Fue el día 20 de agosto. Los diputados habíamos sido convocados a una reunión de la Diputación Permanente del Congreso y, una vez concluída la sesión, abandonábamos raudos la carrera de San Jerónimo, con la intención de regresar cuanto antes a nuestros respectivos lugares de veraneo.
Ya relaté en un post anterior (Cfr. «Yo estuve en Barajas el día del accidente«) que hacia las 14,30 del mediodía, en la Terminal 4 del aeropuerto madrileño, coincidimos varios parlamentarios que teníamos reservados vuelos con salida programada en torno a las 16,00 horas de la tarde.
Cuando tuvimos conocimiento de que un avión de Spanair con rumbo a las Canarias había padecido un grave accidente, todos esbozamos un gesto de alarma y preocupación. En ese momento, un individuo que ocupaba un asiento cercano al nuestro, se puso de pie y se dirigió lentamente hacia nosotros. Miró fijamente a Jesús Caldera y le espetó, con tono insolente:
– Mírale. Ahí está el que iba a impedir que los papeles saliesen del Archivo de Salamanca. ¿No te da vergüenza? ¿Donde están los papelitos amarillos?
En un tono respetuoso, el ex ministro socialista le respondió:
– Por favor, déjeme en paz. Hágase cargo de la situación. Acaba de producirse un accidente en el aeropuerto. Un accidente grave. No es momento para enfrascarse en esos asuntos.
Sin embargo, el sujeto no cejó en su empeño. Continuó hostigándole en un tono cada vez más subido, insultante e intolerable.
Como la situación se estaba volviendo extremadamente incómoda, para Caldera y para todos los demás, un diputado del PP, que formaba parte del grupo, le salió al paso con energía, sugiriéndole que nos dejase en paz y se retirase.
– Mire, aquí hay diputados de todos los partidos. Yo soy del PP, estos dos señores son del PNV y aquel es de CiU. No somos del PSOE. El señor Caldera le ha rogado que le dejase en paz. Yo le reitero la petición. Respétenos, por favor, que no es momento para ese tipo de asuntos.
Pero el fulano no sólo no se arrugó, que se creció más aún, si cabe, demostrándonos que tenía reproches para todos:
– ¿Del PP? ¿Y no le da verguenza juntarse con esta gente?¿Con socialistas? ¿Y con nacionalistas? ¿Del PNV, ha dicho? ¿De los racistas? ¿De los que querían que la selección española perdiese ante Rusia? ¡Por Dios! ¡Seguro que es usted del sector blando!
En ese momento, todos reaccionamos como un resorte. Coincidimos en que el entrometido había cruzado la línea roja y le conminamos con gesto serio a retirarse. Lo hizo, aunque murmurando entre dientes todo tipo de críticas y recriminaciones.
Cuando el personaje desapareció de nuestra vista, los diputados comentamos el incidente. El tipo era un alumno destacado de la COPE. Era un producto intolerante de Federico Jimenez Losantos, incapaz de comprender el pluralismo y de respetar al discrepante. Aunque no era momento para críticas, hicimos ver al diputado del PP que eran ciertos discursos apocalípticos impulsados desde los sectores más intransigentes de su partido los que habían poblado la geografía española de sujetos como aquél. La conversación derivó hacia lo peligroso que a veces resulta, en política, alimentar fieras que se vuelven contra todo el mundo, incluido el propio criador.
La anécdota viene al caso del comentario que esta semana me hizo un diputado del PSOE, especialista en sondeos sociológicos y habitualmente bien informado en torno a las tendencias del electorado. Según sus datos, si las elecciones vascas se celebrasen hoy, el partido de Rosa Díez podría obtener uno o incluso dos escaños en Araba. En Bizkaia no. En Gipuzkoa tampoco. Pero en Araba, donde el número de votos necesario para obtener representación en la cámara vasca es reducido, si Rosa montase una campaña centrada en denunciar la política lingüística del nacionalismo y otros tópicos similares, podría conseguir algún asiento.
Lo más interesante del caso es que, de obtener representación, lo haría en detrimento del PP. Curioso. El efecto Rosa Díez fue alimentado por el PP con el propósito de desgastar al PSOE desde dentro. Al PP le interesaba cultivar y difundir la imagen de Rosa Díez, pero siempre que se dedicase a criticar al PSOE desde sus propias filas, o abandonase el PSOE para afiliarse al PP, dando testimonio de que es el partido fundado por Fraga Iribarne el que realmente representa sus ideales.
Ý, en efecto, Rosa Díez abandonó el PSOE, pero no para pasarse al PP, como pretendía este y su entorno mediático, sino para montar su propio corral. Desde entonces, paradojas de la política, no es al PSOE al que más perjudica su acción política, sino al PP. Al partido que la crió.
En primer lugar, me sorprende la respuesta del parlamentario del PP, y es digna de elogio. Quiero pensar que cualquier otro representante de su gurpo también habría saldo en defensa de los demas. Por otra parte, es triste y peligroso la proliferación de engendros como el que les increpó, aunque ya sabemos, como usted apunta, quienes han sido los que los han alentado durante tantos años.En cuanto a Rosa Díez, más valdría que dejase de marear la perdiz y escenificar ese partidillo político de amigos derechones que ha montado en connivencia con otro iluminado como Savater, y pasase al sector más rancio del PP, del que nunca debió renegar y en que habitan sus verdaderos ideales.
Pues no sé, no veo tan clara ese perjuicio / relación entre UPyD y el PP. Hoy mismo La Razón trae una encuesta en la que le sale un trasvase del PSOE a UPyD de 224.000, y del PP a UPyD de 125.000Por otra parte la encuesta de El Periódico de ayer da unos resultados al partiducho muy superiores a los de cualquier partido nacionalista. Incluso a los de varios partidos nacionalistas supuestamente importantes juntos.Son graciosas las teorías conspiranóicas respecto a UPyD. He leído desde que era un montaje del PSOE para quitar votos al PP, hasta que era un montaje del PP para quitar votos al PSOE. Debe ser que la mentalidad esa de ser propietario de los votantes produce ciertas distorsiones de la realidad. E impide reconocer una buena idea cuando se tiene delante. Digo yo.
UN EXCESO DEL personaje pero no les parecio un exceso lo que dijo Caldera de que habia que pasar por encima de su cadaver antes de que los dichosos papeles salieran de Salamanca.Por que solo hay un culpable en esta historia?.No dijo un diputado del PNV que los no nacionqlistas no tenian derecho a la vida?:De que se quejan?.
Algún día hablaremos, Javier, de las posiciones que Rosa Díez defiende en el hemiciclo. Ultranacionalismo hispano en su expresión más pura e intransigente. Por eso, no deja de extrañarme el hecho de que, cuando los sondeos dan cuenta del apoyo que teóricamente recibe de los ciudadanos, algunos analistas comparen a UPyD con los «partidos nacionalistas», como si UPyD no fuese un partido nacionalista. Lo es. ¡Vaya si lo es! Un partido nacionalista español de tomo y lomo.
Las teorías conspiranóicas, Lois, siempre son graciosas. No sólo las que versan sobre UPyD. Si son conspiranóicas, son graciosas todas. Pero tanto o más graciosas resultan las teorías «candoroingenuas» sobre el origen y la evolución de los partidos políticos. Defender, por ejemplo que Rosa Díez era un montaje del PSOE para quitar votos al PP, provoca una hilaridad incontenible. En el Congreso, a Rosa Díez le llaman miss telemadrid y la Reina de la COPE. No será, supongo, por el apoyo que el PSOE y sus epígonos mediáticos han prestado a la promoción de su figura.
Por lo demás, coincido contigo en que se equivocan quienes analizan el panorama político considerándose propietarios de los votantes.
Suscribo lo que dice Francisco a propósito de que el único exceso que rezuma el episodio del aeropuerto de Barajas, no es el del sujeto que increpó a Caldera. Pero mi intención al hacer el relato no consistía en ejercer de moralista y señalar culpables, sino en describir un fenómeno.
Por lo demás, no era diputado del PNV el que dijo lo que usted recuerda en su comentario. Era un senador del PNV. Usted debería saberlo…¿no?
No llevo un recuento exhaustivo de representantes del pnv que dicen meneces.Usted reconoce que uno de los suyos las dijo.Lo demas carece de importancia.Este camino lo inicio el fundador de su partido y ese senador no hizo mas que seguir la copla.A eso me referia.
Mi amigo Francisco ha debido quedar exhausto, después de la profunda reflexión que le ha llevado a descubir que, una vez, un representante del PNV, diputado o senador, dijo memeces.
¿Conoce, amigo Francisco, algún partido que no incluya en sus filas algún representante que alguna vez no haya dicho una inconveniencia? Es más ¿Conoce alguna organización, pública o privada, en la que no ocurra lo mismo?
En el PNV, se lo aseguro, no somos tan raros. Entre nosotros ocurre, por lo general, el mismo tipo de cosas que suceden entre los demás mortales.
Por lo demás, conviene que sepa que el senador al que se refiere hizo público un documento aclarando sus sus declaraciones y pidiendo disculpas a quienes pudieran sentirse ofendidos por las mismas. Esto ocurre en el PNV, pero no sucede siempre con los portavoces de otros grupos. Tome nota.