Hace unas semanas argumenté, en este blog, contra de quienes sostienen que la consulta aprobada por el Parlamento vasco es inconstitucional. Perdón, preciso. Más que una argumentación jurídica, lo que mi comentario encerraba era una alegación de carácter político sobre lo iluso que resulta esperar, en este asunto, una actuación imparcial del Tribunal Constitucional.
Hoy voy a romper una lanza en favor de quienes niegan que la consulta sea un acto potencialmente destructivo que, como algunos sostienen, divide y separa a los vascos.
Empezaré por afirmar que la tesis de que la consulta es un germen de división, me parece poco afortunada, porque arranca de una posición que se aproxima demasiado a la que, hasta tiempos muy recientes, han defendido en la política española los enemigos de la democracia. Entre nosotros, la defensa de la unidad, como ideal político y horizonte óptimo de vertebración social, ha corrido tradicionalmente a cargo de los movimientos más conservadores y refractarios a la libertad. Así ha sido, cuando menos, a lo largo del siglo XX.
En efecto, durante la II República, la Falange concibió la unidad como una especie de meta espiritual, por la que los españoles habían de trabajar con denuedo, trascendiendo las diferencias y enfrentamientos degenerativos que provocaba la democracia de partidos. En los discursos de José Antonio Primo de Rivera, la unidad de destino en lo universal constituía la zona medular de su mensaje; una unidad sólida y firme que, a su juicio, había de servir para superar las fronteras y líneas divisorias existentes entre los diferentes territorios de España, entre obreros y patronos; entre derechas e izquierdas; entre ricos y pobres, etc. etc.
Animado igualmente por este mismo espíritu de unidad, una de las primeras medidas que Franco adoptó cuando su mando militar empezó a adquirir carácter político, fue la de suprimir los partidos políticos contrarios al alzamiento del 18 de julio y propiciar la unidad de los favorables al mismo, en torno a unas mismas siglas: la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS), que durante varias décadas constituyó el conocido como Partido Único.
Durante la transición, algunos de los intelectuales orgánicos del régimen franquista, justificaron su resistencia al cambio político, apelando también a la unidad. A una unidad concebida en términos muy similares a los de Franco. Gonzalo Fernández de la Mora, por ejemplo, que ya en los años sesenta se mostraba partidario de la más radical despolitización de la vida vida pública española en su conocida obra El crepúsculo de las ideologías, defendía en los setenta -e incluso en los ochenta- que la politización de la vida pública constituía un peligroso germen de división e ineficiencia social, que convenía acotar rigurosamente.
La esencia de la libertad política, es decir, la posibilidad de optar por ideologías y organizaciones políticas distintas llamadas a confrontar y debatir civilizadamente las propuestas que unas y otras puedan presentar en la plaza pública de cara a la organización de la vida en común, era, para González de la Mora, una fuente inagotable de conflictos y un peligrosísimo factor de ineficacia para la sociedad. Todavía a mediados de los ochenta, Gonzalez de la Mora criticaba con amargura lo que consideraba excesos de la transición política, en un libro gráficamente titulado Los errores del cambio, donde se mostraba crítico hacia una concepción del un pluralismo político que resultase contrario al supremo valor de la unidad. Léase, por ejemplo, este párrafo, que encuentra numerosos correlatos a lo largo de la obra: «La cantidad de sustancia gris, de energía, de voluntad y de tiempo que los españoles superpolitizados hanperdido en estas justas dialécticas de café, habría permitido a España un salto económico de gigante si en vez de emplearse en las cosas de la política, se hubieran invertido en la política de las cosas. Pero es que, además, se rompió la unidad de las familias, de los círculos de amigos y hasta de las peñas taurinas. La izquierda y la derecha convirtieron todo en hemipléjico y, consecuentemente, en mutilado y escasamente operacional».
Como se ve, la unidad que se ha predicado desde el conservadurismo politico hispano, no está concebida como fruto de la convergencia voluntaria o como expresión espontánea -no forzada- de propósitos concurrentes. Si fuera así, no habría reproche que hacer. Pero no es el caso. La unidad que predicaban la Falange, Franco y Fernandez de la Mora niega el pluralismo y apuesta por hacer tabla rasa de lo que, en democracia, debe ser diverso y heterogéneo. Es una unidad impuesta y esencialmente antipluralista, que se apoya sobre un planteamiento que se puede resumir del siguiente modo: La democracia es mala porque, al propiciar la libertad y facilitar el pluralismo, permite que cada uno se exprese como desea y acaba dividiendo a los ciudadanos. La democracia divide y separa ergo, digamos no a la democracia.
Soy consciente de la enorme dimensión que adquiere en entre nosotros la incultura histórica y política. Pero creo que los refractarios a la consulta podían haber apoyado sus postulados en un argumento que no les aproximase tan peligrosamente a la tradición ideológica más reaccionaria de la reciente historia política española.
La democracia es, por definición, pluralismo, diversidad, diferencia y escrupuloso respeto al discrepante. Las invocaciones a la unidad como estadio ideal, superador de hipotéticas facciones y dialécticas presuntamente perniciones han desempeñado, entre nosotros, una función políticamente regresiva, antipluralista y antidemocrática. Confluir desde la discrepancia es bueno. Converger desde la libertad es positivo y constructivo. Pero imponer la unidad como un estadio objetivamente ideal, como una suerte de universo perfecto llamado a nivelar todas las diferencias, es lo más pernicioso con lo que se puede encontrar una sociedad democrática.
En Euskadi, la pluralidad de identidades nacionales y sentimientos de pertenencia constituye un hecho que nadie pone en cuestión. Unos se sienten sólo vascos. Otros sólo españoles. Y en un tercer colectivo se agrupan los que sienten como suya ambas identidades, en diferentes grados y medidas. Unos son independentistas recalcitrantes. Otros rabiosamente españolistas.
Esta pluralidad política no es mala. Más bien al contrario. Es enormemente positiva, porque es fuente de contraste, enriquecimiento y pujanza. Medir y radiografiar ese pluralismo a través de una consulta popular, no es dividir, ni separar, ni fracturar la sociedad, sino operar sobre el pluralismo social ya existente, con las miras puestas en la búsqueda de un consenso político que resulte lo más amplio posible.
Y creo que nada contribuye más eficazmente a hacer converger a ciudadanos con visiones políticas dispares en torno a un proyecto común, que el hecho de participar conjuntamente en un acontecimiento democrático, como una consulta popular, en la que se pregunta al pueblo sobre la forma y el método a seguir para organizar el futuro compartido.
La consulta no divide a los vascos. Los vascos ya están divididos en sus sentimientos, identidades, percepciones, concepciones y aspiraciones. Y no es malo que así sea, siempre que, en lo esencial, exista la posibilidad de consensuar unas bases comunes mínimas. Lo que fractura a los vascos -y los alerta gravemente- son los mensajes que proyectan públicamente una grave desconfianza con respecto a lo que puedan decidir sobre su futuro. Son las actitudes que impiden la expresión democrática colectiva.
Y eso, hoy y aquí, lo provocan los contrarios a la consulta.
Fernández de la Mora, se opuso siempre a este engrendo despilfarador llamado Estado Autonómico decía que era el primer paso para el desguace de España y la confrontacion letal entre las regiones, mejor dicho, entre las as politicas regionales. Tal cual es lo que esta pasando ahora.¿Es bueno esto ?,. La respuesta es si y no. Si, para los partidos politicos que tienen mucho donde colocar a su gente. No para el ciudadano que tiene que pagarlo, y esto es muy caro, y que solo le da problemas para moverse por España, nación a la que ustedes, Sr. Erkoreka, quieren destruir.
me gustaria que los comentarios fuesen de personas que saben lo que dicen.LEER HISTORIA.creo que los medios han y estan dando una imagen de euzkadi y los vascos que la personas que no quieren reconocer nuestra valia y capacidad de generar puestos de trabajo, nuestra ikurriña y autonomias, que han emulado despues de criticarlas. y nuestro nivel de vida, molestan a unos cuantos.no queremos destruir nada, porque tenemos bastante con mejorar nuestra tierra dia a dia, cosa que no se ve por ahi.lo mismo que se ven cosas impresens en el nivel de educacion o trato entre españoles en Andalucia y tambien en La Mancha por ejemplo, que nosotros no comentamos,podriamos hablar y mucho del descontrol de los ciudadanos que no cuidan su ciudad, deberian mirarse a si mismos, en poner mas coto a las tropelias callejeras diarias, infractores de todo tipo y no tenerles tanto temor y resquemor a Euzkadi. Nos lo hemos ganado todo porque no hemos tenido latifundios, ni condes ni marqueses dueños de vidas y haciendas.nos ha salido un grupo extremista, y nadie estamos con ellos, o casi nadie, aunque el ruido sea mucho, y lamen el extremo al que llegan. pero no somos nosotros, señores, no somos los vascos, esos individuos no lo son.si estos señores que nos critican a los vascos leyeran un poco mas sobre euzkadi, nos copiarian en algo mas que n conseguir su autonomia y su bandera mucho mas facil gracias a los denostados vascos, que hemos allanado caminos de AUTONOMIAS,.¡Que criticas a la ikurriña!y ahora que, ………………presumiendo de su bandera autonomica, tan denostada antes, no amigos mios, disfrutais lo que os hemos ayudado nosotros a ganar, por lo menos es de hombres bien nacidos ser agradecidos
algunos españoles parece que querrian estar en los tiempos del franquismo, menos mal que, a pesar de todo, ese comentario del señor que tengo aqui a la vista leido, ya no es asi, tambien nosotros estamos disconformes con eta, como buenos vascos que somos, solo que personas como este señor mencionado no puede remediar lo bien que lo llevamos
No sé si he comprendido muy bien el mensaje que me envían ARGI y argi-puig, que escriben el mismo día y con una diferencia de tan sólo 28 minutos, pero agradezco su interés y aportación.