Cuando estudiaba física en el Instituto de Bermeo, a mediados de los años setenta, aprendí a desarrollar unas fórmulas que, según nos indicaba el profesor que encargaba de la asignatura, en el momento de alcanzar el objetivo propuesto, debían darse por concluidas consignando al pie de las mismas la siglas c. q. d, que significaban «como queríamos demostrar«.
La lectura de la prensa de estos días me han traído a la memoria aquellas épocas, porque algunos diarios desarrollan una lectura de los resultados electorales a la que sólo les faltan las siglas con las que poníamos fin a las fórmulas físicas: «Como queríamos demostrar«.
La prensa de Vocento llevaba varios meses anticipando la tesis de que la hoja de ruta que el Lehendakari presentó en el Parlamento vasco en septiembre del año pasado, nos iba a pasar factura en las elecciones generales de marzo. Bueno…vendiendo esa idea y haciendo todo lo que estaba al alcance de su mano para que los resultados electorales del PNV fueran los peores posibles y poder así, confirmar sus augurios. Y ahora, pasada ya la jornada electoral, llenan sus páginas de reportajes, entrevistas y artículos de opinión en los que el mensaje central es el siguiente: Como queríamos demostrar, las iniciativas del Lehendakari, que alientan la división social y el enfrentamiento civil, están poniendo en serio peligro la tradicional hegemonía política del PNV. Y el primer paso de ese declinar nacionalista, se ha dado ya. El importante apoyo obtenido en Euskadi por el PSOE el pasado 9 de marzo, no es consecuencia de la feroz bipolarización a la que El Correo y el Diario Vasco tan ardientemente han contribuido, ni guarda relación alguna con el voto útil de quienes en Euskadi llegaron a creer que la única manera de frenar a Rajoy era votando a Zapatero. Es, exclusivamente, expresión del voto nacionalista templado que ha huido del PNV atemorizado por la aventura sin lógica ni rumbo que el Lehendakari quiere emprender.
Esta es, por otra parte -y no precisamente por casualidad- la tesis que se empeña en vender Patxi López que, soprendentemente, ha emergido con inusitada fuerza tras el 9-M, después de una campaña electoral en la que ha estado como en las catacumbas, practicamente desaparecido, con presencias mediáticas puntuales y poco relevantes. La misma prensa que remató la campaña electoral recordando a los lectores vascos que el candidato del PSOE era Zapatero, a quien entrevistó a todo trapo la víspera del día de reflexión, se olvida ahora del inquilino de la Moncloa, para sacar a pasear al secretario general del PSE, como si el mérito del éxito electoral cosechado por los socialistas en Euskadi pudiese atribuirse a alguien que ni fué candidato, ni desempeño papel reseñable alguno durante la campaña.
Por su parte, el diario GARA venía también, como los de Vocento, preparando el camino para poder interpretar los datos que arrojan las urnas en términos que permitieran criticar la línea seguida por el PNV. Esperaban igualmente -y coadyuvaban vivamente a ello- que las elecciones no nos dieran motivos de especial satisfacción, pero con el propósito exactamente contrario. Lo que ellos querían demostrar era que al PNV le iba a castigar el electorado abertzale que, a su juicio, reprocha a los jeltzales su falta de compromiso con la causa nacional vasca.
Menos mal que las reglas de la política son muy diferentes a las de la física, y que no todo lo que se pretende demostrar con denuedo es efectivamente demostrable. Ojalá Vocento siga haciendo creer a los socialistas vascos que el éxito que obtuvieron en las últimas elecciones se debe, exclusivamente, a sus mérito y a los deméritos del PNV. Y ojalá GARA haga ver a la izquierda radical que su política les ha llevado, entre otras cosas, a convertirse en Nafarroa -su bastión histórico- en una fuerza testimonial que no llega ni al 3%.
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