Una costumbre inveterada del Congreso de los Diputados dicta que, en las semanas previas a la navidad, los grupos parlamentarios constituidos en la cámara deben organizar recepciones destinadas a propiciar un encuentro festivo e informal entre los diputados y ltaos numerosos periodistas que desarrollan su trabajo en el recinto parlamentario.
Como se ve, también al Congreso llegan los ecos del ambiente fraternal y solidario que inspira la navidad. En un ambiente relajado y tranquilo, los parlamentarios y los profesionales de los medios de comunicaciones departimos amigablemente, abriendo un paréntesis de distensión en la rigidez que habitualmente preside nuestra relación cotidiana.
Ayer, a partir de las 21,00 horas -después, por tanto, de concluido el pleno; lo hago constar para tranquilizar a los suspicaces habituales- tuvo lugar la recepción ofrecida por ERC. Asistí al acto acompañado de Azpiazu y Beloki. El encuentro fue muy agradable. Como suele ser habitual en los de su especie, los periodistas tuvieron ocasión de profundizar en nuestra vertiente más humana -la que se encuentra oculta tras la imagen inevitablemente acartonada que muchas veces transmitimos a los medios de comunicación- y los diputados nos reafirmamos en la convicción -a veces demasiado íntima- de que los profesionales de la prensa no son simples ordenadores programados para buscar y registrar las informaciones más originales posibles, para difundirlas con el carácter más exclusivo posible.
En el acto, por supuesto, se encontraba Joan Tardá, el diputado republicano que estos últimos días se ha visto zarandeado en los medios, por las declaraciones que hizo en un mitin celebrado el día de la Constitución, en las que pronunció la frase, al parecer arraigada en la tradición catalanista republicana, «mori el Borbó», que significa muera el Borbón.
Tardá es una excelente persona. Es un hombre de profundas convicciones izquierdistas y catalanistas, que vive sus adhesiones políticas con vivo entusiasmo e intenso fervor. No es un político frío, tecnocrático y profesionalizado de esos que sólo actúan al dictado de las encuestas. Todo lo contrario. La nota que mejor define su perfil como político es la honda pasión con la que vive sus ideas.
El bueno de Joan, que cree sinceramente en el ser humano y en la fraternidad universal predicada por los republicanos desde la Revolución francesa, es incapaz de desear mal a nadie. Lo digo, porque le conozco personalmente y puedo dar testimonio de ello. Cualquier interpretación de sus palabras que sugiera la idea de que desea y reclama la muerte física del rey de España, es rigurosamente inexacta y radicalmente injusta.
Por otro lado, es también falsa la extendida imagen que le presenta como un personaje poco cultivado en el plano intelectual. Tardá tiene una buena formación académica, es profesor de enseñanzas medias -un ámbito de la docencia que atesora un acervo intelectual escasamente reconocido hasta la fecha- y es un profundo conocedor de la literatura catalana y universal. Tardá no es un hombre plano, simple o carente de relieve, como muchos pretenden.
Por todo ello, los diputados del PNV quisimos aprovechar la recepción de ayer, para expresarle nuestra solidaridad por el linchamiento del que está siendo objeto. Yo nunca hubiese pronunciado las palabras por las que Tardá está siendo inmisericordemente baqueteado los últimos días -ni se corresponden con mi estilo personal, ni forman parte de la cultura política del PNV- pero creo, sinceramente, que esas palabras están siendo utilizadas en condiciones que resultan poco nobles y manifiestamente injustas. Lo cortés no quita lo valiente.
Como ciudadano y como diputado que es, a Tardá le ampara la libertad de expresión y creo que el ruido generado en torno a sus palabras del pasado día 6, está erosionando gravemente ese derecho.
Un abrazo, Joan.
A que suena mal? Pero le creo. Y sí, soy republicano
Faltaria más! Como no iba a estar Vd. de acuerdo con Tarda, esa excelente persona, que tan sólo desea la muerte al Jefe del Estado. Y esto es así, porque así lo dijo, y por mucho que Vds. (que, lo mejor piensan igual) traten de justificarlo aludiendo a algo que ocurrió hace 300 años y que nada tiene que ver con las ideas republicanas ni de izquierdas.
Hola: Solo quisiera plantear una pregunta: ¿qué aporta exactamente la monarquía, qué aporta el rey como jefe de estado?
¿Evitar un tejerazo y vuelta a empezar?
Hombre, en eso sí es todo un especialista el rey, en vivir de las rentas… Pero por muy loable que fuera su actuación en aquella circunstancia, no le recuerdo ningún otro acto memorable, dejando a un lado el discurso de navidad anual. Y para lo que dice en él no sé yo si merece la pena el gasto que supone al año.De todas formas, no olvides que la legalidad franquista fue la única que justificó su ocupación del poder hasta que su padre renunció a sus derechos al trono. La evolución de españa y la necesidad de cambio ya las asumieron la gran mayoría de los políticos de la época. Así que aunque es verdad que el rey apoyó esas reformas, dirigidas en un principio a construir una democracia a la medida de la derecha más rancia, e hizo lo que debía en el 23-F, no sé yo si es él el principal protagonista de la transición o una figura que se utilizó para el paso de la dictadura a la democracia mediante reformas, sin rupturas, siempre actuando dentro de la legalidad vigente, es decir, la franquista, para evitar ese peligro de vuelta a empezar.
Nacionalistas unidos, deberían ser hundidos. Sois un problema para la democracia