskadi, con arreglo a la fórmula del Concierto Económico.
Pero con el paso del tiempo, como ya he apuntado, los socialistas cambiaron de criterio. Según su nueva visión, impuesta por Madrid, la caja estatal debía ser única e indivisible. En consecuencia, no podía haber caja vasca alguna, ni tan siquiera para ocuparse de los servicios de recaudación y pago.
Los socialistas vascos pasaron del digo al diego, sin rubor ni esfuerzo alguno. Y se negaron en redondo a suscribir los convenios a los que hacía referencia la disposición transitoria quinta. Impidieron toda transferencia. Por eso sorprendió que, cuando en 1995 se celebró en el Parlamento vasco el segundo pleno sobre el desarrollo estatutario, Jesús Egiguren flexibilizase un tanto las rígidas posiciones que el PSOE venía defendiendo sobre el particular. Veamos sus palabras, directamente extraídas del Diario de Sesiones:
«Hay que señalar que el Partido Socialista en eso da un paso importante adelante. Admitimos y reconocemos la validez y el contenido de la disposición transitoria quinta del Estatuto, y, por tanto, admitimos las consecuencias que se derivan de esa disposición transitoria, aunque ello no equivalga a que compartamos en su totalidad otras interpretaciones que se hacen sobre esa disposición transitoria. Pero, en definitiva, el socialismo vasco admite la necesidad de transferir la gestión del régimen económico de la Seguridad Social; admite la realidad de que no todo lo que hasta ahora se englobaba en Seguridad Social es estrictamente Seguridad Social y, por tanto, afecta a la tesorería única que hemos defendido, y reconocemos también que el cobro, el pago, etcétera, de las cuotas de la Seguridad Social, etcétera, pueden ser asumidos también por la Comunidad Autónoma, aunque sigamos defendiendo la titularidad estatal de esas cuotas. Por tanto, hemos dado en ese terreno un paso importante en la posición que históricamente ha defendido el Partido Socialista».
Esto lo decía Egiguren en 1995. Pero ocho años después, Ramón Jauregi sostenía en el Congreso de los Diputados una tesis muy diferente. Bueno, seamos claros. Defendía exactamente la tesis contraria. Se olvidaba de lo que su partido había defendido en el Parlamento vasco poco tiempo atrás y regresaba de nuevo a las tesis más restrictivas, esgrimiendo que
«el Gobierno vasco viene haciendo una interpretación nacionalista de la disposición transitoria quinta del estatuto, que contempla que la transferencia del régimen económico de la Seguridad Social -y por tanto en parte también de las políticas activas de empleo, en la medida en la que éstas son financiadas por cuotas de trabajadores y empresarios- se haga con arreglo a un modelo de caja propia -suele decirse así- o de transferencia total del régimen económico de la Seguridad Social».
Como se ve, los socialistas se desdecían por segunda vez. La tesis que defendía el programa con el que el PSOE concurrió a las elecciones vascas en 1980, e incluso la que el propio Egiguren sostenía ocho años atrás en el Parlamento vasco, eran descalificadas y despreciadas por Jauregi como interpretaciones nacionalistas y por tanto inasumibles por un socialista cabal.
Todo esto pone en evidencia que, contra lo que afirma Ares, los socialistas no siempre han dicho y sostenido lo mismo en relación con el autogobierno vasco.
Lo que sí puede decirse, por el contrario, es que siempre han actuado igual. Dijeran lo que dijeran en Euskadi los socialistas vascos, sus superiores en Madrid siempre se han opuesto a llevar a cabo la más mínima transferencia en relación con la gestión del régimen económico de la Seguridad Social. En esto, era meridiano Jauregi cuando argumentaba en el Congreso de los Diputados que las tesis del Gobierno vasco -que él tachaba de nacionalistas, aunque eran las mismas que su partido había defendido en Euskadi- siempre habían chocado con la rotunda oposición de Madrid. Y en esto, no por casualidad, se daba una absoluta coincidencia entre el PSOE y el PP:
«Aquí -aseguraba Jauregi- el Gobierno vasco se ha encontrado siempre con una respuesta negativa de los gobiernos del Estado, tanto de los gobiernos del Partido Socialista, hasta el año 1996, como de los gobiernos del Partido Popular, a partir de esa fecha hasta a la actual, que interpretan que el régimen económico de la Seguridad Social no puede ser fragmentado y que por tanto no cabe un traspaso de la formación profesional y de las políticas activas del INEM si se hace sobre la base de una fractura de cotizaciones a la Seguridad Social, como pretende el Gobierno vasco»
En resumen, es falso que el PSOE haya dicho siempre lo mismo en relación con el autogobierno vasco, pero es rigurosamente cierto que, al menos en algunos temas, siempre ha hecho lo mismo: Oponerse a las peticiones del Gobierno vasco, aunque estas peticiones se basasen en los planteamientos que el propio partido socialista había defendido tiempo atrás.
Así pues, no siempre han DICHO lo mismo, pero siempre han HECHO lo mismo. Por cierto, lo mismo que el Partido Popular.
Los sucursalismos actúan de esta manera y encima ni siquiera se sonrojan. Hay que desenmascarar a toda esta cohorte de caraduras que mienten sin pestañear.
¡Enhorabuena por el post!